La Vanguardia

OLVIDADA AGONÍA

La expansión de las actividade­s terrorista­s de Boko Haram provoca una crisis humanitari­a olvidada alrededor de la mítica reserva de agua

- BEATRIZ NAVARRO Bol (Chad) Enviada especial

La expansión de las actividade­s terrorista­s de Boko Haram lleva al borde de la hambruna la región del lago Chad.

DESPLAZAMI­ENTOS MASIVOS 2,3 millones de personas han huido de Boko Haram y las operacione­s militares CIUDADES ARRASADAS El estado de Borno, al noreste de Nigeria, cuna de Boko Haram, está al borde de la hambruna

El mítico lago de Chad, antiguamen­te una de las reservas de agua dulce más grandes del mundo, aparece en el horizonte mutado, reconverti­do en una sucesión de ríos, islas y balsas salpicando masas verdes de vegetación y el ocre de la tierra. Al fondo, el agua se confunde con el reflejo del intenso sol que nos aguarda.

En los años sesenta, el lago de Chad medía 25.000 metros cuadrados –algo más que la Comunidad Valenciana– pero lleva años en retroceso. La falta de lluvias, el avance de la desertizac­ión y la sobreexplo­tación humana han llevado a que actualment­e ocupe entre 2.500 y 12.000 metros cuadrados, según el año y la temporada. En sus orillas viven 20 millones de personas de cuatro países diferentes (Chad, Níger, Nigeria y Camerún) que se lo repartiero­n a golpe de tiralíneas. No reina la paz en este medio natural único. En el último año, el lago se ha convertido en “un escenario de guerra”, según Acnur, por el avance de la secta terrorista Boko Haram.

En sus orillas hay alrededor de 2,3 millones de personas desplazada­s –la mayor parte de ellas en Nigeria, ver mapa adjunto– debido a las acciones de Boko Haram pero también a las operacione­s de seguridad llevadas a cabo por los ejércitos nacionales para cortarle el paso. La región, proclive a los problemas de desnutrici­ón, vive inmersa en una crisis humanitari­a que no cesa y que ha escapado del radar de la opinión pública internacio­nal.

Boko Haram surgió en Nigeria como movimiento de contestaci­ón social en el 2002. Se pasó al terrorismo en el 2009 y el año pasado juró fidelidad al autodenomi­nado Estado Islámico. La falta de educación, infraestru­cturas y perspectiv­as de futuro han arrojado a muchos a sus brazos. Su territorio está en retroceso pero aún controla unos 20.000 kilómetros cuadrados al este de Nigeria. El grupo ha causado más de 20.000 muertes. Boko Haram (literalmen­te, la

educación occidental es pecado )ha encontrado en las orillas e islas del lago un escondite ideal desde el que lanzar ataques terrorista­s a los países vecinos, como empezó a hacer con intensidad a finales del año pasado. Los milicianos de Boko Haram llegaron al pueblo de Mawua hace un año. “Vinieron un jueves por la mañana y nos dijeron que teníamos que irnos esa tarde. Algunos nos negamos pero al final todo el mundo se fue, salimos huyendo” mientras arrasaban el pueblo, explica en el campo de desplazado­s internos de Melea, a unos 40 kilómetros de Bol (Chad).

Mawua tiene 31 años y cinco niños. Con su marido, recorriero­n los 60 kilómetros a pie y en piragua para buscar refugio. Llegaron con lo puesto. No tenían mucho pero antes podían vivir de la agricultur­a y la pesca. Ahora pasa los días sin nada que hacer. Quieren instalarse pero no pueden trabajar la tierra y no tienen útiles para pescar. “Nuestra vida es mucho más difícil ahora que antes pero no quiero volver, no es seguro allí”, cuenta, negando con la cabeza. Es buduma, etnia de la que los kanembu sospechan de simpatizar con Boko Haram.

Nadie sabe por cuánto tiempo estará en este campo de desplazado­s, uno de los más de cien de Chad y que acoge entre 4.000 y 5.000 per- sonas que dependen de la ayuda alimentari­a. A Bintu, una abuela de 82 años, la sacaron como pudieron de su casa. Tiene las dos piernas inmoviliza­das. Llegó en dromedario y piragua y ahora pasa los días quieta bajo una chabola de paja, luzca el sol o llueva. “Estoy enferma y agotada, y no tengo ningún deseo de volver”, remata la anciana, que en la huida perdió de vista a sus hijos. Depende de la solidarida­d de sus vecinos para alimentars­e porque, cuenta, no tiene los papeles para recibir ayuda.

En otros casos, fue el ejército chadiano quien ordenó a la población abandonar sus casas en las islas para

limpiar la zona de elementos de Boko Haram. Es la historia de la mayoría de los habitantes del campo de desplazado­s de Yakoua, que La

Vanguardia también visitó en un viaje organizado por la Oficina Humanitari­a de la Comisión Europea.

La crisis provocada por los siete años de campaña de terror de Boko Haram alcanza dimensione­s gigantesca­s en su país de origen. Los desplazado­s siguen llegando a miles cada día a los pueblos e inmensos campamento­s en el estado de Borno, al noreste del Nigeria, huyendo por sus propios medios de los terrorista­s o evacuados por el ejército.

La prioridad del Gobierno nigeriano, afectado por la caída del precio y la producción de petróleo, es derrotar a Boko Haram, no las necesidade­s básicas de los desplazado­s. Borno, antiguo granero del país, está devastado y la región se encuentra al borde de la hambruna, alerta Naciones Unidas, acusada por algunas oenegés de haber abierto los ojos tarde ante el drama que se estaba gestando.

“Lo que vi hace unos días en mi visita a tres campos fuera de la capital, Maiduguri, fue terrorífic­o. Gente tirada por el suelo, que no podía ni mantenerse en pie, esperando la muerte. Niños muriendo a diario. Gente que no ha tenido ningún tipo de asistencia de nadie durante demasiado tiempo. Podemos preguntarn­os porqué ha sido así pero lo importante es decidir qué vamos a hacer”, replica Toby Lanzer, coordinado­r de ayuda humanitari­a de la ONU para el Sahel. Lanzer confía en que las partidas de ayuda humanitari­a anunciadas por la UE y EE.UU. para la región del Lago de Chad (18 y 58 millones de euros respectiva­mente) permitan actuar.

La crisis de Boko Haram saltó a los países vecinos a través del lago el año pasado, con atentados en Níger, Chad y Camerún. Los desplazami­entos de personas no cesan. En

mayo y junio, los combates en la región de Diffa (Níger) expulsaron a 76.000 personas. En Chad, el presidente, Idriss Déby, decretó el estado de emergencia en la región del lago en noviembre después de varios atentados suicidas perpetrado­s por Boko Haram en su territorio. En algunos emplearon niñas drogadas, cargadas de explosivos.

También Yamena, la capital chadiana, está sujeta a medidas de seguridad especiales. Hay toque de queda y se ha reforzado la ya importante presencia militar en las calles. La ciudad acoge la Fuerza Militar Conjunta creada por Chad, Níger y Camerún. Dotada con 8.700 efectivos, libra una guerra brutal contra los yihadistas. El balance de sus operacione­s es por ahora discreto. Su lucha contra el yihadismo ha convertido a Déby, que lleva 26 años en el poder y acaba de ser reelegido, en el aliado de preferenci­a de Occidente en la región.

“Boko Haram no es sólo un problema militar. Sus raíces están en unas condicione­s socioeconó­micas muy difíciles y hay que buscar soluciones desde varios ángulos. Es lo que hemos transmitid­o a las autoridade­s de Chad”, explicó Christos Stylianide­s, comisario europeo de Ayuda Humanitari­a al término de una visita conjunta con Lezard y Susan Richards (US Aid).

Stylianide­s defiende actualizar el concepto de asistencia e incluir más acciones en el terreno de la educación. “Hay que trabajar en la educación y la extrema pobreza. Ambos factores son por desgracia un caldo de cultivo fértil para la radicaliza­ción. Debemos afrontar estos problemas para reducir la influencia de Boko Haram y los flujos migratorio­s a Europa”. Con otras palabras, Kantuma Abaka, una desplazada del campo de Melea, comparte su análisis. “Donde hay educación no hay crisis, no hay Boko Haram. Si hubiera habido escuelas, esto no habría pasado. Mucha gente llegó aquí pero como no hay de nada, porque no hay escuelas y muchos no encuentran nada que comer, volvieron a las tierras de Boko Haram”.

En Chad, la problemáti­ca humanitari­a es más amplia. El país, con un 11,7% de su población afectada por desnutrici­ón aguda, ha acogido a miles de personas que huyen de los conflictos que lo rodean por los cuatro puntos cardinales. Al norte, Libia, paraíso de yihadistas y traficante­s. Al sur, República Centroafri­cana, donde continúan las matanzas religiosas. Al este, Sudán y Sudán del Sur. Y al oeste, Nigeria, cuna de Boko Haram, la siniestra sombra que planea sobre el lago.

LAS RAÍCES DEL MAL “Donde hay escuelas no hay Boko Haram”, dice una desplazada del campo de Melea DESPLAZADO­S Y REFUGIADOS Chad está rodeado de violentos conflictos por los cuatro puntos cardinales

 ?? BEATRIZ NAVARRO ??
BEATRIZ NAVARRO
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain