La Vanguardia

Bailando en la oscuridad

- Carlos Zanón

El Barça sabe detenerse en su caída al abismo, no se deja vencer por su autocompla­cencia melancólic­a

Se gana la Liga. Es sábado noche y toca Bruce Springstee­n en la ciudad. Al guionista que teje nuestros destinos a veces le puede tanto Hollywood que uno sospecha estar viviendo El

show de Truman. El barcelonis­mo estuvo a un paso de meterse en la negrura pantanosa de Darkness of

the edge of the town, pero el equipo esquivó a tiempo a la chica de la curva y ahora, míranos, entonando a pleno pulmón Bobby

Jean. El mencionado guionista que ahora también sabemos que es lector de Homero, cuando nuestros muchachos estaban a punto de llegar a Ítaca, quizá castigó a Neymar por el aniversari­o de su hermana, a Alves por sus vídeos de la risa, a Piqué por un tuit de más a Arbeloa o a Luis Enrique por tratar mal a algún dios disfrazado de periodista en rueda de prensa. Nunca lo sabremos. Los designios de los guionistas, como los de los dioses, suelen ser inescrutab­les. Pero lo cierto es que cuando atisbaban ya las costas de la patria se convocó una tormenta perfecta y el castigo consistió en alejarlos furiosamen­te de los títulos. En el fondo, parecía el dichoso juego de la oca: casilla de salida, vuelta a empezar y ya veremos si llegas a tiempo. Naufragio en la Champions y cara o cruz en la Liga. Como señala Piqué, que emerge de esta Liga como líder –uno nuevo: desacomple­jado, que gestiona mejor acuerdos entre padres divorciado­s que se lleven mal que en la fecunda rutina de matrimonio­s sin amor, tan distinto a los ponderados Xavi, Puyol o Iniesta como lo es Carles Puigdemont de los anteriores presidente­s de la Generalita­t–, esta Liga la han debido ganar dos veces. Puigdemont u Homs le copiarán la frase en nada. Se aceptan apuestas al respecto.

El guionista demiurgo consiguió dar emoción a un tramo final que parecía la enésima marcha militar culé, y el grupo tuvo que demostrar de qué estaban hechos los sueños y, de paso, ellos mismos. Reaccionó bien con el mencionado Piqué, Messi, Mascherano, Iniesta y un Suárez que lo metió todo y más. Lástima que el giro narrativo conllevó privar al Barcelona de cualquier opción de ganar la Champions y que haya muchas de que la gane el Real Madrid. Además, el destrozo aseguró a Zidane para la próxima temporada. Es cierto que duele más perder la Liga y el pichichi –lo sentimos, Aquiles– en el último partido, o eso de recuperar esperanzas cuando ya no las tenías para volver a perderlas al final, pero también el madridismo y su grupo de jugadores salen reforzados con una confianza en sí mismos que antes del clásico del Camp Nou no tenían.

La consecució­n de este título de Liga, además de constatar muchos aspectos de la supremacía de un equipo, una manera de jugar y de reinventar­se, arroja una prestación nueva. El Barça sabe detenerse en su caída al abismo. No se deja vencer por su emblemátic­a autocompla­cencia melancólic­a. Hemos asistido al fin del pathos adolescent­e de la culerada. Cómo gestionamo­s lo que nos sucede funciona muy parecido a una alergia alimentici­a. Una vez la padeces, el cuerpo, la piel la memoriza, y ante ingestas parecidas, la reacción también lo es. La próxima vez que el Barça vea que alguien ha cambiado los carteles y que no le queda carretera bajo los pies, el grupo y nosotros recordarem­os que, al caer, cabe la posibilida­d de no tener que llegar al fondo para volver a subir. Veremos. Pero hoy es sábado noche, y uno puede cerrar los ojos y encontrars­e bailando en la oscuridad con música del de Nueva Jersey y la E Street Band. Queda la Copa del Rey. Y que Springstee­n deje de destrozar

Purple rain. Aunque igual ambas cosas son mucho pedir.

 ?? DENIS DOYLE / GETTY ?? Euforia. Los jugadores del Barcelona festejan sobre el césped del Nuevo Los Cármenes el título de Liga, el pasado sábado. Los futbolista­s volvieron al campo un rato después de terminar el encuentro porque se había producido una invasión de público
DENIS DOYLE / GETTY Euforia. Los jugadores del Barcelona festejan sobre el césped del Nuevo Los Cármenes el título de Liga, el pasado sábado. Los futbolista­s volvieron al campo un rato después de terminar el encuentro porque se había producido una invasión de público

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