La patronal británica advierte del desastre que sería el ‘Brexit’
Pronostica que de aquí al 2020 se perdería casi un millón de empleos
Para persuadir a los británicos de que voten por permanecer en Europa, el Gobierno Cameron ha recurrido a la misma táctica que ya utilizó con éxito en el referéndum escocés de independencia: pintar un escenario catastrofista sobre las repercusiones de la UE para el empleo, las inversiones extranjeras, los salarios, las pensiones, el crecimiento del PIB y la economía doméstica, con el objetivo de persuadir a los votantes indecisos que decantarán de un lado u otro el resultado, Cada hogar, según sus predicciones, perdería 4.600 euros netos al año.
A fin de que esta “estrategia del miedo” tenga el máximo impacto, Downing Street ha reclutado el apoyo de la propia Unión Europea, gobiernos extranjeros amigos, el presidente Obama, los bancos, grandes multinacionales y todos los estamentos en general del establishment económico. Ahora le ha tocado el turno a la Confederación de la Industria Británica (CBI, la patronal de este país, representante de 190.000 empresas), que ha presentado un informe devastador sobre las consecuencias potenciales de portazo: casi un millón de puestos de trabajo perdidos, y una caída drástica del PIB, con un crecimiento inferior al 1% anual que dejaría al Reino Unido en el 2020 al borde de una recesión.
El estudio, elaborado por la auditora PwC (PricewaterhouseCoopers), presenta dos escenarios, uno “optimista” y el otro “pesimista”. En el primero, Londres conseguiría suscribir pronto unos acuerdos comerciales similares a los que Islandia, Noruega o Suiza tienen con la UE, con lo cual el impacto del Brexit sería menor,”sólo” se evaporarían 550.000 empleos, y la economía crecería un 1.5% entre el 2015 y el 2020, ocho décimas de punto menos que en el caso de permanecer dentro de Europa (2,3%).
El segundo escenario es todavía más desolador. En él, el Reino Unido tendría problemas para firmar pronto los nuevos convenios, y se vería obligado a operar únicamente con los privilegios y obligaciones de un miembro cualquiera de la Organización Mundial de Comercio (OMC). En vista de ello, se perderían 950.000 puestos de trabajo y el crecimiento sería raquítico (0,9%), con un coste para la economía nacional de 130.000 millones de euros, alrededor de un 5% del PIB.
El Gobierno y la campaña para la permanencia en la UE (“VoteRemain”) han dado la máxima difusión posible al in- forme, resumido anoche en la London School of Economics por Carolyn Fairbarn, la directora de la patronal. Pero los euroescépticos lo han ridiculizado como “una flagrante exageración puramen- te especulativa, sin apoyo alguno en datos o realidades económicas concretas, y parte de la ridícula política de que viene el lobo a la que ya nos tiene acostumbrados la administración, lo mismo que cuando Tony Blair intentó persuadirnos de abandonar la libra esterlina por el euro –dice su portavoz Matthew Elliot–. Suerte que no lo hicimos, porque si no estaríamos ahora como Grecia, Irlanda, Portugal o España”.
Dentro de la propia Confederación de la Industria Británica hay profundas divisiones, ya que si bien las grandes compañías que cotizan en el índice FTSE de la bolsa son partidarias con muy pocas excepciones de seguir dentro de la Unión Europea, las pequeñas y medianas empresas no tanto, con casi un 40% de ellas en favor de la salida, sobre todo las que tienen su base de operaciones fuera de Escocia y de la zona metropolitana de Londres.
El desenlace del referéndum del 23 de junio es por el momento imprevisible, con los votantes conservadores y los hombres en general a favor de la salida, y las mujeres y los laboristas y liberales de la permanencia.
Los partidarios de salir de la UE responden que se trata de un escenario tan irreal como catastrofista