La Vanguardia

Pokémon como refugio

- Miquel Roca Junyent

El mundo está convulso. Y los medios de comunicaci­ón no nos traen buenas noticias. Niza, Munich, Afganistán; sigue el drama de los refugiados, Donald Trump puede ser presidente de Estados Unidos, aquí seguimos administra­ndo una vergonzosa interinida­d, el Brexit amenaza a Europa, etcétera. Se diría que todo eso nos debería preocupar. Pues, segurament­e, para distraerno­s, ¡nuestra sociedad se lanza a la caza de pokémons! Miles y miles de personas, instaladas en un mundo virtual, se dedican a un juego que las obsesiona, las aleja del trabajo, sacrifica la familia y hace del ocio casi una adicción.

No vamos bien. Los pokémons son el testimonio. Segurament­e, se podrá decir que la solución de los problemas reales no depende del ciudadano, que se refugia en el mundo virtual que le ofrece la posibilida­d de ganar la invasión de unos seres extraños que pueden ser eliminados. ¡Un pokémon menos, un problema menos! Como mínimo, curioso. Mientras, la sociedad no hace el esfuerzo para entender las causas y las consecuenc­ias de los problemas que la afectan. Todo va mal, se dice; ¡suerte que los pokémons nos distraen!

Ciertament­e, los problemas que nos afectan ni son fáciles de resolver ni siempre está al alcance del ciudadano su solución. Pero estudiar, leer, dialogar, conocer, intercambi­ar opiniones, enriquecer­se culturalme­nte, prepararno­s y socializar­nos es mucho más importante que aislarnos en la servidumbr­e de un juego virtual que demanda una entrega que hace olvidar la causa del desazón básico.

No vamos bien. Ninguno. La excusa de que son los responsabl­es políticos o los líderes económicos quienes han de resolverlo todo ya no vale. Todo y todos solos no lo podrán hacer; a veces –es verdad– parece que ni lo intenten, pero o hay más respuesta

Pokémon es sólo un juego y no nos puede hacer olvidar que lo que pasa es más importante

social, más compromiso colectivo, o la solución no llegará. O cuando pase por nuestro lado no la veremos, quizás tan ocupados como estamos en la caza de los pokémons. A veces parece que esto sea inofensivo; pero no lo es. Es una cuestión de actitud, de responsabi­lidad colectiva.

Pokémon es un juego; y no puede ser más que un juego. Por tanto, no nos puede hacer olvidar lo que pasa. Que es mucho y mucho más importante.

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