Horizontes de tres al cuarto
LO MEJOR, LO PEOR. ¿Qué ha sido lo mejor de este curso en televisión? Sin duda, la intensidad psicológica y dramática de la serie Nit i dia (TV3), de crudas tramas y personajes que han dejado huella, magníficamente interpretados (Clara Segura, Marc Martínez, Mario Gas...). También la empatía con el paisanaje de nuestros pueblos exhibida por Quim Masferrer en El Foraster (TV3), que ha sabido sacar jugo televisivo a tanta gente corriente extraordinaria. ¿Y lo peor del curso? No acabaríamos, claro: el sensacionalismo de supuestos reportajes de investigación como Esclavas (Cuatro), el fiasco de series con buena estética pero narrativa incomprensible como El caso (La 1), el ternurismo lacrimógeno de tantos concursantes de Got talent (Telecinco)... Pero yo ya paro, mientras la tele continúa.
SARA CARBONERO. Siendo niño era frecuente que un adulto –un pariente, un amigo de los padres– te preguntase: “¿Y tú qué quieres ser de mayor?” Me costaba responder a tamaña violencia psicológica. Me encogía de hombros. “¿Y tú qué quieres ser de mayor?” Alguna vez sí repenticé una respuesta verbal: “Normal”. O sea, dejadme en paz. Los creativos de televisión han detectado ahora que hay millones de jóvenes en España que sí tienen una respuesta clara a esta pregunta (“¿tú qué quieres ser”?): “youtuber, influencer, it girl, it boy, instagramer”, es la respuesta. Es decir, quieren ser un entretenedor y un predictor internáutico mediante la producción y difusión de autovídeos en la red con contenidos frívolos relacionados con los videojuegos, la moda, las tendencias, aspiran a colgar vídeos cafres o superficiales, chocantes, absurdos, vacuos con los que captar la atención de miles de miradas jóvenes en las redes sociales. Vivir del cuento, del cuento de uno mismo. Eso está hoy en la mente de miles de jóvenes, entiendo que desesperanzados por los estrechísimos horizontes laborales y de prosperidad personal de esta sociedad del bienestar. Y a caballo de esta inclinación, esta semana se ha estrenado Quiero ser (Telecinco, de lunes a viernes), programa en el que vemos a jovencitas compitiendo por convertirse en una influencer de moda (valorados por algunos influencers ya consagrados, como Dulceida o Cristopher). El resultado de Quiero ser es un programa cargante, monótono, redundante, pobre, lastimosamente vacuo y aburrido. Nuestros jóvenes tienen pocos horizontes, es cierto, pero estas chicas los encogen aún más por su falta de formación personal y cultural, su ínfima ambición vital. Como espectáculo televisivo, Quiero ser resulta un fracaso (de hecho, Mediaset acaba de desplazarlo a las quimbambas de Divinity, por su escasa aceptación), y como radiografía social levanta involuntariamente el acta del fracaso colectivo de nuestro sistema educativo y de nuestra moral social. Si al menos fuese divertido, aportaría algún beneficio social: el de reírnos de estas desnortadas aspiraciones. Pero el espectáculo es triste, puesto que estas chicas se toman en serio su despropósito... Y la insustancial presencia de la insípida Sara Carbonero sólo consigue ahondar el desasosiego. Yo me voy de vacaciones.
“Quiero ser” levanta involuntaria acta del fracaso de nuestro sistema educativo y de la moral social