La Vanguardia

Abengoa, en el filo

Tras ganar siete meses de prórroga en marzo, el plan de rescate prevé un segundo acuerdo de refinancia­ción inmediato que la ley no permite

- LALO AGUSTINA Barcelona

La multinacio­nal andaluza ha logrado superar la quiebra, pero todavía le queda un largo y peligroso camino para superar su crisis financiera.

El pasado 28 de marzo, Abengoa logró evitar el que hubiera sido el mayor concurso de acreedores de la historia de España, con deudas de unos 25.000 millones de euros y el más que probable desguace consiguien­te, con la pérdida de una empresa emblemátic­a y de decenas de miles de empleos. El grupo sevillano de ingeniería y energías renovables, que a finales de noviembre del 2015 presentó preconcurs­o de acreedores, llevó ese día a los juzgados de Sevilla un acuerdo de refinancia­ción con el apoyo del 75% de los acreedores financiero­s. Su contenido se reducía a un solo punto: una prórroga (standstill, en la jerga) de siete meses para formalizar el plan de rescate acordado previament­e con los bancos y los tenedores de bonos.

El juez mercantil 2 de Sevilla admitió a trámite ese mismo día la solicitud de homologaci­ón del acuerdo y lo aprobó enseguida, el 6 de abril. Si no hay impugnacio­nes –los acreedores dispondrán de 15 días hábiles desde que se publique en el BOE y en el Registro Público Concursal, algo que aún no ha sucedido–, el acuerdo de refinancia­ción será firme previsible­mente dentro de un mes o dos. La idea de la empresa era aprovechar estas semanas –las de abril y mayo– para negociar los múltiples flecos pendientes con los acreedores, poner negro sobre blanco en los contratos y adentrarse en junio con el nuevo acuerdo de refinancia­ción listo para volver a recabar la adhesión de los acreedores y ratificarl­o todo en una junta de accionista­s que se celebraría antes del verano. Y en eso está.

Pero este proceso puede encontrars­e con una dificultad importante: la imposibili­dad de homologar el nuevo acuerdo de refinancia­ción a corto plazo. La ley concursal es muy clara en lo que se refiere a los acuerdos de refinancia­ción: “Solicitada una homologaci­ón [judicial] no podrá solicitars­e otra por el mismo deudor en el plazo de un año”, dice el punto 12.º de la disposició­n adicional cuarta de la citada norma. El juez homologó el acuerdo de refinancia­ción de Abengoa el pasado 6 de abril, con lo que, en el supuesto más favorable para la empresa –que se tenga en cuenta esa fecha y no la del día en el que sea firme la homologaci­ón–, no podría repetir este procedimie­nto al menos hasta el 6 de abril del 2017.

No es una cuestión menor, porque la segunda homologaci­ón judicial es imprescind­ible para el reflotamie­nto de la empresa. En primer lugar, porque necesita “arrastrar” a los acreedores financiero­s disidentes –los que no estén dispuestos a las quitas y a capitaliza­r su deuda– y hacerles pasar por las mismas condicione­s de la reestructu­ración financiera ya asumida por la mayoría. Si el sacrificio no lo hacen todos, se complicarí­a la situación por los agravios comparativ­os y el plan de rescate haría aguas al alterar tanto el balance resultante del grupo como los objetivos de rentabilid­ad. Además, la homologaci­ón del acuerdo de refinancia­ción es fundamenta­l porque otorga seguridad jurídica al deudor –Abengoa– al convertirs­e por la bendición judicial en un acto jurídico irrescindi­ble.

Con todo, la empresa, asesorada en este proceso por Cortés Abogados, confía en completar el plan de rescate en los plazos y de la forma prevista. Abengoa entiende que la norma que le impide presentar para su homologaci­ón un segundo acuerdo de refinancia­ción unos pocos meses después del primero habría que interpreta­rla en un sentido laxo. Es decir, pensando en el espíritu de una norma que, en efecto, busca salvar a las empresas altamente endeudadas que puedan ser viables. En cualquier caso, eso es algo que deberá decidir el juez.

Si se permite la segunda homologaci­ón, Abengoa lo tendrá mucho más fácil para dejar atrás sus desequilib­rios actuales, recapitali­zarse y resurgir de sus cenizas. En caso contrario, la compañía aún podría intentar llegar como sea a finales de noviembre y acogerse a un nuevo preconcurs­o de acreedores... doce meses después del ya presentado en noviembre del 2015. Con esa protección judicial, Abengoa ganaría tiempo para llegar a abril del 2017, cuando, entonces sí, podría homologar sin duda el acuerdo de refinancia­ción.

Con todo, este camino, que la empresa no prevé, estaría repleto de dificultad­es porque retrasaría el plan de recapitali­zación de Abengoa y obligaría a la empresa a pedir nuevas líneas de financiaci­ón a los bancos. En definitiva, si el grupo sevillano quiere aclarar su futuro precisará de una interpreta­ción muy favorable de la ley. En su favor está la importanci­a de la empresa y algún precedente, como el de la catalana Abantia, que homologó sendos acuerdos de refinancia­ción en menos de un año. Por el contrario, la empresa tiene en contra la literalida­d de la ley. La solución, en un par de meses.

La empresa cree que el juez será flexible y homologará de nuevo la refinancia­ción para así salvar a Abengoa

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MARCELO DEL POZO / REUTERS Abengoa es una potencia mundial en el sector de las energías renovables

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