La tribu verde
Los vegetarianos se dividen en una variedad de subgrupos en función de los alimentos que excluyen de su dieta
Bajo el paraguas de lo que se conoce como dieta vegetariana –que es lo que se conoce técnicamente como una dieta de exclusión–, se cobijan algunas variaciones sobre el mismo tema, que difieren básicamente en función de los alimentos que no ingieren o excluyen aquellos que las practican.
En cuanto a las motivaciones razonables y ciertas que llevan a las personas a adoptar una dieta verde las hay de tipo ético –razonadas en el respeto por la vida de los animales y el rechazo al maltrato animal– y por motivos de salud, que se argumentan con que estas dietas proporcionan un mayor bienestar y de paso uno se libra de los antibióticos con los que, por ejemplo, se inyecta a los animales destinados a la producción de carne. El argumento medioambientalista, que dice que la vegetariana es una dieta más sostenible es otro de los argumentos clásicos. Tampoco hay que despreciar el impacto que las modas y por supuesto la religión tienen en que alguien decida adoptar la fe vegetariana.
Después, como siempre, están los mitos y leyendas que rodean a todas las dietas, y que proporcionan al vegetarianismo o al veganismo todo tipo de propiedades curativas y mágicas, tales como que curan el cáncer o que aportan una energía especial más allá de las calorías.
Según The Vegetarian Society, que es la organización más antigua del mundo dedicada –desde 1847– a promover un estilo de vida veggie, un vegetariano es alguien que sigue “una dieta a base de granos, legumbres, frutos secos, semillas, verduras y frutas con, o sin, el uso de productos lácteos y huevos. Un vegetariano no come carne, aves, caza, pescado, mariscos o subproductos procedentes del sacrificio de animales”.
En términos generales ser vegetariano consiste, pues, en excluir de la dieta los productos de origen animal. Los más estrictos son los veganos, que tampoco comen ni leche ni huevos, pero hay vegetarianos que sí los comen. Entonces hablaríamos de los ovovegetarianos, de los lactovegetarianos y de los ovolactovegetarianos (si incluyen en su dieta los dos alimentos). Pero aún hay más.
Los crudiveganos son los veganos que excluyen las legumbres –aunque las consumen si están germinadas– y además sólo comen alimentos sin cocinar o muy poco cocinados. Por su parte, los frutívoros no sólo están en contra del maltrato animal, sino que también están en contra de maltratar a las plantas, y por tanto, sólo ingieren las partes de los vegetales cuyo consumo no daña a la planta de la cual proceden, como por ejemplo las frutas, los frutos secos y las semillas.
Tras estos grupos más ortodoxos y estrictos vendrían aquellos que rompen las reglas y sí introducen, ni que sea ocasionalmente, algún alimento de origen animal. Estos grupos serían como los parias dentro del vegetarianismo, ya que The Vegetarian Society no los reconoce como vegetarianos auténticos. Es lo que sucede, por ejemplo, con los piscitarianos –los fishetarians en inglés–, que siguen una dieta basada en lo verde, pero que comen pescado y marisco a menudo. Un caso similar es el de los que en inglés se denominan pollotarians ,y que son los que no comen carne roja procedente de mamíferos, pero en cambio se permiten la licencia de comer carne de pollo, pero también de pavo y de otras aves.
Por último, quizás los más conocidos de estos semivegetarianos sean los flexitarianos. Por su propio nombre es fácil de adivinar que el suyo es un vegetarianismo flexible y ligero de cascos. Como buenos vegetarianos se alimentan principalmente de productos de origen vegetal, pero en momentos puntuales –sin un pauta clara– caen en la tentación del mundo omnívoro y sus delicias y comen de todo, incluidos la carne y el pescado. Aunque el flexitarianismo apareció por primera vez hace 20 años, quizás es ahora cuando está más de moda y más se habla de él.
Algunos comen huevos, otros leche, algunos ambos y los hay que hasta pescado, marisco y carne de ave