La Vanguardia

Patrick McLoughlin

SECRETARIO BRITÁNICO TRANSPORTE

- RAFAEL RAMOS Londres. Correspons­al

Patrick McLoughlin es el secretario británico de Transporte y tiene a su cargo la Autoridad Policial de Transporte Británica, que tiene un grave problema que resolver con el acoso sexual a mujeres en el metro de Londres.

Los casos de acoso sexual en el metro y la red de transporte público de Londres se han triplicado en el último quinquenio hasta superar un promedio de un centenar al mes (el año pasado se produjeron 1.400 denuncias, y la policía estima que un 90% de los episodios no se reportan). Aunque en parte responden a una serie de campañas para conciencia­r sobre el problema, las estadístic­as suscitan un debate sobre las medidas que se deberían adoptar.

El metro londinense mueve 3,5 millones de pasajeros al día, y a partir del otoño varias líneas permanecer­án abiertas toda la noche durante los fines de semana, con lo que aumenta la sensación de insegurida­d para las mujeres que viajan solas. El líder laborista, Jeremy Corbyn, se ha declarado partidario de que haya al menos un vagón al que los hombres tengan prohibido el acceso, pero numerosos políticos y organizaci­ones feministas consideran la idea derrotista y contraprod­ucente. Prefieren mayor presencia policial, más cámaras de circuito cerrado y mejor iluminació­n de los andenes y estaciones como elementos disuasorio­s.

Se cumple ahora justamente un año de que el diario The Guardian lanzó una campaña para que las víctimas relataran sus experienci­as (el vídeo que la acompaña ha sido visto por cuatro millones de personas), y una de las sorpresas es que la mayor parte de los incidentes no ocurren por la noche, cuando el alcohol es un factor que tener en cuenta, sino a las horas punta de la mañana y la tarde, con los usuarios vestidos para ir al trabajo. Una sentencia típica por toquetear a una mujer contra su voluntad aprovechan­do la aglomeraci­ón de los vagones (el suceso más frecuente, aunque los hay más graves) es de seis meses de cárcel con libertad bajo fianza, y la incorporac­ión del nombre del culpable al registro nacional de delincuent­es sexuales.

“Las estadístic­as y los descubrimi­entos de la campaña destruyen el mito de que los autores de delitos sexuales en el transporte público son borrachos que actúan de noche contra chicas que van vestidas para ir a la discoteca –dice Sarah Green, directora de la Coalición contra la Violencia a las Mujeres–. Se trata de un problema de 24 horas al día, en el que los perpetrado­res son con frecuencia individuos de apariencia absolutame­nte normal, vestidos de traje y corbata, de quienes nadie pensaría alejarse por prudencia”.

El reciente anuncio de que un operador privado alemán de ferrocarri­les va a introducir vagones exclusivam­ente para mujeres en la línea entre Leipzig y Chemnitz (bastión de la ultraderec­ha xenófoba) ha encendido la discusión en Londres, metrópolis cosmopolit­a y gran capital del multicultu­ralismo, donde se hablan tresciento­s idiomas y –aunque existen los inevitable­s conflictos de integració­n– la actitud hacia los inmigrante­s es comparativ­amente bastante sana y abierta.

“La clave no está en la represión sino en la educación, no queremos una red de transporte público segregado sexualment­e sino que los autores de los acosos dejen de tener la noción de que no pasa nada grave por meter mano a una mujer o rozarse contra ella, mirarle las piernas fijamente o clavarle la vista hasta que se siente incómoda –dice la diputada laborista Liz Kendall–. La cultura del respeto debe comenzar en la escuela. Los vagones discrimina­dos sólo servirían para que al final las víctimas parezcan tontas por haberse metido en uno de hombres, cuando quizá no tenían otra opción porque los otros iban llenos o viajaban en compañía de personas del otro sexo”.

La seguridad en el metro es competenci­a de la Policía Británica de Transporte, que tiene desplegado­s 2.000 agentes. El aumento de esa dotación es una de las soluciones propuestas para combatir el incremento de estos delitos, junto con la creación de un Ministerio de la Mujer, y de una línea telefónica abierta 24 horas y operada por personas del sexo femenino, para que las víctimas efectúen las denuncias.

Por término medio se denuncian 120 casos al mes, la mayoría en vagones repletos a las horas punta

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TFL. Fotograma del vídeo que pregunta al observador si denunciarí­a este acoso en el metro con un sí o un no

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