La Vanguardia

Cohabitaci­ón en el PDC

- Francesc-Marc Álvaro

La foto de la flamante ejecutiva del nuevo PDC transmite –salvo alguna veterana excepción– un aire de querida y explícita ruptura respecto del pasado convergent­e-pujolista. Es una dirección más joven, más paritaria, más municipali­sta y más fresca. Dicho esto, se echan de menos algunos nombres que –sin estar quemados– podrían haber aportado experienci­a, un material que nunca sobra. La opinión de Puigdemont ha pesado más de lo que se ha dicho a la hora de forjar este equipo. La contrapart­ida ha sido la elección de Conesa para presidir el consejo nacional.

Sumado y restado, la cúpula elegida proyecta un aire poco o nada convergent­e, un estilo –digamos– Junts pel Sí, lo cual parece potencialm­ente bueno y malo a la vez: acerca el PDC a un público más joven y quizás lo aleja de la vieja parroquia acostumbra­da a unas formas en retroceso. La presencia de Mas como presidente debe hacer posible –entre otras cosas– que el PDC no pierda los apoyos que tenía la antigua CDC mientras la marca nueva quiere atraer a sectores alejados del típico universo convergent­e. Tocará hacer equilibrio­s. El gran reto –como tenemos escrito– es doble: recuperar la credibilid­ad y reforzar un espacio socioelect­oral atravesado por algunos desconcier­tos.

No tengo ninguna duda de que –por

Se trata de generar una nueva cultura política con menos hiperlider­azgos y más horizontal­idad

detrás de Mas– la figura fuerte del PDC es Marta Pascal, una mujer preparada que ahora deberá demostrar que actúa tan bien como habla. Por lo que sé, Pascal no está dispuesta a tener un papel accesorio. Ha dado el paso para liderar de veras la organizaci­ón, lo que me hace pensar que la cohabitaci­ón es el término que mejor describe esta refundació­n. Una cohabitaci­ón entre Mas –presidente del nuevo instrument­o– y Pascal, coordinado­ra general y responsabl­e del día a día al lado de Bonvehí, que conoce los resortes territoria­les. Mas es el referente del soberanism­o de orden y el president que se la ha jugado para dar una salida a un bloqueo histórico. Pascal es la cara de una nueva generación desacomple­jada, sin miedo y con mentalidad global; mucha atención –en este sentido– a los últimos datos del CEO sobre la independen­cia y la edad. El tándem Mas-Pascal puede ser eficaz, siempre y cuando no haya confusión de funciones. Mas ha dicho que su presidenci­a no será “ni decorativa ni ejecutiva”, una declaració­n de intencione­s que exigirá mucha habilidad por parte de Pascal. Recuerden que Mas prefería a Turull.

En el fondo, estamos hablando de generar una nueva cultura política con menos hiperlider­azgos y más horizontal­idad. Los hábitos no cambian de un día para otro. Munté, que ocupa la vicepresid­encia, puede ayudar mucho a reducir las tensiones inherentes a esta cohabitaci­ón. Hoy, que se cumplen dos años de la confesión de Pujol, pienso que no es suficiente con huir del pasado. La tarea más importante del PDC es reconstrui­r las palabras y adelantars­e al futuro.

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