La Vanguardia

Froome logra su tercer Tour sin rivales de entidad

El ciclista británico domina con claridad una carrera en la que le faltaron rivales

- XAVIER G. LUQUE París Enviado especial

Dicen que el mejor Tour siempre es el del año que viene y es muy posible que esta vez sea más cierto que nunca. El Tour del 2016, el del triplete de Froome, quedará marcado por la imagen, se supone que irrepetibl­e, de un maillot amarillo haciendo los últimos metros de una etapa de montaña a pie. Pero no por una exhibición concreta, por una etapa puntual con un recital definitivo.

Froome ya se halla entre los únicos cuatro campeones de todos los tiempos que han conquistad­o tres veces la Grande Boucle, justo un par de peldaños por debajo de los pentacampe­ones. Ahora ya puede medirse con igualdad con el belga Philippe Thys (que vio frenada su carrera por la Primera Guerra Mundial), el francés Louison Bobet (dominador de 1953 al 55) y el norteameri­cano Greg LeMond (gravemente afectado por un accidente de caza). De aquí un año, Froome tendrá una oportunida­d inmejorabl­e de dejarles atrás y situarse junto a los mitos.

Pero la sensación que deja su triunfo incontesta­ble, con dos etapas ganadas, con dominio amplio de las contrarrel­oj, con control absoluto en la montaña, con ataques inesperado­s en descenso y con el blindaje sólido que le ha proporcion­ado su equipo, es la de un campeón sin rivales. El Tour 2016 se cierra con la sensación de que el vencedor no ha tenido que desgastars­e al límite por falta de adversario­s de peso. Y el Tour, que se ha hecho grande con los enfrentami­entos épicos, los Coppi-Bartali, los Anquetil-Poulidor, los MerckxOcañ­a, los Hinault-Fignon o, por qué no, los Contador-Schleck, necesita duelos de talla para matizar –o agrandar– las victorias de Froome. Quizás por sus problemas en el Mont Ventoux y camino de Saint Gervais, quizás por verlo vulnerable en aquellos instantes, Froome ha sido mejor tratado por el público que el año pasado. Ahora necesita una victoria menos mecánica, más efectista. Pero para eso hace falta oposición y no la ha tenido.

Nairo Quintana, oficialmen­te afectado de una alergia, no ha sido ni mucho menos el adversario que Froome se merece. El británico le ha sacado casi cuatro minutos y medio, una ventaja rotunda en el ciclismo actual. Y además lo ha hecho en todos los terrenos, con constancia. El colombiano del Movistar, en números redondos, se ha dejado un minuto en las primeras 12 etapas (entre los Pirineos y el Mont Ventoux), dos minutos en la contrarrel­oj larga y finalmente un minuto y medio más en los Alpes. Sólo ha conseguido arañar tiempo a Froome dos veces (10 segundos en Saint Gervais, 6 en Morzine, cosquillas) y con la carrera decidida.

Toda la expectació­n que despertó Quintana un año atrás en el Alpe d’Huez, donde recortó un minuto y medio a un Froome a la baja, se ha desvanecid­o. Él se aferra a su juventud (tiene 26 años, por los 31 de Froome) y a los problemas físicos para mantener la llama de un cambio de reinado en el futuro. Pero la realidad es la que es y en todo el Tour nunca ha sido superior a Froome. No parece el mejor síntoma de un sorpasso inmediato.

Ha sido en cambio el Tour de la ilusión en Francia, con el segundo lugar de Romain Bardet. Es sólo nueve meses más joven que Quintana, pero el hambre del ciclismo francés (que no gana el Tour desde 1985 y sólo había tenido un segundo clasificad­o de 1998 a hoy, y fue Péraud con 37 años) dispara las expectativ­as... y la presión sobre un ciclista que todavía ni ha debutado en la Vuelta o en el Giro, aunque ya ha acabado tres veces entre los diez

LA SENSACIÓN La carrera queda marcada por la imagen del líder subiendo a pie, pero no por una exhibición concreta QUINTANA, TERCERO Tenía que ser el gran rival, pero no ha tenido el nivel necesario para poner en dificultad­es al vencedor

mejores del Tour. Pero no se puede ocultar que entre las dos cronometra­das ha perdido tres minutos y medio con Froome.

Ha sido también un Tour sin el menor caso de dopaje, aunque todavía faltan los últimos resultados, y un Tour inútilment­e marcado por los controles de todo tipo para detectar bicicletas trucadas. La suma de vehículos revisados supera los cinco mil. Nada de nada.

No queda pues otra solución que esperar once meses y que regrese el cuento del Tour, nuevo a estrenar, desde la primera página. Esta fábula que enamora. Decía Luis Ocaña cuando tenía 42 años y hacía diez de su retirada: “Si me ofrecieran un contrato y me dijeran ‘mira, firma y podrás volver a hacer un Tour, pero morirás en los Campos Elíseos’, firmaba con las dos manos”.

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Chris Froome, de amarillo, celebra con sus compañeros de equipo su victoria en el Tour
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JUAN MEDINA / REUTERS
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THIBAULT CAMUS / AP

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