Votar en blanco
El señor Lluís Palà (“El voto en blanco”, 8/V/2016) dice que quiere votar pero nada de lo que se le ofrece le satisface y duda de la utilidad del voto en blanco. El voto en blanco en unas elecciones puede tener varias lecturas. Es la opción del que se resiste a adquirir la responsabilidad de contribuir a la formación de un parlamento que podría no ser el idóneo para el país. Es el salvavidas de quien rechaza involucrarse en la construcción de un modelo definido de sociedad. Es el recurso que adopta el típico “que decidan los demás”. Sin embargo, al votante en blanco hay que reconocerle una mayor inquietud cívica que al abstencionista, aunque la abstención quizá sea más eficaz que el voto en blanco cuando se trata de mostrar disconformidad con el sistema, pero el disconforme tendría que ser capaz de proponer otro sistema más eficiente que el vigente y no limitarse a ejercer de antisistema.
Lo cierto es que a los políticos el voto en blanco les deja indiferentes. Por tanto, es mejor analizar, reflexionar, comparar y votar por una candidatura concreta, pero siempre con la convicción de que votar es un acto trascendente con efectos sobre millones de personas durante cuatro años. MARIANO RIERA Barcelona