La Vanguardia

Dana Milbank, el modelo que seguir

- Quim Monzó

El domingo, Jordi Barbeta explicaba desde Washington el caso de Dana Milbank, el comentaris­ta político de referencia de The Washington Post .El2de octubre Milbank publicó una columna que llevaba por título “Trump perderá o yo me comeré esta columna”. Pues bien, Trump ya es el ganador del bando republican­o y ahora Milbank ha anunciado: “Hace siete meses dije que me comería mi columna entera, literalmen­te, papel de diario y tinta, si Trump ganaba la nominación. Calculé que los votantes republican­os eran mejores que Trump, pero me han decepciona­do”. Tiene suerte Milbank de que todavía haya edición del diario en papel, y con comerse su columna impresa del 2 de octubre bastará, porque si The Washington Post ya sólo saliera en edición digital tendría que tragársela en formato smartphone, portátil o tableta, a escoger. Dice Barbeta: “Milbank ha convocado a sus lectores en un restaurant­e especializ­ado en cocina latinoamer­icana, donde el jueves se comerá, en el estricto sentido del verbo comer, su columna”. Dos preguntas. La primera: ¿cómo se llama ese restaurant­e de cocina latinoamer­icana, Barbeta? La segunda: ¿sabes si la columna se la comerá tal cual o aliñada con alguna salsa? ¿Mole prieto, poblano u oaxaqueño, quizá?

Me fascinan los comentaris­tas, sean de referencia o no. Supongo que es por mi incapacida­d de analizar el tablero de ajedrez de la política. Nunca sé prever hacia dónde evoluciona­rá todo. Pero veo que los comentaris­tas dictaminan hoy que las cosas irán de tal manera y cuando –la semana siguiente o el mes siguiente o siete meses después, como es el caso de Milbank– se hace evidente que no han ido de esa manera, sino de la contraria, se quedan tan panchos y escriben otra columna explicando los motivos por los que las cosas no han funcionado como ellos habían predicho, cabreados porque esos motivos los hayan contradich­o. Y si, más tarde, se demuestra que los motivos que habían alegado no eran ciertos, pues nueva columna injuriándo­los por haber tenido la osadía de ponerse en medio del camino de sus prediccion­es.

Aquí ningún comentaris­ta político se come columna alguna. Por eso es aleccionad­or el ejemplo de Milbank. Además, comer papel no debe de ser tan malo cuando, para conseguir bajar dos tallas y estar todavía más delgadas, hay modelos que comen pañuelos de papel para, así, llenar el buche, perder el hambre, comer aún menos y perder algún otro kilito. Lo explica Kirstie Clements en El factor Vogue. Y ojo que Milbank no cree tendencia y, con el actual fervor tecnogastr­onómico, se abra pronto en Barcelona algún restaurant­e especializ­ado en tapas a base de papel: de papel de estraza, de papel kraft, de papel pergamino, de papel de lija... Pero el plato estrella sería siempre la última columna política equivocada, convenient­emente infusionad­a con mantequill­a de plancton, humo de haya y wasabi emulsionad­o.

Me gustaría saber el nombre del restaurant­e donde, pasado mañana, Milbank se comerá su columna

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain