Sin ninguna novedad en el frente musical
Los premios Grammy, una invención de la industria discográfica estadounidense, se demostraron una vez más como el gran ejemplo del inmovilismo y el conservadurismo en materia de música popular, es decir, ser la gran caja de resonancia de la música estrictamente más renta- ble. En sus más diversas apuestas estilísticas. Daba igual que la propuesta que aparecía a priori como la gran favorita por su número de candidaturas (Kendrick Lamar, con once), porque al final no accedió a ninguna que fuera más allá del gueto del rap. No sirvió ni siquiera que su canción How much a dollar cost fuese la preferida del presidente Obama el año pasado, aunque también es cierto que su actuación en la velada, donde aunó explícita denuncia política, groove incontenible y arte sin dobleces, fue lo mejor de la misma. Y que su álbum To pimp a butterfly será una pequeña gloria pese a quien pese.
Al fin y al cabo, el guión previsto suponía que productos como Taylor Swift o Meghan Trainor o incluso Alabama Shakes se impusieran en categorías estratégicas, como estos últimos, que en la categoría de “música alternativa” competían con Björk, Wilco o Tame Impala. Porque no fuera a ocurrir lo que pasó el año pasado con Beck o hace cinco con Arcade Fire, que se llevaron preciados trofeos ante el estupor y verdadera sorpresa de los estrategas de la mercadotecnia.
El encumbramiento de Taylor Swift por no entrar al trapo con la literatura de Kanye West no oculta que su propuesta en realidad popera es de una corrección y unidireccionalidad musical perfectamente encuadrable en la senda del mainstream, ya sea una voz intachable como la de Adele o, incluso, la del pop adictivo de Mark Ronson, que ahora ha hecho grande a Bruno Mars pero antes lo hizo con Amy Winehouse, Kaiser Chiefs o Rufus Wainwright. Mirándolo bien, ojalá todos fuesen como él.
Lo más desolador es que, con la desaparición de David Bowie aún cercana, cada vez es más patente que tras los actuales moradores del Olimpo, desde Dylan a Springsteen pasando por Stones o Madonna, poco relevo se vislumbra en el horizonte.