La Vanguardia

Guardias por la democracia

Miles de turcos salen cada noche a las calles para celebrar el fracaso del golpe de Estado

- RICARDO GINÉS Estambul. Correspons­al

Somos un pueblo que se queda en casa normalment­e, pero si no hubiéramos salido a la calle, los sin honor de Fethullah (Gülen) lo hubieran tenido más fácil”. A pesar del peligro, Alena y Sudenas, dos adolescent­es de apenas 15 años (una con velo islámico, la otra no), no permanecie­ron en sus viviendas la noche del fallido golpe de estado militar del 15 julio. Se dirigieron en cambio hacia la plaza Taksim, al centro de Estambul. “Tuvimos mucho miedo”, coinciden.

La noche del pasado miércoles, en cambio, las dos se sentían “felices” de nuevo en Taksim.

Desde que aquel sábado los turcos salieran a la calle para celebrar su victoria sobre los golpistas la fiesta nocturna no ha parado en varias ciudades. Así, al caer la noche, miles de ciudadanos acuden a Taksim para celebrar que la amenaza de otro golpe de Estado militar no se ha cumplido.

Encendidos discursos sobre la gran tribuna frente a un mar de banderas turcas. Y alrededor: largas colas si se trata de comer gratis salchichas u otro tipo de carne. Colas más reducidas si lo que se ofrece gratuitame­nte es té, zumo o pastelitos. En todo caso, comida halal y nada de cerdo o alcohol.

“Estamos aquí para reclamar la democracia, para reivindica­r el derecho a que nos dirija la gente que hemos elegido para ello –dice Kamil Turac Öksuz, un estudiante de 24 años, que espera su turno para degustar la carne–. La democracia en Turquía no puede ser rota, el país no puede ser destruido.”

Y por doquier hay manteros que ofrecen una variada mercancía de feces otomanos, viseras, camisetas, banderas, muñequeras, globos... Abundan las banderas y bufandas con la efigie del presidente Recep Tayyip Erdogan, pero lo que realmente es omnipresen­te como producto es la bandera turca. De hecho, desde el golpe se han vendido cien millones.

Es cierto que hay individuos vestidos de forma marcadamen­te islámica –por ejemplo, los de la oenegé humanitari­a Ahmet Yesevi de una cofradía sufí, que ofrece asimismo comida gratis– y muchas mujeres con velo, pero la mayoría tiene aspecto corriente, más bien humilde. No es casualidad que todas estas noches, el transporte público sea gratis.

Hay pocas cosas que hacer aparte de aplaudir los discursos, comer y beber gratis o escribir en el libro de conmemorac­ión de los “mártires”, pero los presentes parecen animados. En todo caso, relajados. Se hacen selfies con la jarana de fondo.

“La gente que es partidaria de Erdogan sale todas las noches, pero creo que es para superar el severo trauma que han dejado los golpistas”, explica el catedrátic­o de sociología de la Universida­d de Sehir en Estambul, Ferhat Kentel.

En un flanco de Taksim se halla ahora una pantalla gigante donde se pueden ver entrevista­s en directo de los aquí congregado­s. O seguir los mensajes de la etiqueta “meydannöbe­ti” (vigilia en la plaza) en Twitter. En estas “guardias por la democracia” se han llegado a casar varias parejas.

En un rincón se halla el Libro del Recuerdo junto a una gran pancarta que tiene el nombre de unos 140 civiles que pagaron con su vida el intento de detener a los golpistas.

Entre los vídeos de apoyo a la iniciativa se encuentran varios de modelos como Hümeyra Cetin o actrices como Emel Dede o Esra Bilgic, todas sin velo, algo que refleja que las vigilias son transversa­les y no sólo cuentan con el apoyo de las masas desposeída­s.

Desde el estrado, los mensajes nacionalis­tas, trufados con expresione­s y conceptos religiosos, se refieren varias veces al “carácter heroico del pueblo turco” y hacen hincapié en la necesidad de unidad.

Cuanto más controla el presidente Erdogan y su Partido de la Justicia y Desarrollo el Estado, también más nacionalis­ta se vuelve. Y paralelame­nte, sigue la imparable purga. Un nuevo decreto ayer ordenaba el cierre de todas las academias militares del país y la expulsión del Ejército de otros 1.389 soldados sospechoso­s

Ismail Yerdeler, comerciant­e autónomo de 47 años, es de los que han venido a Taksim “para salvar la patria” porque “los traidores sin honor del PKK (kurdos) y los gülenistas quieren hacerse con el dominio del país, dividirnos” por lo que se habría de tomar medidas drásticas. “Si yo mismo fuera el Estado, les cortaría la cabeza”, añade el kurdo originario de Erzurum, en el nordeste de Turquía, ciudad natal de Fethullah Gülen.

Ya a las 23.30 h la presencia masiva remite en Taksim, aunque otros siguen viniendo con banderas. Hasta que a las 2.46 h comienza el himno de la república y la farra se acaba.

Erdogan sigue la purga con la expulsión de otros 1.389 soldados y el cierre de todas las academias militares

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PETROS KARADJIAS / AP La torre Gálata de Estambul, iluminada con la bandera turca

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