Sindicalismo a fuego lento
CAMIL ROS, SECRETARIO GENERAL DE UGT CATALUNYA
El arroz caldoso de Ros es una de las cien recetas del blog La Cuina d’en Camil. Pero es además un símil sobre la manera en la que el nuevo secretario general de UGT Catalunya, Camil Ros, entiende cómo debe llevarse a cabo el proceso político que vive Catalunya: “A fuego lento y entre todos”. Se lo dijo la semana pasada al vicepresident Oriol Junqueras después de ser elegido secretario general de UGT Catalunya en sustitución de Josep Maria Álvarez, que ocupó ese puesto durante 26 años.
Ros no responde al perfil clásico de líder sindical que procede de una empresa industrial del área metropolitana de Barcelona. Tampoco proviene de las filas del PSC, que son las que tradicionalmente han nutrido la cúpula de la UGT (en el siglo pasado llegó a ser obligatoria la doble afiliación, al partido y al sindicato). Su origen fue otro, ya que había sido secretario general de las juventudes de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), partido en el que ya no milita. Precisamente por eso tiene doble mérito el que Ros haya conseguido ser elegido secretario general con más del 80% de apoyos.
Se ha encaramado a lo más alto del sindicato en Catalunya junto a Matías Carnero, el presidente del comité de empresa de Seat. Carnero compartirá como presidente de UGT Catalunya, un cargo de nueva creación, la dirección en la organización con Ros. “Se nos pide un nuevo modelo y un nuevo liderazgo, y eso es lo que estamos haciendo”, responde Ros cuando se le pregunta por cómo funcionará esa dirección dual. Uno de los primeros objetivos que se ha marcado el nuevo secretario es el de “conseguir que el sindicato tenga otra imagen” y que sea percibido por toda la sociedad como una herramienta útil para resolver los problemas.
Ros asegura que asume un sindicato con 150.000 afiliados y con las cuentas saneadas. Dispone de un presupuesto de casi 10 millones de euros, que en un 80% se financia con cuotas de los afiliados y honorarios de los servicios jurídicos.
Pese a que suena a reclamación vieja, Ros ha recuperado la bandera de que todos los salarios lleguen a como mínimo 1.000 euros. “Con la crisis actual cada vez hay más gente que tiene trabajo pero que no llega a fin de mes”, argumenta. Es una muestra de que quiere arrancar su mandato con un sindicalismo sencillo y con objetivos claros. Asegura que cuando en el 2007 iniciaron la anterior campaña para situar los salarios en 1.000 euros consiguieron que el 40% de los convenios incluyera como mínimo esa cantidad. Precisamente, el viernes pasado el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, se mostró abierto a que el salario mínimo interprofesional en Catalunya pudiera alcanzar el 60% del salario medio español y quedar en esos 1.000 euros. Es algo de lo que podrán discutir abiertamente. Ros y Puigdemont se conocen desde hace años. Con biografías e intereses cercanos, coincidieron en el 2008 en la Catosfera, un ciclo de debates sobre internet y nuevas tecnologías. Ros vive desde hace años en Girona, ciudad de la que Puigdemont era alcalde, y tiene la intención de seguir viviendo allí y bajar cada día a Barcelona en coche o en tren. Lleva dos décadas vinculado al sindicato. Comenzó en lo más duro, en el puerta a puerta para captar afiliados. Eso le permitió conocer lo difícil que es el papel del delegado sindical en una empresa. Inició estudios de formación profesional (FP) de administración hasta que a los 16 años se puso a trabajar en diversas empresas de la construcción como administrativo.
Por eso, en la acción sindical, como en la cocina, es autodidacta. Aprendió a cocinar igual que a hacer de sindicalista: acercándose a los restaurantes y preguntando por las recetas. En la UGT se aproximó a los comités de empresa para preguntarles por las recetas de la acción sindical. Ahora piensa cocerlas a fuego lento.
Comenzó en lo más duro, en el puerta a puerta para captar afiliados; así conoció el papel del delegado sindical