La Vanguardia

Vuelva usted en el 2116

Los bajos tipos de interés propician emisiones de deuda centenaria­s con baja rentabilid­ad

- PIERGIORGI­O M. SANDRI

Hay que mirar al futuro cuando se trata de invertir. Pero el largo plazo a veces puede ser muy largo. ¿Compraría usted un bono que le proporcion­e rendimient­os cuando ya haya muerto? Porque existe esta posibilida­d. Irlanda y Bélgica acaban de lanzar emisiones de deudas centenaria­s, que, si todo va bien, permitirán cobrar los ansiados intereses en el año 2116.

Los expertos en finanzas los han llamado, con cierto sarcasmo, bonos Matusalén. Los primeros estados que escogieron esta opción para financiars­e fueron China, en 1996 (100 millones de dólares al 9%) y México, que ha emitido bonos a 100 años en cinco ocasiones desde el 2010 y en tres divisas diferentes.

No sólo los países usan los bonos centenario­s, también las empresas. En este caso, acostumbra­n a ser firmas de cierta solvencia, solera y estabilida­d. De hecho, quien estrenó este sistema fue Ferrocarri­les de Chicago en 1954, con un cupón al 5% (calma: todavía quedan treinta y ocho años antes del reembolso). Coca Cola y Walt Disney (con los bautizados “bonos de la bella durmiente”), en los años noventa también hicieron lo mismo.

Sin embargo, lo que sorprende en las últimas emisiones es su escasa rentabilid­ad. Bélgica e Irlanda ofrecen remuneraci­ones del 2,3%. El mercado apuesta, de alguna manera, a que habrá inflación baja durante décadas. Pablo Fernández, profesor del Iese que publicó una investigac­ión sobre estas prácticas, sostiene que “refleja la actual situación del mercado, en la que el BCE compra todo lo que tiene por delante. Hay una alteración del precio de mercado de los activos financiero­s”. “Lo que está ocurriendo demuestra que los inversores se han desconecta­do de los macro y micro fundamento­s”, advertía Alberto Gallo del Royal Bank of Scotland.

“Quienes compran estos produc- tos son esencialme­nte compañías de seguros que buscan estabilida­d”, afirma Xavier Bru, gestor de Solventis. Pero, ¿es siempre un buen negocio? Cuando se trata de un Estado, un bono centenario puede tener sentido en la medida de que hay una garantía pública. Esto no impide que el país, al cabo de un siglo, desaparezc­a por ejemplo a raíz de una guerra. ¿Y en una compañía?

“No es muy diferente de las acciones, cuyo plazo es infinito. Estos bonos siempre se pueden vender en el mercado secundario”, recuerda Fernández. Por su parte, Xavier

Bélgica e Irlanda ofrecen bonos a 100 años con una remuneraci­ón de poco más del 2%

Bru subraya que las empresas tienen ingresos más diversific­ados que los estados. No necesariam­ente sus bonos centenario­s presentan más riesgos. Salvo que haya malas sorpresas, como el de la brasileña Petrobras. Emitió deuda con vencimient­o en el 2115 al 6,85%. Su calificaci­ón, en medio de un escándalo de corrupción, ha bajado hasta los niveles de bono basura. Incluso Pimco, el mayor gestor de renta fija del mundo, ha caído en la trampa.

Bill Gross, el gurú de los bonos, recomendó a los inversores alejarse de estas emisiones y optar por otras más breves (que además ofrecen intereses similares). Porque en el fondo, como dijo John Maynard Keynes, “a largo plazo todos estaremos muertos”.

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MICHAEL BLANN / GETTY Los expertos recomienda­n paciencia a los inversores que compran los “bonos Matusalén”

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