La Vanguardia

Abucheo a Sanders al tratar de aplacar la ira contra Clinton

Filadelfia abre la convención con protestas en que se oye “nunca Hillary”

- FRANCESC PEIRÓN Filadelfia Correspons­al

Tres mujeres se paran a hablar con un paseante, atraídas por el cartel que luce: “Nos habían prometido un trozo del pastel”.

No deja de ser una muestra del cierto desengaño que experiment­an los seguidores de Bernie Sanders. Entablan conversaci­ón. A pesar de ese desasosieg­o, el hombre les garantiza una cosa: “La revolución no va a parar, da igual quién sea el presidente”.

La calles de Filadelfia, en especial de su centro, exhalan un aroma especial en este arranque de la convención demócrata, eso que se ha populariza­do como “feel the Bern”, siente a Bernie.

La virtual nominada, Hillary Clinton, tiene más delegados y superdeleg­ados y esto le garantiza obtener su candidatur­a a la Casa Blanca. Pero su rival, el senador por Vermont, cuenta con un arma poderosa: la capacidad de movilizaci­ón. Si se mide el ruido del asfalto, Clinton sale goleada.

Se enfrenta a un conflicto afuera, como se demostró con las manifestac­iones que ya arrancaron el domingo. Por la mañana corean “Nunca Hillary”. Por la noche concurrier­on famosos del cine.

“Bernie encendió la chispa y vamos a seguir, no es un movimiento personalis­ta”, dice Susan Sarandon. “Es una revolución permanente, una elección no es suficiente”, tercia Danny Glover.

Hillary afronta otra contestaci­ón en el interior del pabellón Wells Fargo, donde se celebran los cuatro días de reunión. Los avalistas del senador (43% de votos en las primarias) estaban más que dispuestos para este lunes, al inaugurars­e la convención, evidenciar su repulsa a la elegida.

Ni les gustan las normas –se ha pactado una reforma que rebajará la influencia de los superdeleg­ados designados por el partido–, ni Clinton ni su vicepresid­ente, Tim Kaine. La cosa aún ha ido a más por la filtración de Wikileaks de documentos en los que se demuestra que el establishm­ent del partido favoreció a Hillary.

Ante el temor a un rifirrafe como el sufrido por los conservado­res en Cleveland, Sanders les pidió ayer concordia. “No cometáis un error, hemos hecho historia”, remarcó en un encuentro con sus delegados. Y pidió unidad: “Trump es un peligro. Hemos de derrotarle y elegir a Hillary Clinton. Este es el mundo en el que vivimos”. El senador experiment­ó, por primera vez en esta campaña, el ser abucheado.

Anoche, madrugada de hoy en Barcelona, era el orador estrella, con permiso de Michelle Obama. Reitera su agenda social y su temor al magnate conservado­r.

Que el 12 de julio apareciera junto Clinton y le apoyara no ha bastado para aplacar el rechazo del sector más progresist­a. Tampoco

El programa demócrata es el más de izquierdas desde las elecciones de 1972

les ha frenado el que se haya pactado la plataforma de programa más a la izquierda desde 1972. Incluye educación universita­ria gratuita para rentas bajas, salario mínimo de 15 dólares, avanzar en la sanidad de cobertura general o abolir la pena de muerte, asuntos que él ha defendido a tope.

“Resido en Nueva York, y a diario veo la gran desigualda­d, no puedo cerrar los ojos”, afirma Megan Linde, maestra, al hacer un alto en Dilworth Park, al lado del ayuntamien­to de la ciudad de la urbe de Pensilvani­a.

Si se mantiene la mirada, la conclusión resulta idéntica en esta plaza dura, donde han instalado temporalme­nte la composició­n escultóric­a Love, de Robert Indiana. Están en marcha los chorros de agua para que se remojen los niños. Prácticame­nte todos son negros o hispanos. Una

Susan Sarandon y Danny Glover van a una manifestac­ión para apoyar el sandersism­o

zona de este enclave se transforma luego en dormitorio de los sintecho. Por la arteria principal, Benjamin Franklyn Parkway, se repiten estos campamento­s.

En estas estampas urbanas se cimenta el sandersism­o y que, según muchos de sus fans, Clinton es una impostora. “Una republican­a enmascarad­a”, como la califica la científica Cathie Currie, otra manifestan­te indignada.

“Jamás votaré a Hillary”, insiste Megan. Tampoco por Trump. Apuesta por el tercer partido, en su caso el verde, que lidera Jill Stein. Asegura que, en cuanto acabe la convención, se dará de baja como registrada demócrata. “Hemos de trabajar por un proceso como el que representa el Tea Party en la derecha. Hay que hacerse con el gobierno desde el nivel local e ir subiendo con las ideas que Bernie ha prendido”.

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Bernie Sanders saluda en el Wells Fargo Center el primer día de la convención demócrata en Filadelfia
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JEFF J MITCHELL / AFP “Nunca Hillary”, reza el cartel que sostiene esta partidaria de Sanders
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MARK J. TERRILL / AP

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