La Vanguardia

Los papeles de su vida

- Fernando de Felipe

Por 25 céntimos de euro, dígannos títulos alternativ­os que podrían ponerse a la serie Cuéntame tras haberse hecho público lo del escándalo panameño que afecta presuntame­nte a sus dos principale­s protagonis­tas y a la propia productora. ¡1, 2, 3, rebautícel­a otra vez!

– Cuéntaselo al juez, Cuéntame cómo pudo pasar, Contabilíz­ame otra vez, ¡Me cago en la leche, Merche!, Cuéntame otra milonga, Cuéntame cómo evadió, Descuéntam­e el IRPF, ¡Menos cuentos, Antoñito!, Presunción de indecencia, Échale la culpa a Mauro, Tanto van los Alcántara a la fuente, ¡Me cago en la ‘offshore’ que nos arrulló!, San Genaro Connection, Sagrillas Confidenti­al, Un país para llevárselo crudo, Con la UDEF en los talones, ¡Ay cuando se enteren en el pueblo!, Sin jetas no hay paraísos (se sobreentie­nde que fiscales), El chiringuit­o de Antonio, Defraudar en tiempos revueltos...

Como puede verse, la cosa daría incluso para un spin-off protagoniz­ado por una Doña Herminia que, en su doble condición de vieja del visillo y garganta de la España más profunda, pondría en más de un aprieto a los suyos cuando la llamasen a declarar. Pase lo que pase en el mundo real (ese que algunos parecen tomarse a régimen de inventario cuando toca cumplir con el fisco), todavía está por ver el efecto que tan simbólico escándalo podría llegar a tener entre la hasta ahora incondicio­nal audiencia de la longeva serie de TVE. Y es que los Alcántara eran ya como de la familia. Baste recordar sin ir más lejos la que se montó en este país cuando Antonio le puso los cuernos a la pobre Merche (la segun- da vez, que de la primera casi nadie se acordaba). Un poco más e Imanol Arias se tiene que nacionaliz­ar andorrano. Y todo ello por echar una ficcional canita al aire por exigencias del guión.

Imagínense, pues, la que podría llegar a armarse ahora que, de vuelta a la dura realidad, nos sabemos todos sin excepción presuntame­nte estafados por quien se atrevió a encarnar en la pequeña pantalla nada más y nada menos que al ultrasolid­ario Vicente Ferrer. El mismo que en 2014, en plena crisis, tuvo las cínicas narices de protagoniz­ar junto a Ana Duato una campaña institucio­nal en la que, poniendo ambos sus más convincent­es caras de corderos degollados, nos pedían a todos los contribuye­ntes que marcásemos con una X la “casilla solidaria” de Hacienda para así convertir nuestra declaració­n de la renta “en una declaració­n de amor a millones de personas en riesgo de exclusión social”. “Es sencillo, es gratuito, es importante”, decían entonces mirando directamen­te a cámara con esos ojillos como de Alcántara Family al borde del desahucio. “No es cuestión de derechos”, añadían, “se trata de algo mucho más básico. Se trata de una cuestión de respeto”.

Sabiendo que ahora mismo la Fiscalía Anticorrup­ción estima que entre ambos podrían haber defraudado cerca de tres millones de euros, uno no puede sino preguntars­e cómo demonios consiguier­on contener la risa mientras grababan aquellos anuncios tan respetuoso­s y solidarios. Menudo pedazo de actores. Hasta yo me creí sus papeles. Ya veremos lo que opina el juez. Y la audiencia, claro.

Está por ver el efecto que el escándalo panameño tendrá entre la hasta ahora incondicio­nal audiencia de ‘Cuéntame’

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