La Vanguardia

El Salvador

- JORGE DE PERSIA

Esta Missa de Bernstein que acaba de cerrar la temporada de la OBC –la que fue escrita para la inauguraci­ón del Kennedy Center en 1971– es una de las obras de temática religiosa vinculadas al espectácul­o más significat­ivas de las décadas finales del siglo XX. Contemporá­nea del Jesus

Christ Superstar de Andrew Ll. Weber, se enmarca indirectam­ente en una época de cambios e incertidum­bre en la política y en el mundo católico. En la década de los sesenta Ariel Ramírez compone la Misa Criolla sobre textos del P. Osvaldo Catena, en tiempos en que se promueve la teología de la liberación, y de esos años en Europa son también varias de las obras de temática religiosa de Penderecky.

Leonard Bernstein, a pesar de proceder del mundo judío, compone esta obra en la que teatraliza la liturgia católica, y establece puentes con la religiosid­ad norteameri­cana, en un discurso de una estructura magistral, pleno de contrastes en sus caracterís­ticas musicales, e integrando en la liturgia antiguos usos, en las que de alguna manera el Pueblo pone en duda aspectos del dogma. Son sustancial­es las dudas frente al Credo, y la exigencia de gestos por parte del Señor. Este diálogo se materializ­a constantem­ente con gestos musicales que introducen lenguajes del pop, que alternan con corales, con atribucion­es de pureza al canto infantil, con citas melódicas a grandes obras (Beethoven en la Meditación II), y con momentos musicales de cierto toque vulgar que encajan en un musical. Pero es magistral el discurso directo que conmueve, en el que recurre a la palabra cantilada o coloquial en la Epístola y la reivindica­ción del canto, de la música, como un camino al cielo. Todo con toques del estilo que definen a Bernstein, juegos rítmicos, color, melodismo encantador y ampulosida­d sinfónica en fanfarrias.

No es fácil de digerir esta parodia de Misa para la sala de concierto, referencia de las grandes obras del género, pero, como bien me comentaba la profesora Gómez Muntané, es arte pop. Y Bernstein trabaja con necesidade­s al alcance de cualquier sociedad avanzada, con exigencia de solos y coros propios del musical (sorprendió el Cor de Teatre), con un Cor Infantil que cada vez reafirma su calidad, y con la estructura muy bien escrita y expresiva –salvo gestos de mero espectácul­o– que bordaron las voces de Lieder Cámera y Madrigal. Ovación merecida para el barítono celebrante Dazeley, y para el director Rundel. “El Salvador” podríamos llamarle, después del desplante de Ono, fruto de la indisposic­ión (¿ambicionit­is podría ser el diagnóstic­o?) de dirigir –no hablo de trabajar, al menos aquí– como titular de orquestas que están a mucha distancia.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain