El culebrón del magnate de CBS
El juez dice que Redstone, de 92 años, está lúcido
Para el juez David J. Cowan el caso no requirió demasiadas pruebas. Apenas un día después de haber examinado la demanda presentada por los abogados de Manuela Herzer, dictaminó que el multimillonario Sumner Redstone, de 92 años, estaba lúcido para seguir decidiendo sobre su vida. Según la mujer de 51 años que hasta hacía poco tomaba las decisiones sobre la vida y la fortuna de Redstone, el anciano sufría de demencia senil y cuando le exigió que se marchara de la mansión de Beverly Park, en California, en la que convivían, simplemente obedeció a quienes conspiraban para sacarla de la escena.
Los abogados de Herzer se apuraron a anunciar que presentarían recurso contra la resolución, pero será difícil que logren convencer a otro juez de que el dueño del 80% del paquete accionarial de un conglomerado mediático que incluye a Paramount, CBS, Nickelodeon, MTV, Showtime y Comedy Central no estaba en sus cabales cuando grabó un testimonio de 18 minutos en el que decía claramente, aún con problemas para hablar, que quería a Herzer fuera de su vida, una prueba que sus abogados defensores presentaron el viernes.
Más que el rumbo que coja el juicio, lo que ha sorprendido a muchos en Hollywood es que saliera a la luz la disputa que tuvo lugar entre bastidores en la lujosa mansión de 20 millones de dólares, con un lujo de detalles que haría palidecer de envidia a los guionistas de
Dallas. Un conveniente acuerdo extrajudicial hubiese dejado a la prensa y a los atentos accionistas del conglomerado Viacom fuera del tema y probablemente habría permitido que Redstone siguiera ocupando el cargo de presidente de la compañía. Pero la demanda presentada por Herzer ante los tribunales en noviembre obligó al hasta entonces todopoderoso anciano a renunciar, dejando a cargo a su hija Shari, de 62 años, con la que nunca había ocultado sus diferencias.
En los papeles presentados ante el tribunal, Redstone admitió haberse gastado en los últimos años 150 millones de dólares (132 millones de euros) en Herzer y otra ex- novia, Sydney Holland, a las que regaló casas, prendas de los mejores diseñadores, dinero en efectivo y viajes lujosos con todos los gastos pagados. Toda esa generosidad acabó de forma brusca cuando echó a ambas de su mansión, una tras otra. Si bien Herzer habría aceptado un arreglo extrajudicial por 30 millones de dólares, fue Redstone quien decidió ir a los tribunales y no aceptar lo que consideraba lisa y llanamente una extorsión.
El multimillonario había conocido a Herzer 15 años atrás en una fiesta y le propuso matrimonio, pero ella no aceptó. Cuando en el 2009 Redstone se divorció de su segunda esposa, Paula Fortunato, Manuela inició con él una amistad especial y se mudó a Beverly Park
después de que el millonario echara a Holland en agosto, al enterarse que ella le había sido infiel. Según los escritos judiciales, la convivencia fue muy complicada, ya que Redstone exigía mantener relaciones sexuales a cada rato y se ponía a llorar con frecuencia. Eso no impidió que Herzer aprovechara la American Express sin límite del millonario, que había levantado un imperio valorado en 42.000 millones de dólares. Entre los meses de agosto y octubre, Manuela gastó 200.000 dolares, a lo que hay que sumar muchos otros miles en una tarjeta Visa. Incluso pidió que el banco enviara a la mansión 40.000 dólares en efectivo e hizo ejecutar un acuerdo por el que Redstone donaba 5 millones de dólares a la fundación Herzer. La súbita interrupción del romance también incluyó que Manuela se quedara fuera de la herencia. De acuerdo con el testamento vigente hasta ese momento, la mujer iba a recibir 50 millones de dólares y se quedaba con la mansión.
Sin embargo, no hay que inquietarse por Herzog. Por más que el juez que reciba la solicitud de apelación ratifique la sentencia, no pasará apuros económicos aunque no reciba un dólar más de Redstone. Se calcula que durante los años en que fue su amiga, su asistente y algo más, amasó una fortuna personal de unos 70 millones de dólares (61,5 millones de euros), con lo que tendrá para vivir muy bien el resto de su vida.
El millonario admitió en el juicio que en los últimos años ha gastado 150 millones de dólares en dos exnovias