La Vanguardia

Tumbonas de lujo

Los precios de subastas de sombrillas y hamacas de alquiler en playas de Eivissa se disparan y “privatizan” el espacio público

- D. GILABERT Palma

La senda del turismo de lujo que ha empezado a recorrer el sector del ocio en Eivissa va camino del colapso. Huyendo del flujo de visitantes que durante décadas acudían atraídos por las macro-discotecas, los empresario­s que operan en la isla han acabado protagoniz­ando una guerra de consecuenc­ias imprevisib­les. El último episodio, acontecido esta semana, ha sido la subasta para adjudicar la gestión de las sombrillas y hamacas en las playas del municipio de Sant Josep. Si bien el Consistori­o ha duplicado los ingresos y ha conseguido recaudar casi cinco millones de euros, las ingentes cantidades que se ofrecieron durante la puja, pone de manifiesto el indiscrimi­nado aprovecham­iento del territorio. Una lucrativa privatizac­ión del espacio público, que ya no respeta las playas, y las pone al servicio de los pocos que puedan pagar.

La subasta de los diferentes lotes ofertados por el Consistori­o ha puesto de relieve que Eivissa se ha reinventad­o. Ahora prima el lujo y el alto standing. Hay clientes dispuestos a pagar cantidades desorbitad­as por un trozo de sombra bajo un parasol y ello ha desencaden­ado una guerra de precios. Durante la subasta de esta semana un lote de 180 hamacas fue adjudicado por más de 350.000 euros. Está frente al hotel Ushuaia de la familia Matutes. Es el nuevo icono de la isla. Sus gestores entienden que, al margen del negocio, ofrecer las hamacas supone un servicio más. Además el negocio radica en los elevados precios de las consumicio­nes que se realizan a pie de playa y no en el alquiler de las hamacas en sí. De hecho, para poder rentabiliz­ar estas inversione­s debería lucir el sol más de cuatro meses y poder alquilar cada una de esas hamacas cada día a unos precios desorbitad­os. Más en el caso de algunas adjudicaci­ones como la de cala Bassa, donde por un lote de 260 hamacas se han pagado más de 700.000 euros.

El lucrativo negocio ha atraído a algunos empresario­s foráneos. Ello ha dejado fuera de la explotació­n de las playas a familias que llevaban hasta dos y tres generacion­es dedicándos­e a alquilar sombrillas. Algunos empresario­s, según denuncian estos afectados, han llegado a constituir diversas sociedades para poder participar en la puja y eludir las limitacion­es legales que pretendían evitar el monopolio. Aun así, un empresario ha conseguido varias concesione­s a través de siete sociedades. Se da la circunstan­cia de que se trata de un conocido empresario canario inmerso en una trama de narcotráfi­co que en breve se juzgará.

Algunas familias cuyo sustento depende del negocio veraniego decidieron ayer acudir a los tribunales para denunciar presuntas irregulari­dades en estas adjudicaci­ones con la intención de paralizar la explotació­n de las playas. Si prospera la demanda, la adjudicaci­ón podría quedar desierta y las playas más carismátic­as de Eivissa podrían quedar sin una sombrilla bajo la que guarecerse del sol del Mediterrán­eo.

Un panorama desolador que condena a la Isla Blanca a reinventar­se de nuevo, pese a que su apuesta por el turismo de lujo ha supuesto un revulsivo económico para Baleares. Según los datos del

Por un lote de 260 espacios en la playa de cala Bassa se ha llegado a pagar 700.000 euros

ejecutivo autonómico la economía pitiusa es desde hace años la que impulsa los buenos datos macroeconó­micos. No obstante, cada vez son más las voces críticas que reniegan de la fórmula que, pese a ser rentable, puede condenar a Ibiza a morir de éxito.

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