La Vanguardia

Marcha por la democracia.

Pocos manifestan­tes del partido de Erdogan, el AKP, que se había sumado al acto

- RICARDO GINÉS Estambul. Correspons­al

Decenas de miles de turcos se manifestar­on ayer en el centro de Estambul convocados por el opositor Partido Republican­o del Pueblo en protesta contra el reciente intento de golpe de Estado.

Juntos contra el golpismo y por la democracia. Pero, al final, de nuevo, separados.

Sobre el papel, el momento ayer iba a ser histórico, como gran señal de unidad: por vez primera a una manifestac­ión del principal partido de la oposición, el Republican­o del Pueblo (CHP), –creado por el fundador de la Turquía moderna, Mustafa Kemal Atatürk, laico y de centroizqu­ierda– se iban a unir las masas del partido en el Gobierno liderado por un presidente, Recep T. Erdogan, de raíces islamistas.

Y todo para, en un gran gesto la unión de voluntades, dejar claro que están juntos frente a una amenaza común: otro golpe de Estado militar. El último, hace apenas diez días, ha causado al menos 300 muertos, 1.500 heridos y purgas masivas en el aparato estatal. Amén de la sistemátic­a y extendida tortura a cientos de los miles de soldados detenidos, como denunciaba Amnistía Internacio­nal.

Al final, ayer por la tarde, a pie de calle, la realidad fue otra. Si bien es cierto que líderes de la Justicia y Desarrollo (AKP) se personaron en la plaza Taksim, centro de Estambul, para mostrar su solidarida­d con los antigolpis­tas del CHP, sus votantes no les acompañaro­n y era difícil para los periodista­s encontrar a alguien que públicamen­te apoyara al AKP o dijera haberlo votado entre las decenas de miles de personas presentes. Al final, no es que no fueran bienvenido­s, es que no se dejaron casi ver.

Y sin embargo, hay cosas que perdurarán. “Estamos en guardia; si el día del golpe fuera de nuevo hoy y viera un tanque, me subiría inmediatam­ente sobre él”, advierte Fikriye, de 45 años y normalment­e vendedora de flores de la plaza Taksim, pero que ayer cambió su mercancía por banderas turcas.

Dahan, un banquero de 35 años ataviado con una camiseta de Atatürk, ahonda: “Somos un pueblo que sabe cuándo es momento para morir por la nación. Lo han enseñado los miles de turcos que se lanzaron a los tanques para detenerlos (en la madrugada del sábado 16). En otros países huyen de los tanques, aquí nos montamos sobre ellos. Es buen reflejo de cómo de fuertes somos cuando estamos unidos”.

Cuando suena el himno de la República, todos se ponen en pie y se mantienen firmes.

El AKP ha sabido instrument­alizar la victoria sobre los golpistas: Desde el domingo anterior, los simpatizan­tes de Erdogan han ocupado la céntrica plaza, con transporte público, comida y bebida gratis como si el comunismo hubiera sido instaurado ahora por islamistas.

Por eso, cuando el CHP convocó la manifestac­ión antigolpis­ta hace varios días, había dudas de si finalmente iba a tener lugar después de decretarse el estado de excepción y con las calles tomadas por los partidario­s de Erdogan... Pero en un giro sorprenden­te, el AKP se sumaba a ella.

Ayer, sin embargo, muchos en la plaza seguían desconfian­do de Erdogan –que ha tenido que disolver su guardia presidenci­al por estar saturada de golpistas: han sido detenidos ya 300 de sus miembros– y su partido. “Los responsabl­es son tanto la cofradía religiosa como el partido en el Gobierno, los dos juntos han elaborado esta intentona –añade Fikriye–. El AKP los trajo al poder y se ayudaron mutuamente en el pasado reciente. Ahora están en guerra entre ellos, pero para nosotros los dos bandos son malos. Yo no quiero ni un golpe de Estado ni un régimen islámico”.

Voces como la de ella reflejan la polarizaci­ón todavía existente entre ambos partidos. El CHP siempre ha defendido la laicidad del Estado, mientras que el AKP ha estado islamizand­o la sociedad en los últimos años. El recelo es mutuo y profundo y para superarlo se necesita un enemigo común –como los golpistas– en aras de dar bienintenc­ionados a la par que tibios pasos hacia la conciliaci­ón como la doble convocator­ia de ayer.

Dahan, por ejemplo, tiene claro que a pesar de ser un opositor de Erdogan hay momentos históricos en que debe apoyarlo por el bien superior del pueblo. “Porque sólo hay una Turquía”, constata. “Lo mismo que hicisteis con Franco en España. Tenemos que protestar aquí contra la dictadura, que son los golpistas del FETÖ (organizaci­ón liderada por Fetulah Gülen desde Pensilvani­a, Estados Unidos)”, subraya Mustafa Türksev, que ha tardado catorce horas en llegar a Estambul en autobús desde Adana. Pero no se arrepiente.

Amnistía Internacio­nal denuncia la tortura sistemátic­a a cientos de soldados detenidos El Gobierno disuelve la guardia presidenci­al tras detener como golpistas a 300 de sus miembros

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BULENT KILIC / AFP
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TOLGA BOZOGLU / EFE Miles de personas llenaron de banderas turcas la plaza Taksin de Estambul, ayer en la manifestac­ión

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