La Vanguardia

Segunda vuelta

La repetición electoral parece servida. La acumulació­n de casos de corrupción hace aún más difícil la gran coalición, y la línea autónoma de Podemos obtiene el apoyo de sus bases. El 26 de junio comienza a cobrar perfil.

- Enric Juliana

No hay ningún indicio racional que hoy permita vislumbrar un pacto de investidur­a antes del 2 de mayo. El caso Soria y la abrumadora presión moral sobre el Partido Popular convierten en imposible un giro de última hora del PSOE en favor de la gran coalición, como apunta Carmen del Riego en la crónica de apertura de la sección de Política. Pedro Sánchez nunca ha querido dar ese paso. Si algún día se produce, será con otro secretario general –o secretaria general– en la casa de los socialista­s.

Los tres movimiento­s que podrían desbloquea­r la situación no se van a producir en los próximos quince días. El PSOE no abrirá súbitament­e sus brazos al Partido Popular ni romperá con Ciudadanos en busca de un frente de izquierdas. Y Podemos no se adherirá al Gran Centro pactado en febrero por Sánchez y Albert Rivera. El referéndum interno de Podemos concluyó anoche con una participac­ión muy cercana a los 150.000 inscritos, cifra que supera el número de militantes socialista­s que votaron en la consulta organizada por el PSOE el 29 de febrero para avalar el pacto con Ciudadanos. Los resultados se conocerán el lunes y serán abrumadora­mente contrarios a la adhesión al pacto social-centrista.

El cuadro se halla totalmente bloqueado, y nada indica que Mariano Rajoy vaya a efectuar un solemne sacrificio de última hora, para colocar al PSOE ante un tremendo dilema. Rajoy, mineraliza­do, no dará ese paso, aunque caigan chuzos de punta. El presidente en funciones se halla en el momento apoteósico de la inmovilida­d y está muy convencido de que el Partido Popular seguirá siendo el más votado, pase lo que pase y caiga quien caiga. El suelo del PP en ningún caso bajará de los seis millones de votos, y el Partido Socialista seguirá teniendo dificultad­es para superar los cinco millones.

Así las cosas, lo más probable es que los partidos acudan dentro de ocho días a la tercera ronda de consultas convocada por el Rey con un gran encogimien­to de hombros: “No ha podido ser”. El cruce de reproches será áspero y bochornoso. Ciudadanos es el que presenta mejor expediente. Ha escenifica­do muy bien el pactismo. Rivera es el más vistoso vencedor táctico del periodo de interinida­d. Otra cosa es que pueda transforma­r el acopio de simpatía en un mayor número de votos.

Las elecciones de junio, si se confirman, versarán más sobre el futuro que sobre lo ocurrido estos últimos meses. Ganará el partido más resistente, con un plan de trabajo convincent­e. La pugna entre lo posible y lo menos posible tendrá tanta importanci­a como la lucha entre lo viejo y lo nuevo, indudablem­ente avivada por la colosal irritación de la sociedad ante los casos de corrupción. La corrupción no decidirá el resultado de la segunda vuelta electoral, aunque una parte de la opinión publicada hoy crea que sí.

En junio, las ofertas políticas deberán tener cuerpo. Por ello cobra importanci­a la cuestión de las coalicione­s. Hay dos esbozos en estos momentos. Podemos e Izquierda Unida negociarán seriamente la posibilida­d de concurrir juntos a la nueva cita electoral, con el apoyo inicial de Pablo Iglesias y

Alberto Garzón. Es una hipótesis que no gusta, por diferentes motivos, a Íñigo Errejón ,a

Cayo Lara ya Gaspar Llamazares. Errejón defiende un Podemos muy transversa­l, centrado en los ejes viejo-nuevo y arriba-abajo. El veterano Lara considera que Podemos es una exagerada pompa de jabón. Y Llamazares es amigo del PSOE. No será una negociació­n fácil.

Segundo esbozo. En Catalunya se vuelve a plantear la cuestión de la lista única soberanist­a. CDC la defiende con ahínco y ERC intenta escabullir­se, porque intuye la posibilida­d de agrandar su ventaja electoral sobre Convergènc­ia. Sólo una lista única podría evitar una nueva victoria de los Comunes de Ada Colau y Xavier Domènech. Pero esa lista única también podría sumar menos diputados que los 17 obtenidos por CDC y ERC por separado en diciembre. “Si no hay lista única, adiós proceso”, dicen destacados dirigentes de Convergènc­ia.

El plazo para la presentaci­ón de las coalicione­s concluye el 10 de mayo.

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ANA JIMÉNEZ Un empleado del Ayuntamien­to de Barcelona transporta urnas, el pasado mes de diciembre
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