Yo, Claudio
De cómo Ranieri pasó de ser el primer candidato al despido a entrenador del año
Volvamos al principio. Agosto del 2015. Arranca la temporada y Claudio Ranieri lidera una de las peores clasificaciones posibles: la sack race o carrera por el despido. Nadie en Leicester –club que acaba de sobrevivir al descenso– tiene clara la apuesta por el curtido técnico italiano, que ocho meses atrás ocupa todas las portadas de los periódicos cuando la selección griega, que él mismo dirige, cae ante las Islas Feroe. La Eurocopa de Francia se desvanece definitivamente. El entrenador nacido en Roma es descrito entonces por el presidente de la Federación Helénica como “la peor elección posible” y, por ende, es despedido. Los seguidores Foxes más ilustres, los más influyentes e incluso aquellos que conocen al dedillo la trayectoria de Ranieri, se preguntan ¿Por qué? ¿Por qué el Leicester? “Ranieri, ¿en serio?”, ahonda Gary Lineker, ferviente seguidor y ex jugador del club de las Midlands. “Es anodino”, explica el ahora presentador del programa Match of the day cuando le piden calificar al bambino de 64 años. Ranieri ríe socarrón. “Respeto todas las opiniones. No me preocupa ni me duelen sus comentarios, soy un viejo”, afirma el técnico.
Mayo del 2016. Finaliza una de las historias que más se contarán en los próximos años. Y décadas. Aquella de cómo un equipo que sólo quería sobrevivir al descenso, acabó siendo campeón de la Premier League. Gracias a él, Claudio. “Es un milagro, porque estamos a salvo”, confesaba hace unos días el técnico. “¿Os acordáis al principio, cuando Ranieri era el favorito a ser despedido y el Leicester a ser descendido? Yo lo recuerdo muy bien”, continuaba con ese inglés con acento y sorna italiana.
El nómada del fútbol, que no se considera mago si no un trabajador exigente, ha alineado los astros con su mano. Todo ha encajado. Cada detalle ha tenido importancia. Cada frase un sentido. “¡Dilly-ding, dilly-dong! ¡Despertad! Jugaremos la Champions League”, indica con su campanilla ficticia, la misma que su plantilla ha convertido en lenguaje clave. El dilly-ding, dilly-dong! ha tenido una recompensa inimaginable, encontrando dentro de cada jugador algo que otros habían dormido. Ranieri ha sabido, fruto de la experiencia, cómo gestionar un vestuario al que la fe inquebrantable le ha propulsado al cielo.
Un zurdo cerrado, mago del regate, llamado Riyad Mahrez ha puesto la clase. Jamie Vardy, que llevó un brazalete de libertad condicional que le obligaba a estar en casa a las 18.30 h de la tarde por una pelea de pub, ha sido la efectividad personificada. Kasper Schmeichel ha ganado puntos vitales con sus paradas. Wes Morgan ha puesto el carácter a la capitanía. Y Daniel Drinkwater se ha vuelto el ídolo de la grada.
Pero el amo y señor del corazón Fox es Ranieri. Se ha metido en el bolsillo a la afición de Leicester encumbrando el rol de figura paterna. Es el padre, o quizás el abuelo, de una gran familia futbolística. Un líder de características muy singulares y definitivamente opuestas a su predecesor, Nigel Pearson.
Dice el italiano que cuando se cuente la increíble gesta de su equipo, quiere que Robert de Niro sea el actor que la encarne. La banda sonora no puede ser otra que Fire de Kasabian, que les ha acompañado en todos los partidos de casa en el King Power Stadium. La escena de Claudio tarareando “Take me into the night, I’m an easy lover. Take me into the fight, I’m an easy brother… I’m on fire” será una de las más esperadas. “Cuando salgáis ahí fuera y escuchéis la canción significa que los fans quieren que seáis guerreros ahí fuera. Yo quiero veros como guerreros”, rezará De Niro emulando a la arenga estrella de Ranieri.
También habrá pizza. Porque siempre que mantuvieron la portería a cero, invitó a sus pupilos a delicatessen italiana. Habrá risas con las frases que pasarán a la posteridad. Emoción al recordar esos goles en el último minuto. Elogios al estilo serán escasos, pero poco importa. La historia estará contada por el propio protagonista, ya como emperador de la Premier. Quien la escriba, que se inspire en Robert Graves. Habrá versión contemporánea del Yo, Claudio.
Nadie en Leicester creía en Ranieri el año pasado, pero ahora recibe elogios de forma unánime “Es un milagro, porque estamos a salvo”, confesó hace pocos días el entrenador italiano