La Vanguardia

Francesc Orella se atreve con el vital y monumental Falstaff

El actor encarna en el Akadèmia al vividor de Shakespear­e

- JUSTO BARRANCO Barcelona

Francesc Orella da desde hoy vida a uno de los grandes personajes de Shakespear­e. El que ha sido hasta hace poco y con gran éxito el profesor Merlí deja por ahora la televisión por las tablas para interpreta­r un personaje monumental, excesivo, vitalista, borrachín, ingenioso, provocador, ladrón, vago y pendencier­o: el noble venido a menos Falstaff. Un personaje a la altura de cualquier otro de los más simbólicos creados por Shakespear­e pero al que sin embargo el dramaturgo inglés no concedió una obra propia: aparece en tres de sus piezas y, con el tiempo, ha dado origen a otras grandes creaciones como el Falstaff de Verdi. O como las Campanadas a medianoche de Orson Welles, de las que hay no pocos ecos en el montaje que el alemán Konrad Zschiedric­h dirige desde hasta el 20 de marzo en el teatro Akadèmia de Barcelona con Orella como protagonis­ta junto a otros ocho actores como Mingo Ràfols, Teresa Vallicrosa o Mercè Managuerra.

Porque la adaptación que Zschiedric­h ha realizado también parte, como Welles, del Ricardo II, las dos partes del Enrique IV y el Enrique V de Shakespear­e para reseguir la historia de amistad y traición entre el bonachón, mujeriego, bebedor e ingenioso Falstaff y el heredero de la corona, Hal, el futuro Enrique V. Hal, de inteligenc­ia maquiavéli­ca y con malas relaciones con su padre, es uno de los miembros de la particular corte de ladronzuel­os y prostituta­s que preside Falstaff en la taberna La Cabeza del Jabalí. Pero cuando llegue la hora y ascienda al poder, el ambiguo príncipe dejará a Falstaff en la estacada.

Para Zschiedric­h, Falstaff es tan atractivo porque representa la vida, sin corrección, sin moral, “como viven los niños pequeños, lo quiere todo, lo toma todo”. De hecho en su montaje, dice, hay dos líneas fundamenta­les: el poder, siempre ligado a la muerte, con guerras y asesinatos, y su opuesto, la vida, la de Falstaff y un grupo de gente fuera de la sociedad. Para Orella, que por primera vez hace temporada en un teatro pequeño como el Akadèmia –de tan sólo 90 localidade­s– y que desde los años ochenta quería trabajar con Zschiedric­h, su personaje “es un hombre vitalista, juguetón, le encanta el placer, es provocador, listo, un capitán del ejército de Enrique IV que ni lucha ni trabaja, un noble decadente, que mira el poder, la corte, con visión crítica, y cuyo punto débil es que quiere ser joven, tiene pánico a envejecer, a la muerte”. Y cuya relación con el príncipe Hal, compañero de bandidaje y para el que es como un padre, es la base de la obra: “Vemos cómo va evoluciona­ndo y cómo por culpa del poder y la ambición esa relación se irá rompiendo”, concluye.

Para Orella, ‘Falstaff’ es una obra sobre la traición de una amistad a causa del poder y la ambición

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DAVID RUANO Francesc Orella y Emilià Carilla en una escena de Falstaff, en el teatro Akadèmia

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