¿Y si el folletón continúa?
Dos años trabajó el cineasta Fabien Caux-Lahalle en su Qui a
volé le Boléro de Ravel? (¿Quién robó el Bolero de Ravel?), 52 minutos para televisión y documental de nueve episodios en internet (Culturebox), imágenes para comprobar, por ejemplo, que Edouard no daba la talla frente a la corpulenta Jeanne. Tendrá que rodar más escenas. Porque cinco días antes de la prescripción de los derechos, un ejército de abogados se presentó en la Sacem. Representaban a los descendientes de dos rusos, la coreógrafa Bronislava Nijinska y el escenógrafo Alexandre Nicolaievitch Benois. Detalle artístico: el Bolero no es una composición musical –arguyen– sino la música de un espectáculo. Un trabajo colectivo. La coreógrafa y el decorador serían coautores. Lo curioso es que lo advertían 77 años después del estreno. Pero si los jueces les dan razón, los derechos se prolongarán veinte años –Benois murió en 1960–, lo que explica que la sucesión Ravel los apoye. Reunida en consejo excepcional –Nelly Quérol ausente, para evitar conflicto de intereses–, la Sacem desestimó el recurso. Los juristas irían a tribunales y el desenlace sería incierto. Hasta el punto de que, el 3 de mayo, Le Figaro –y con el matutino todos aquellos que habían programado concierto– se preguntaba si el Bolero había o no pasado, el 1 de mayo, al dominio público.