Jaume Miravitlles, el amigo americano
Jaume Miravitlles condensa una de las biografías catalanas más apasionantes del siglo XX. Nacido en Figueres en 1906, coincidió en el instituto con Salvador Dalí. Juntos intervinieron en la revista Studium y fueron detenidos siendo muy jóvenes por la quema de una bandera española. En 1924 son encarcelados al unísono como represalia por sus actividades políticas, y a partir de aquí sus caminos se bifurcan. Miravitlles fue acusado por el complot del Garraf y se exilió. Ingresa en Estat Català, participa en el intento de invasión de Prats de Molló con Macià, en 1926, y es encarcelado en Francia. En París interviene como actor en Un chien andalou de Buñuel y Dalí. Regresó con la República y se afilió al Bloc Obrer i Camperol (invitó a Dalí a compartir un mitin en Barcelona). En 1934 se pasó a ERC y al estallar la guerra fue nombrado comisario de Propaganda de la Generalitat. Dalí le plantea –sin éxito– encargarse de la “organización de la vida irracional” e incluso le propone levantar un obelisco en la plaza de Catalunya que lanzará fuegos artificiales, a modo de símbolo fálico. Tras la guerra, vuelven a encontrarse, primero en París y luego en Nueva York, donde residen. Miravitlles colabora en distintos periódicos del exilio y regresa a España en 1962. El viejo republicano se ha convertido en entusiasta del modelo americano, aunque mantiene su fidelidad a Tarradellas. Vázquez Montalbán le dedica un personaje en Tele/eXprés llamado James Wonderful que sitúa como agente de la CIA. A finales de los setenta colaboró de nuevo con Dalí en su museo de Figueres.