Indignados heterogéneos
Las protestas han crecido gracias a la redes, y al margen de los partidos tradicionales
Una pequeña manifestación contra la presidenta, Dilma Rousseff, recorrió el centro de São Paulo el lunes 27 de octubre del 2014. Nada extraño en el convulso Brasil de los últimos años, a excepción de que el día anterior la líder izquierdista había ganado la segunda vuelta de las elecciones al derechista Aécio Neves, por 51,64% del voto contra el 48,36%. El país había quedado dividido.
No obstante, la indignación de los miles de brasileños que desde entonces se han manifestado para pedir la dimisión de Rousseff no responde a motivos partidistas, sus razones son heterogéneas y el punto en común hay que buscarlo más en un sentimiento anti-PT (Partido de los Trabajadores) que en un apoyo a la oposición. De hecho, Neves, que pertenece al conservador Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), se benefició de esa indignación para aglutinar el voto contra el PT, que tras más de trece años en el poder acumula una imagen asociada a la corrupción.
En un país de 200 millones de habitantes, los ciudadanos están indignados sobre todo contra la corrupción y los privilegios de la clase política. El descrédito de los cargos públicos se manifiesta mayoritariamente contra el Gobierno federal petista, pero en las manifestaciones también se han vertido críticas contra la oposición. Sin ir más lejos, en la gran protesta contra Rousseff del 13 de marzo, con medio millón de personas en la avenida Paulista de São Paulo, se escucharon abucheos contra la presencia de Neves y otros dirigentes del PSDB. Es cierto que, según una encuesta de Datafolha, casi el 80% de aquellos manifestantes paulistas había votado por Neves y que el perfil sociológico respondía al de las clases media y alta, con un promedio de edad de 45 años y un 77% de ellos con estudios universitarios.
Los distintos movimientos que convocaron a través de las redes sociales aquellas marchas –al igual que las de abril del año pasado– en las principales ciudades del país se declaran distanciados de los partidos. Vem Para Rua, Revoltados Online o Movimiento Brasil Libres son algunos de estos grupos heterogéneos, desde liberales hasta de izquierdas, e incluso grupúsculos ultraderechistas que defienden abiertamente un golpe militar .
El precedente de los indignados actuales hay que buscarlo entre los miles de manifestantes que en el 2013 salieron a las calles de São Paulo y Río de Janeiro para protestar contra la subida del precio del transporte público. En aquel momento, previo a la celebración de la Copa Confederaciones de fútbol, el perfil era mayoritariamente de jóvenes de clase media y baja, de izquierdas, que también estaban desencantados con los políticos. Mucho más parecidos al de los indignados españoles del 15-M.
Ya en el 2013 miles de manifestantes se plantaron ante el aumento del precio del transporte público