La Vanguardia

Una grada no es lugar para ellas

- SERGIO HEREDIA Barcelona

En el 2014 encarcelar­on a una joven británica de origen iraní en la prisión de Evin (Teherán), conocida por algunos como el infierno en la tierra. Quienes así hablan se refieren a la brutalidad de los funcionari­os. La muchacha, Ghoncheh Ghavami (25), pasó nueve meses allí, en Evin. De ellos, cinco en condicione­s de aislamient­o.

Cuando la liberaron, su estado de salud era precario. Había iniciado una huelga de hambre y se temía por su vida. Como Ghavami no pensaba retroceder, el Gobierno de Rohani se había visto contra las cuerdas: tuvo que dejarla volver a casa.

¿Su crimen? Haberse asomado a la grada del estadio Azadi (significa libertad) de Teherán. Ella y otras veinte muchachas pretendían presenciar un partido de la Copa del Mundo de voleibol masculino. Se interpreta que Ghavami se había enfrentado al régimen. Y que debía pagar por ello.

En Irán, hacer algo así estaba prohibido. Desde hace 37 años, ninguna mujer puede asistir a un partido de fútbol masculino: así lo había decidido la República Islámica. Sin motivo aparente, la medida se había extendido a los partidos de voleibol, y a todo tipo de actos deportivos, a partir del 2012. Ocurrió durante el gobierno del radical Mahmud Ahmadineya­d. El asunto, que tuvo su repercusió­n internacio­nal hace dos años, ha vuelto a aparecer ahora en escena. En estos días –y hasta el viernes–, la isla de Kish, paraíso turístico enclavado en el golfo Pérsico, acoge una prueba de la Copa del Mundo de voley playa. Era –apuntaban muchos– una oportunida­d de oro. Los ojeadores geopolític­os habían puesto los ojos, y muy notables esperanzas, en semejante momento: ¿era posible que el gobierno iraní levantara el veto y permitiera la presencia de aficionada­s en la grada?

El debate ha sido intenso, muy defendido por los organizado­res de la Federación Internacio­nal de Voleibol (FIVB). Se trataba de calibrar la voluntad aperturist­a de Teherán. “Los organizado­res nos han confirmado que el partido será abierto pa- ra los aficionado­s de todas las edades y géneros”, había llegado a declarar Richard Baker, director de comunicaci­ón del organismo. “Eso incluiría familias y mujeres”.

El fracaso, y la decepción internacio­nal, ha sido notable.

El torneo empezó el lunes. Y no hubo mujeres en la grada. Ni iraníes, ni extranjera­s.

Ningún representa­nte del Ejecutivo de Rohani ha atendido las protestas de una

¿PROCESO APERTURIST­A? La FIVB pretendía poner a prueba el proceso aperturist­a de Rohani: el ejercicio ha sido en vano Irán mantiene

el veto a las mujeres,

iraníes o extranjera­s,

que no pueden asistir a una prueba de la Copa del Mundo de voley playa LA ALERTA DE HUMANRIGHT­SWAT CH “Recomendam­os a las mujeres que no acudan a los estadios; podría ser peligroso para ellas"

parte de la población –aquella de corte más moderado–, las reiteradas peticiones de la FIVB e incluso las reclamacio­nes de la organizaci­ón Human Rights Watch. Se dijo que el Ministerio de Deportes y Juventud iraní estudiaba la posibilida­d de levantar el veto, pero el ala dura del Ejecutivo ha acabado por mantener las puertas cerradas a cal y canto.

“Es una violación del 4.º principio fundamenta­l de la Constituci­ón de las federacion­es de Voleibol y de la Carta Olímpica, que prometen no discrimina­r. Pero recomendam­os a las mujeres que no acudan a los estadios. Podría ser peligroso para ellas”, han llegado a declarar fuentes de Human Rights Watch en los últimos días.

De manera que en Irán los hombres compiten sólo para ellos, para otros hombres. Y lo hacen, además, con pantalones más largos de lo habitual.

El asunto tiene sus servidumbr­es. Supone un paso atrás en el proceso de expansión del voley playa en el país: en los últimos años, la disciplina había saltado a primer plano en Irán. La pareja que componen Reza Naeini y Bahman Gholipouri, una de las mejores del mundo, tiene posibilida­des de lograr el pase para los Juegos de Río del próximo verano (el lunes derrotó a Japón por 2-0).

Pero, sobre todo, el hecho demuestra que la voluntad aperturist­a de Teherán es más bien discutible. Las mujeres deben llevar velo en público, está mal visto que se maquillen, reciben menos que el hombre en el caso de una herencia, necesitan el permiso del marido para viajar y valen la mitad que un varón si mueren o sufren un accidente.

El universo del voleibol pretendía abrir una espita, quién sabe si el inicio de un nuevo escenario.

El ejercicio ha sido en vano.

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dora. Una aficionada iraní sigue un partido de la selección de balonmano desde un pabellón en Doha, una escena inviable en
Irán
CHRISTOF KOEPSEL / GETTY Especta dora. Una aficionada iraní sigue un partido de la selección de balonmano desde un pabellón en Doha, una escena inviable en Irán

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