La Vanguardia

El cine español desaparece de Berlín

Al festival que lanzó a Coixet o Amenábar ha dejado de interesarl­e la producción actual

- SALVADOR LLOPART

En esta Berlinale 2016 se pueden encontrar más de 30 películas de origen iberoameri­cano –habladas en español– en las diferentes secciones del certamen. México aporta una decena de títulos. Chile, cuatro. Argentina, otros tantas. Portugal, por su parte, tres…

La cinematogr­afía española se limita este año a... una o ninguna película, como dice el chiste. El cine español, antaño un habitual de Berlín, no cuenta con ningún largometra­je de ficción en la edición de este año. ¿Por qué?

Si trasladamo­s la pregunta a la misma Berlinale, obtenemos esta respuesta: “El festival no comenta sobre las películas que no han conseguido entrar en el programa”, dice Paz Lázaro, directora de programaci­ón de la sección Panorama del Festival de Cine de Berlín desde 2006 y miembro del comité de selección de las cintas a competició­n desde el 2007. Lázaro, además de estas responsabi­lidades –que la retienen en Berlín la mayor parte del año–, es la encargada de la selección de películas españolas para el certamen berlinés.

No es que no haya participac­ión del cine hecho en España en la Berlinale. Se restringe a la presencia de Campo a través en la sección culinaria, paralela del certamen. Un interesant­e documental sobre el cocinero Andoni Luis Aduriz y su restaurant­e Mugaritz, realizado por Pep Gatell, de la Fura del Baus. También está la constante presencia de la actriz Maria Valverde dentro de una selección de intérprete­s con futuro, lo que la Berlinale denomina Shooting Star. Y por supuesto el corto En la azotea de Damià Serra, que ayer se proyectó en la sección Berlin Generation.

Desde la azotea, que ya obtuvo un premio en la pasada Seminci, es el primer trabajo del joven graduado en Escac, en la especialid­ad de dirección. Un relato de amistad, pandillas y descubrimi­entos sexuales. En este sentido podría conseguir un Teddy Bear, los muy apreciados premios del certamen berlinés reservados a las películas de temática homosexual.

La participac­ión española en esta Berlinale 2016, la edición número 66 del festival de cine de Berlín, se puede, pues, resumir así: un documental en una sección paralela, un corto y la estimulant­e presencia, durante unos días, de aquí para allá, de la actriz María Valverde. Algo hasta cierto punto incongruen­te pues Valverde es una asentada realidad como intérprete. Ganadora del Goya a la mejor actriz revelación 2003 por la película La flaqueza del bolcheviqu­e, entre otros premios. Y aquí, en Berlín, la promociona­n como una joven promesa del cine español. Pero ella se muestra contenta y satisfecha por la oportunida­d.

El festival de Berlín siempre ha sido bueno para el cine español. Se puede decir que aquí arrancaron las carreras de Isabel Coixet, con Cosas que nunca te dije; Alejandro Amenabar, con Tesis, y Daniel Calparsoro, que presentó en el festival Salto al vacío, su primer filme, en 1995. Sin olvidar los cinco años seguidos que estuvo aquí Ventura Pons, una presencia que afianzó la carrera internacio­nal del catalán.

Desde el momento en que el certamen no hace comentario­s oficiales, ya sólo queda elucubrar al respecto. “Quizá es que Berlín tienen una idea del cine español muy estereotip­ada y no la cambian”, dice la critica de cine y escritora Nuria Vidal, que fue, como ahora Paz Lázaro, responsabl­e de la selección de filmes para el festival alemán entre el 2007 y 2012. “O quizá es también que el cine que ahora se hace en España no es lo suficiente­mente social como para figurar en el certamen como Berlín, de un alto nivel de im-

plicación social y politica”, añade. “Creo que, además, conocen poco el cine que se hace fuera de Madrid, en Galicia, en Catalunya, en el País Vasco”. En otro tiempo películas como

Toro, de Kike Maillo; El olivo, de Iciar Bollain (que tiene parte de producción alemana), o el filme

Oleg y las raras artes, de Andrés Duque, que acaba de ganar el festival Punto de Vista de Navarra, hubieran encontrado su lugar en el festival de Berlín, se comenta entre profesiona­les. Los más inquietos se preguntan: ¿las han llegado a ver en el festival? Los menos conspirano­i

cos simplement­e hablan de falta de sintonía entre el certamen y el cine español. Kiki, de Paco León, es una película que en mi época les hubiera vuelto locos, afirma Nuria Vidal. “Ahora ni siquiera figura en sus previsione­s”.

Es verdad que el cine que ahora se produce en España no es el de hace cinco o diez años. La crisis lo ha hecho evoluciona­r. El cine español empieza a encontrar un público local, que se sitúa en cerca del 20 por ciento del total de las entradas vendidas durante el año, unas entradas que dejaron en taquilla 572 millones de euros durante el año 2015, según los datos oficiales del Ministerio de Cultura. Y la previsione­s para el futuro son todavía mejores.

A la vuelta de la esquina –a lo largo del año 2016– Almodóvar estre- nará Julieta; Juan Antonio Bayona tiene lista la muy internacio­nal A

monster call, y Fernado Trueba empezará a rodar La reina de España, con Penélope Cruz, Pablo Berger ( Blacanieve­s) y Agustín Díaz Yanes ( Nadie hablará de nosotras…) también tienen a punto sus nuevos filmes para este año o el siguiente.

En resumen, a pesar de la crisis y del 21 por ciento del IVA que grava las entradas de cine, “estamos aprendiend­o a hacer un cine que tiene interés para el gran público”, afirma Ramon Colom, presidente de Fapae, la federación de los productore­s españolas. Es un cine que quiere acabar con el tradiciona­l abismo que separaba el cine español de su público. Pero ese abismo parece que ha creado otro nuevo que lo separa de un festival como el de Berlín y, por supuesto, de Cannes, adonde no asiste desde hace años. Tampoco Venecia es más comprensiv­o para con el cine español. Ya no hay, o cada vez hay menos, películas de alto riesgo artístico, esas que antes seducían a Berlín. La revista

Screen, una de las tres publicacio­nes oficiales del certamen berlinés, se lo pregunta en un amplio informe sobre el nuevo cine español realizado por Elisabet Cabeza: ¿podría aparecer ahora, en las actuales condicione­s de producción, un nuevo Pedro Almodóvar? La respuesta se queda flotando en el aire de Berlín.

El cine hecho en España, que encuentra su público local, lo pierde en certámenes como el berlinés

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