Explicarse el catalanismo
Pierre Vilar, el gran historiador francés, fue uno de los raros hispanistas capaces de entender España en toda su complejidad. Para ello necesitaba observar y analizar sin prejuicios, como él trató de hacer, el fenómeno de las nacionalidades que habían sobrevivido en un Estado que no había logrado asimilarlas a una unidad “nacional”, como sí había conseguido la Francia jacobina.
Puestos a entender en profundidad la “histoire de l’Espagne”, necesitaba entender la supervivencia del hecho diferencial catalán. Y esto le llevó a analizar históricamente la cuestión en su magna obra Cataluña dentro de la España moderna.
“Creo, sinceramente, que sólo el retraso económico del conjunto español (debido sin duda a la decadencia que siguió a las conquistas coloniales) ha impedido a España evolucionar como la mayoría de las otras naciones europeas, es decir, hacia una unidad nacional en el sentido siglo XIX”. Lo escribe en una larga carta a un colega castellano, probablemente Claudio Sánchez-Albornoz, que publica la revista L’Avenç como adelanto editorial de un libro en el que Rosa Congost analiza la formación de los criterios historiográficos del joven Pierre Vilar.
Vilar dice que trata de explicarse –“y no justificar o criticar”– el fenómeno del catalanismo (aún hoy tan poco comprendido como caricaturizado en los medios políticos y mediáticos con epicentro en Madrid). “Los políticos castellanos imaginan que el catalanismo es un producto de los políticos catalanes”. Pero “uno se siente obligado a admitir que probablemente los políticos catalanes son un producto del catalanismo, y no al contrario”.
La carta, no se sabe si efectivamente cursada y recibida, fue escrita el 1 de junio de 1939, cuando algunas voces del exilio español consideraban a los catalanes los culpables de la derrota.
Vilar observa que “la guerra ha acentuado el anticatalanismo de muchos españoles”. Y escribe a su colega: “Acepto totalmente lo que usted dice: españoles de izquierdas y de derechas están de acuerdo hoy en su anticatalanismo”.
Pierre Vilar quiso entender el desencuentro entre Catalunya y el Estado con una honestidad intelectual que contrasta enormemente con la superficialidad, el tono tajante, sarcástico y prepotente, la descalificación sumaria y la repetición de lugares comunes que ahora retrata, con nombres y apellidos, el profesor Sánchez-Cuenca en su valiente ensayo La desfachatez intelectual.