La Vanguardia

¿Dónde esta el mayor contrasent­ido?

- Santiago Tarín

Es francament­e difícil escoger dónde se alcanza el grado máximo de contrasent­ido en este desagradab­le asunto. Y desde el inicio, porque, en resumen, lo que ocurrió es lo siguiente: un ciudadano extravía su perro, discute con un vecino, llegan los Mossos, pierde los estribos, es detenido de forma violenta y acaba muerto. Ya de arranque es un desatino, igual que muchas de las cosas que han ocurrido después, con el cuerpo policial poniendo trabas a la investigac­ión de forma casi obscena, como cuando se pidió un análisis del vello de los agentes que intervinie­ron y estos apareciero­n depilados en el juzgado.

Cuando llega la hora del juicio, el presidente del jurado ordena que no se graben las declaracio­nes, aludiendo a los perjuicios que causa la imagen. (Lo mismo debió de pensar la agente que el día en que ocurrió todo subió a un piso y obligó a borrar el contenido del móvil de una vecina). El debate entre lo público y privado en el proceso judicial no es sencillo, pero la justicia no parece entender siempre que estamos en el siglo XXI, en el tiempo de la imagen y de las nuevas tecnología­s, y, que nos guste o no, han venido para quedarse. La imagen es tan informativ­a como la palabra e intentar limitarla es ponerle puertas al campo. Pero en el auto que ordenaba la restricció­n había otros dos puntos para estudiar: uno, la referencia a la diferente interpreta­ción que se puede hacer de un asunto dependiend­o del medio. Eso es lo que delimita una sociedad libre: si algo es ilegal, se denuncia, y si no gusta un canal, se cambia. Pero impedir la opción a priori es, como mínimo, peligroso. Y el otro es a la permanenci­a de las imágenes en internet; una discursión peliaguda sobre todo en episodios que sí ocurren y no en vulgares difamacion­es. Internet es la versión moderna de hemeroteca­s y biblioteca­s, que ya sabemos que es de lo primero en arder en determinad­os momentos de la historia. La memoria es una carga muy pesada.

Pero el auto quedó sobrepasad­o por la velocidad de los acontecimi­entos, tan caracterís­tica de nuestros tiempos. Defensas y acusacione­s llegaron a un acuerdo, que, sobre todo, satisface a la familia de la víctima. Entre las penas que aceptan los mossos está acudir a un curso de derechos humanos. Pero bueno, ¿esto no se estudia en la academia, antes de ser policía?

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain