Bajo el sol que menos tributa
Debo ser de las pocas personas que no se han sorprendido excesivamente al ver la escandalosamente larga lista de ciudadanos que tienen empresas en Panamá. Y no me he extrañado porque hace ya años que, como periodista, me encuentro a Panamá hasta en la sopa.
Si me permiten la autocita, Equipo de Investigación, el programa que presento en La Sexta, ha viajado tanto a Panamá que tenemos allí una selecta lista de colaboradores. Tanto da que siguiéramos el rastro de la fortuna de Bárcenas, el hasta ahora silencioso tesorero del PP. O una estafa piramidal con miles de víctimas esquilmadas. O los intentos de una mafia de la droga o del tráfico de mujeres para blanquear toneladas de billetes más negros que su alma. Todo pasaba por Panamá y su listado de empresas fantasma.
¿Por qué esta rara unanimidad en personas que no tienen en común ni conexiones personales ni profesionales? Pues porque sí hay algo que comparten: los asesores fiscales. Tanto da que sean modestos gestores especializados en mover dinero negro o selectos bufetes de abogados en las calles de más renombre. O entidades bancarias que han ido creando divisiones especializadas con nombres discretos en oficinas al margen de la red comercial habitual. Todos sabían perfectamente cómo aconsejar a sus clientes. Obviamente ser mal aconsejado no exime de la culpa. El mismo Imanol Arias lo reconocía: “Uno comete errores. Yo lo hice, a mí nadie me engañó”. Un argumento similar al de Almodóvar: “Yo no sabía nada, pero la ignorancia no es una excusa”. No sé si ser tan humilde y claro hubiera ayudado al ya exministro Soria. Difícil: un político no se puede permitir errores tan interesados.
Pero además de poner el foco en la legión de asesores que aconsejan utilizar Panamá como trampolín para evaporar ingresos, vamos a dejarnos de hipocresías. Si hay tantos y tan variados paraísos fiscales en el mundo es porque interesa a todos. Y cuando hablo de todos, me refiero a los gobiernos y organismos internacionales que tienen la posibilidad de acabar con el problema. ¿Alguien cree que la UE no podría aplastar a Luxemburgo si se lo propusiera? Aunque sería bastante injusto, teniendo en cuenta que ni siquiera lo considera paraíso fiscal y que permite que Gran Bretaña, que ha hecho de la economía financiera su principal fuente de ingresos, tenga muchos de ellos bajo régimen de “dependencia” como Man o la cada vez más popular isla de Jersey. Sin duda, el mejor destino para alejar las fortunas de los impuestos es EE.UU., después de negarse a aceptar las normas de transparencia bancaria que están atando a Suiza con nudos más estrechos.
En resumen, tranquilidad para los millonarios poco solidarios que lean esta humilde columna: pueden seguir engordando sus cuentas bancarias, como ha pasado sin excepción durante todos los años de crisis. Los que aún cobramos un salario intentaremos seguir sosteniendo lo que queda de nuestro añorado Estado de bienestar. No podremos veranear en el Caribe, pero no nos podrán robar las playas de Calella.
Si hay tantos y tan variados paraísos fiscales en el mundo es porque interesa a todos