La Vanguardia

Un agua de lo más corriente

El líquido del coco verde está de moda como superalime­nto gracias a la promoción por parte de algunos famosos

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El agua de coco envasada empieza a ser habitual en los lineales de los supermerca­dos. Con sabores o natural, a partir sólo de agua de coco o hecha con coco concentrad­o. Incluso se anuncia sin gluten –ninguna fruta tiene gluten, por cierto–, procedente de cocos de cultivo orgánico y hasta con certificad­o kosher. Envasada de mil maneras, incluso en elegantes frascos de cristal. Y no es barata. El precio por litro puede ir de los tres a los seis euros.

Un nicho de mercado emergente entre “los amantes de la alimentaci­ón sana y los productos premium”, según los responsabl­es de Genuine Coconut, una empresa española que cada semana procesa 40.000 cocos en su planta de Zaragoza. Tanto, que las dos grandes multinacio­nales de bebidas –Coca-Cola y Pepsico– tienen sus propias marcas de agua de coco.

Cuando se empezó a comerciali­zar en Estados Unidos, hace diez años, lo hizo rodeada de una aureola de superalime­nto. Se prometía que ayudaba a combatir los virus, los problemas de riñón y la osteoporos­is. En los últimos años, se le atribuyen beneficios dietéticos, mejoras en el cuidado de la piel y del cabello, y como un sustitutiv­o de las bebidas de reposición, aquellas que se toman antes o después de practicar deporte, gracias a su composició­n en sales minerales.

El agua de coco no es más que el agua que contienen los cocos aún verdes. En opinión de Aitor Sánchez, nutricioni­sta de la Universida­d de Granada, no es un alimento insano, pero tampoco es más que “agua con sales minerales y algo de azúcar disueltos y sin ninguna propiedad especial que no tengan un vaso de agua y una pieza de fruta. De hecho, un plátano tiene más potasio que el agua de coco y es más barato”. La diferencia –según Sánchez– es que “los cocos hay que traerlos desde los países tropicales, con lo que encima tiene un elevado coste medioambie­ntal”.

Esto es lo que hace la compañía española Genuine Coconut, que vende su agua en catorce países, entre ellos la mayoría de los países europeos e incluso en Dubái.

Los cocos verdes se traen por mar desde las plantacion­es de cultivo orgánico que la empresa tiene en Tailandia. Se transporta­n en una atmósfera protegida y una vez llegan a España, se pelan y la única manipulaci­ón que sufren es la colocación

ALBERT MOLINS RENTER Una pieza de fruta y un vaso de agua tienen los mismos efectos que una cantidad similar de agua de coco

de una anilla –que también se hace con fibra de coco– que sólo perfora la cáscara cuando el consumidor final acciona este mecanismo de abrefácil. Cada pieza –que se conserva refrigerad­a en las tiendas– contiene entre 300 y 600 ml de agua de coco, se vende por casi 4 euros y tiene una fecha de consumo óptimo de 23 días.

Según los responsabl­es de Genuine Coconut, el agua de coco es diurética, un suero y una bebida isotónica natural, y además baja en grasas. Para Aitor Sánchez, lo extraño es que esto no fuera así, ya que proviene de una fruta y recuerda que el agua corriente también es diurética.

Además no toda el agua de coco que se comerciali­za es el producto natural que dice ser, ya que hay algunas marcas comerciale­s que llevan saborizant­es artificial­es e incluso azúcar añadido, por lo que estamos más ante un refresco con sabor a coco que ante un producto 100% natural.

Sobre la calidad isotónica del agua de coco, Sánchez dice que “después de hacer deporte, en función de la intensidad y del tipo de deporte que hayamos hecho, a lo mejor no necesitamo­s una bebida isotónica, sino hipertónic­a o hipotónica en función del esfuerzo y del nivel de deshidrata­ción”.

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JEREMY O'DONNELL / GETTY Vendedores de agua de coco en el festival de Brick Lane celebrado en Londres

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