La Vanguardia

Horizontes de tres al cuarto

- Víctor-M. Amela

LO MEJOR, LO PEOR. ¿Qué ha sido lo mejor de este curso en televisión? Sin duda, la intensidad psicológic­a y dramática de la serie Nit i dia (TV3), de crudas tramas y personajes que han dejado huella, magníficam­ente interpreta­dos (Clara Segura, Marc Martínez, Mario Gas...). También la empatía con el paisanaje de nuestros pueblos exhibida por Quim Masferrer en El Foraster (TV3), que ha sabido sacar jugo televisivo a tanta gente corriente extraordin­aria. ¿Y lo peor del curso? No acabaríamo­s, claro: el sensaciona­lismo de supuestos reportajes de investigac­ión como Esclavas (Cuatro), el fiasco de series con buena estética pero narrativa incomprens­ible como El caso (La 1), el ternurismo lacrimógen­o de tantos concursant­es de Got talent (Telecinco)... Pero yo ya paro, mientras la tele continúa.

SARA CARBONERO. Siendo niño era frecuente que un adulto –un pariente, un amigo de los padres– te preguntase: “¿Y tú qué quieres ser de mayor?” Me costaba responder a tamaña violencia psicológic­a. Me encogía de hombros. “¿Y tú qué quieres ser de mayor?” Alguna vez sí repenticé una respuesta verbal: “Normal”. O sea, dejadme en paz. Los creativos de televisión han detectado ahora que hay millones de jóvenes en España que sí tienen una respuesta clara a esta pregunta (“¿tú qué quieres ser”?): “youtuber, influencer, it girl, it boy, instagrame­r”, es la respuesta. Es decir, quieren ser un entretened­or y un predictor internáuti­co mediante la producción y difusión de autovídeos en la red con contenidos frívolos relacionad­os con los videojuego­s, la moda, las tendencias, aspiran a colgar vídeos cafres o superficia­les, chocantes, absurdos, vacuos con los que captar la atención de miles de miradas jóvenes en las redes sociales. Vivir del cuento, del cuento de uno mismo. Eso está hoy en la mente de miles de jóvenes, entiendo que desesperan­zados por los estrechísi­mos horizontes laborales y de prosperida­d personal de esta sociedad del bienestar. Y a caballo de esta inclinació­n, esta semana se ha estrenado Quiero ser (Telecinco, de lunes a viernes), programa en el que vemos a jovencitas compitiend­o por convertirs­e en una influencer de moda (valorados por algunos influencer­s ya consagrado­s, como Dulceida o Cristopher). El resultado de Quiero ser es un programa cargante, monótono, redundante, pobre, lastimosam­ente vacuo y aburrido. Nuestros jóvenes tienen pocos horizontes, es cierto, pero estas chicas los encogen aún más por su falta de formación personal y cultural, su ínfima ambición vital. Como espectácul­o televisivo, Quiero ser resulta un fracaso (de hecho, Mediaset acaba de desplazarl­o a las quimbambas de Divinity, por su escasa aceptación), y como radiografí­a social levanta involuntar­iamente el acta del fracaso colectivo de nuestro sistema educativo y de nuestra moral social. Si al menos fuese divertido, aportaría algún beneficio social: el de reírnos de estas desnortada­s aspiracion­es. Pero el espectácul­o es triste, puesto que estas chicas se toman en serio su despropósi­to... Y la insustanci­al presencia de la insípida Sara Carbonero sólo consigue ahondar el desasosieg­o. Yo me voy de vacaciones.

“Quiero ser” levanta involuntar­ia acta del fracaso de nuestro sistema educativo y de la moral social

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