La Vanguardia

Apóstol de la figuración

PATRICK GEORGE (1923-2016) Pintor

- RAFA MARTÍNEZ

En la Inglaterra de la segunda mitad de la década de 1930 se formó un pequeño grupo de artistas que defendía –en detrimento del vanguardis­mo imperante– el naturalism­o y el realismo en la pintura. Los miembros de la Euston Road School salieron del entorno de la School of Drawing and Painting de Londres. Uno de ellos, William Coldstream, recaló como docente en otro centro no menos importante, la Slade School of Art, en 1949. Ese mismo año ingresaron con él otros profesores como Lucian Freud, exitoso defensor de la figuración pictórica, y Patrick George, fallecido recienteme­nte a los 92 años, que acabó siendo director de la institució­n.

George había tenido previament­e a Coldstream como profesor en Slade. También a Maurice Feild, otro de los entusiasta­s del grupo de Euston. Tanto uno como otro ejercieron una influencia más que considerab­le en el joven estudiante, que se nutrió de sus enseñanzas y de los grandes maestros como Durero o Rubens.

El germen de la educación artística recibida por nuestro pintor se remonta a sus primeros años en la escuela, una época afortunada en la que tuvo como profesor de inglés al mismísimo W.H. Auden. Posteriorm­ente, las clases en el Edinburgh College of Art previas a su ingreso en Slade, a comienzos de la década de 1940, le darían el primer gran impulso que lo llevaría a dedicar toda su vida a la pintura pese al poco entusiasmo que percibía en su familia, totalmente ajena al mundo del arte.

En una entrevista concedida a Neil Plotkin, George aseguraba haber entendido tempraname­nte que, en un tiempo en que Cézanne constituía la referencia básica para los pintores, que Matisse y Picasso habrían de imponerse. En cuanto a su modo de entender la pintura, trató siempre de pintar las cosas tal y como son; o tal y como podrían llegar a ser, en caso de no poder llegar hasta el fondo de ellas.

De este modo comenzó pintando paisajes industrial­es del entorno de su Manchester natal. Poco a poco se impusieron el retrato –un buen ejemplo lo encontramo­s en el que hizo de Enid Starkie, la célebre biógrafa de Arthur Rimbaud–, la naturaleza muerta y el paisajis- mo como géneros predominan­tes de su pintura. George expuso en el seno del London Group, una asociación de artistas que nació hace ahora poco más de un siglo como reacción a la Royal Society (no en vano, en sus inicios se agruparon en torno a él miembros de los grupos de Bloomsbury y de Candem Town, así como los vorticista­s comandados por Wyndham Lewis), llegando a asociarse a él en 1958.

Otra de las muchas exposicion­es colectivas en las que participó es la que en 1981 cruzó el Atlántico para recalar en New Haven (en la Yale School of Art, más concretame­nte) y California (Museo Arte de Santa Bárbara). Nos referimos a Eight Figurative Painters, en cuya nómina aparecía al lado de compañeros de profesión como Francis Bacon, Frank Auerbach, Lucian Freud o el propio Coldstream.

Vivien Raynor, la periodista del New York Times que visitó la muestra, concluyó su crónica de forma significat­iva: “Se diría que Inglaterra no ha sido golpeada nunca por el neodadaísm­o, el expresioni­smo abstracto o el arte conceptual”. George lo veía de otro modo: según él, la pintura figurativa ni había dejado de existir ni habría de hacerlo en el futuro. Su mayor o menor visibilida­d era –afirmaba– cuestión de modas, del ir y venir de los tiempos.

Poco amigo de la popularida­d, estos últimos años vivió retirado en Suffolk, aunque mostró sus pinturas con cierta regularida­d en la galería londinense Browse and Darby.

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