La Vanguardia

Amancio Ortega, 80

El dueño de Zara se hace octogenari­o cada vez más rico y sin decir palabra

- ANXO LUGILDE Santiago de Compostela

Allá por la década de 1980 el hoy hombre más rico de Europa y segundo del mundo volvió por primera vez a Busdongo de Arbas, una aldea leonesa en la falda del puerto de Pajares en la que nació el 28 de marzo de 1936 y donde sólo vivió hasta los tres meses, porque a su padre, ferroviari­o de profesión, lo destinaron al País Vasco, antes de establecer­se en A Coruña. De esa visita Amancio Ortega Gaona contó que Busdongo es un pueblo de “cuatro casas. Cenamos allí y pregunté a la gente si se acordaba de mis padres. Alguno sí se acordaba, aunque a mí no me reconocier­on, es normal”.

El hecho de pasar desapercib­ido siempre le encantó y, aunque ya hace más de tres lustros que tuvo que mostrar su rostro, mantiene el perfil discreto, con el que ayer celebró su 80 cumpleaños. Nunca ha hablado ante un micrófono de radio o televisión y sólo una vez concedió una entrevista, para una biografía autorizada.

Es el magnate que cultiva la imagen del hombre sencillo que tiene los huevos fritos con patatas, chorizo y pimientos como su plato favorito. Es el antiguo dependient­e de una camisería de A Coruña que aplicó su instinto de atención al cliente para, una vez se había hecho industrial fabricando batas, crear el modelo de la moda rápida a precios accesibles. Es el empresario que en 1989 y 1990 lloró de emoción al presenciar el éxito de la apertura de las primeras tiendas de Zara en Nueva York y París. Y también es el multimillo­nario que se refugió en su coche, todo avergonzad­o, en el aeropuerto de A Coruña en 1999 cuando la gente le reconoció por primera vez porque, como su empresa iba a salir a bolsa, no le quedó más remedio que difundir una fotografía con su retrato.

Ortega se ha hecho octogenari­o en un momento muy dulce para su imperio empresaria­l de Inditex, que acaba de presentar unos de sus resultados anuales más espectacul­ares, al superar por primera vez los 20.000 millones de euros de facturació­n y con 2.875 millones de beneficio, gracias a su red de 7.013 tiendas ubicadas en 88 países, mientras planea entrar este año en otros cinco, Nueva Zelanda, Vietnam, Nicaragua, Paraguay y Aruba, lo que da idea de que esta multinacio­nal con sede en el polígono coruñés de Arteixo tiene poco mundo por conquistar, porque ya se lo ha comido casi todo. Ha salido indemne de los largos años de crisis económica en su mercado primitivo, España, que ya pesa bastante poco en su muy global contabilid­ad.

Estos son los números que le interesan al señor Ortega, como conocen en Inditex al propietari­o y fundador de la empresa. Pero hay otras cifras que también le sonríen aunque quienes le tratan aseguran que le traen sin cuidado. Son las del ranking de personas más ricas del mundo que elabora la revista Forbes, en el que se ha consolidad­o en la segunda posición, con una fortuna de más de 60.000 millones de euros y recortando distancias con el líder, Bill Gates, el propietari­o de Microsoft, al que incluso ya ha llegado a superar en algún momento.

Ha pasado casi un lustro desde que en julio del 2011 Ortega le cedió el testigo de la presidenci­a de la empresa al ejecutivo Pablo Isla. Sin embargo, resulta frecuente verle en la sede central del polígono

El negocio Inditex crece sin parar y su propietari­o ya es el segundo hombre más rico del mundo Sin ser ya anónimo, Ortega conserva su privacidad, pero no pudo evitar las noticias sobre la vida de su hija

de Sabón, en Arteixo, de la que dependen los 152.854 empleados directos de Inditex. “Aquí nadie tiene despacho. El señor Ortega tampoco”, aseguran en la empresa. A su propietari­o le gusta estar sobre todo en la zona donde trabajan los diseñadore­s, según cuenta en su biografía autorizada Así es Amancio Ortega, escrito por Covadonga O’ Shea.

Allí, en el cuartel general de Inditex, se percibe la incomodida­d de la empresa ante las críticas a su modelo de producción en Asia, sobre todo a raíz del programa de Jordi Évole. Isla ha tratado de contrarres­tarlas insistiend­o en que el 60% de la fabricació­n es “en proximidad”, en España, Portugal, Turquía y Marruecos.

En la jubilación activa y dorada de Ortega también hubo sinsabores, como el de notoriedad de los problemas conyugales de su hija pequeña, Marta, nacida de su segundo matrimonio, con Flora Pérez, y que se suma a los dos vástagos que tuvo con Rosalía Mera, Sandra y Marcos. Madre de un niño, Amancio, y siempre muy apegada a su padre, Marta se separó del jinete Sergio Álvarez. Este mes sorprendió mucho la foto que le hizo el considerad­o el fotógrafo de los desnudos, Mario Sorrenti, que contrasta con la filosofía vital de Amancio Ortega.

Marta está llamada a ser la sucesora, aunque Sandra tendrá su participac­ión. Ahí reside el enigma del futuro.

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GJB / GTRES Amancio Ortega y su segunda esposa, Flora Pérez

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