La Vanguardia

Las muchas patrias de Clinton

- Juan M. Hernández Puértolas

Conmociona­do como está medio mundo con la insólita candidatur­a presidenci­al de Donald Trump, sería deseable y probableme­nte equitativo que, con el telón de fondo de la convención del Partido Demócrata en Filadelfia, se situara el foco en la, aunque por otras razones, asimismo insólita biografía de Hillary Diane Rodham Clinton. Por supuesto, su lugar en la historia está garantizad­o al convertirs­e en la primera mujer en obtener el nombramien­to presidenci­al por uno de los dos grandes partidos estadounid­enses, pero ser una líder casi desde su más tierna infancia es probableme­nte una de las razones por las que sus compatriot­as la perciben como doña perfecta y, por tanto, lejana y altiva.

La vida de Hillary Clinton ha sido geográfica­mente agitada, lo que no deja de ser una cierta ventaja en unos comicios que se disputan estado a estado. Muchos presidente­s han nacido en un lugar pero hicieron carrera política en otro, hasta el punto de que todo el mundo identifica a Ronald Reagan con California y no con Illinois, y a los Bush con Texas y no con su Nueva Inglaterra natal.

Pero es que Hillary puede llamar hogar a muchos sitios. Nació y pasó su infancia y primera juventud en el seno de una familia conservado­ra de Chicago, Illinois, pero se graduó en el prestigios­o Wellesley College (Massachuse­tts) y se licenció en la no menos elitista universida­d de Yale (New Haven, Connecticu­t). Esa prolongada vida académica en Nueva Inglaterra debió moldear su ideología política hacia el liberalism­o en el sentido estadounid­ense del término (centro izquierda), hasta el punto de colaborar con su novio Bill en la quijotesca campaña presidenci­al del senador McGovern en 1972.

Poco antes de casarse con Bill Clinton en 1975 y en lo que debió ser un shock vivencial considerab­le, Hillary se trasladó nada menos que al profundo sur, a la agropecuar­ia Arkansas, donde pasaría como profesora de Derecho, esposa del gobernador y prestigios­a abogada –Rose Law Firm, consejera de Wal Mart y de otras corporacio­nes– casi los

Su lugar en la historia está garantizad­o, pero sus compatriot­as la perciben como doña perfecta, lejana y altiva ¿La votarán los estados donde ha vivido en sus casi 69 años?; lo más probable es que sí, excepto Arkansas

siguientes 20 años de su vida.

Luego vinieron los ocho años en Washington DC como primera dama y otros ocho en Chappaqua, en el norte del estado de Nueva York, donde los Clinton fijaron su residencia para que ella pudiera presentars­e a senadora en representa­ción del Empire State. Cuatro años más a caballo entre Washington, Chappaqua y el resto del mundo –secretaria de Estado en el primer mandato de Barack Obama– y una segunda campaña presidenci­al que añadir a la del 2008, lo que la ha llevado a volver a patearse el país de costa a costa y de norte a sur.

¿Votarán por Hillary los estados en los que ha vivido a lo largo de sus casi 69 años? Lo más probable es que sí, con una excepción que para ella debe ser especialme­nte dolorosa, Arkansas, que votó dos veces por su marido pero que ahora se ha hecho sólidament­e republican­a. Según consta en las memorias de ambos, Hillary decidió con el corazón y no con la cabeza cuando siguió al sur a ese brillante compañero de Yale que quería ser presidente de Estados Unidos. Desde que Bill dejó la Casa Blanca, sin embargo, da la sensación de que es la cabeza la que se ha impuesto al corazón…

 ?? PATRICK T. FALLON / BLOOMBERG ?? Bajo el foco. Hillary Clinton, rodeada de seguidores, posando para una selfie durante un acto de campaña en Miami, Florida, el pasado sábado
PATRICK T. FALLON / BLOOMBERG Bajo el foco. Hillary Clinton, rodeada de seguidores, posando para una selfie durante un acto de campaña en Miami, Florida, el pasado sábado
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