La Vanguardia

El líder de Podemos está triste

El derrotismo de Iglesias choca con su propio espíritu combativo y la actitud más activa de Errejón, Domènech y Garzón

- FERNANDO GARCÍA Madrid

Pablo Iglesias se ha tomado una excedencia indefinida de su empleo de líder con aspiracion­es a todo. Ha dimitido de su arrojo –segurament­e con carácter temporal– y renunciado a tomar la iniciativa. Ya no es el de antes. Y su bajón tiene alcance político: afecta a las relaciones con los líderes de otros partidos y sugiere una nueva modalidad de divergenci­as internas: la que tienen que ver, no ya con tácticas y estrategia­s sino con actitudes, conductas y disposició­n a la lucha. Ni Xavier Domènech ni Íñigo Errejón ni Alberto Garzón se muestran ni la mitad de pasivos y resignados que el secretario general de Podemos.

Ha pasado un mes largo desde el fiasco electoral del 26-J y el líder de los comunes españoles mantiene poco más o menos el mismo gesto taciturno de aquella noche, cuando reconoció que los resultados –un millón de votos menos que el 20-D– eran “insatisfac­torios”. Días después admitió que estaba “acojonado” con la incierta pero larga travesía por el desierto que tenían ante sí. A partir de entonces, sus comparecen­cias públicas –en voz baja hasta el límite de lo audible y con síntomas como de astenia veraniega– fueron a menos. Hasta la del jueves tras su consulta con el Rey: tal vez la más pesimista de todas.

En tiempos no lejanos pero se diría que remotos, cuando repetía aquello de que él y su gente habían “nacido para ganar” y punto, Iglesias respondía a todas las preguntas con respuestas puntiaguda­s y sonrisas de compasión. Se sentaba repanching­ado, colgando el brazo del respaldo de la silla, y hacía ese gesto tan suyo de abrir los brazos con las palmas hacia arriba, mientras, con la frente fruncida, negaba con la cabeza ante lo que acaban de decir o hacer, pobrecillo­s, Mariano Rajoy, Pedro Sánchez o Albert Rivera.

Desde la –para él– infausta jornada de las últimas elecciones, los periodista­s que siguen informativ­amente a Podemos empezaron a ver a un Iglesias en general desganado y tristón, un poco más encorvado que de costumbre, con cara de circunstan­cias y las manos metidas en los bolsillos. “Soy pesimista”, dijo en la radio antes de entrar en la sosa sesión constituti­va de la Cámara Baja. Más tarde, cuando ya el PSOE había despreciad­o su oferta de “apoyo mutuo” a las candidatur­as de Patxi López y Xavier Domènech y los nacionalis­tas catalanes y vascos habían ayudado al PP y Ciudadanos a hacerse con la mayoría de la Mesa, el dirigente dio por muerta la alternativ­a de un “gobierno de izquierdas”. “Estoy decepciona­do”, susurró.

Iglesias tiró la toalla de manera casi oficial un par de días después. La opción de la alianza con el PSOE “no existe”, resulta “inviable”, proclamó en una entrevista con Televisión Española: una negación que no hizo más que corroborar este último jueves, tras su turno de consulta con el Rey, aunque sin dejar de subrayar que él y Unidos Podemos mantendría “los oídos abiertos” si Sánchez “rectifica” y se aviene a negociar la alternativ­a en cuestión.

El ciclotímic­o líder morado, quien ya en octubre se confesó “cansado” y se mostró flojo aunque luego remontaría de modo espectacul­ar, dejó clara el mismo jueves su intención de instalarse en la oposición y su nula voluntad de coger el teléfono para alentar una intentona de coalición con Sánchez y los nacionalis­tas. Sólo algunas bromas en Twitter durante las horas siguientes, como la de llamar “genio y figura” a Rajoy por su ultragalle­ga respuesta a la propuesta de investidur­a, atemperarí­an los modos algo cenizos del joven líder –quién se lo iba a decir– en las que cabría considerar sus horas más bajas.

Un espectador poco avisado podría pensar que la actitud de

“Soy pesimista, estoy decepciona­do, es imposible”, repite un taciturno Iglesias sobre un pacto con el PSOE El bajón afecta a la relación con otros líderes y sugiere ‘divergenci­as internas’ en cuanto a la actitud

inhibición de Iglesias ante el insólito escenario político responde a la nueva estrategia del partido y de Unidos Podemos: apropiarse de la oposición a la par que se vaticina una “probable” abstención del PSOE para “hacer presidente a Rajoy”, como denuncia el propio secretario general. Pero tanto Errejón como los líderes de En Comú Podem, Xavier Domènech; de IU, Alberto Garzón; de En Marea, Alexandra Fernández, y, en actitud más abierta que ninguno de ellos, de Compromís en el Congreso, Joan Baldoví, siguen poniendo el énfasis en no tirar la toalla; en animar a Pedro Sánchez a “no resignarse”; en mostrarse “generosos” con vistas al “nuevo tiempo” que, según Errejón, se abrirá si Rajoy se estrella; o, como Domènech, en planificar desde ya mismo un gobierno en la sombra de la oposición, a base de iniciativa­s parlamenta­ria. El viernes, es decir cuando ya se conocía la respuesta de Rajoy a Felipe VI, Garzón insistió en pedir a Sánchez que cuente con Unidos Podemos para tratar de ser presidente de un “gobierno del cambio”.

Más de una vez dijo Iglesias en privado, en la época en que lucía como un púgil ascendente y en plena forma, que si no lograba superar al PSOE al primer asalto se plantearía seriamente la posibilida­d de irse a su casa. Después, a la hora de la verdad, lo descartó por completo. Y ahora su permanenci­a parece fuera de duda. Pero lo cierto es que el Iglesias combativo y altanero de las grandes noches en el ring del plató, de las tardes triunfales en el mitin con lleno hasta la bandera y de las mañanas con rueda de prensa bomba que a todos cogen con el pie cambiado…, ese Iglesias está desapareci­do. Algo noqueado por los últimos golpes, el campeón está abatido.

 ?? GERARD JULIEN / AFP ??
GERARD JULIEN / AFP
 ?? GERARD JULIEN / AFP ?? Iglesias apareció desganado ante los medios después de ver al Rey
GERARD JULIEN / AFP Iglesias apareció desganado ante los medios después de ver al Rey

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain