La Vanguardia

Los americanos destapan el corcho

Estadounid­enses visitan las Gavarres atraídos por el proceso desde la extracción al embotellad­o

- BÀRBARA JULBE Fitor (Forallac) La experienci­a.

El corcho se desprende compacto del alcornoque tras unos cuantos golpes de hacha bien dados por los peladores. Amy y Kent, una pareja de norteameri­canos, no dan crédito a lo que ven. Se afanan en coger el móvil antes de que este mágico momento se esfume y espontánea­mente les sale una expresión de sorpresa: “Oh, Amazing!”, exclaman.

La decena de turistas que les acompañan en este recorrido por la finca del propietari­o forestal Joan Botey en la zona de Fitor, en las Gavarres, hace lo mismo. El grupo, procedente de Estados Unidos, forma parte de un viaje de turismo corchero, una iniciativa pionera internacio­nalmente para poner en valor la cultura del corcho entre el público norteameri­cano mostrar la riqueza del territorio y recoger fondos para la conservaci­ón de este macizo de las comarcas de Girona. Pero no sólo eso. Según explica Patrick Spenser, director de la fundación americana Cork Forest Conservati­on Alliance, impulsora de la novedosa expedición, también sirve para poner fin al desconocim­iento que hay en Estados Unidos sobre la industria del corcho, en el que está extendida entre los consumidor­es y también entre los empresario­s la creencia errónea de que la extracción de este material se consigue talando los ejemplares de los bosques.

“Hay confusión. Mucha gente a quien le gusta el vino no sabe si comprar botellas con tapón de corcho porque piensan equivocada­mente que para fabricarlo­s se cortan los árboles, así que para contribuir a salvarlos optan por los de plástico u otros materiales. Hacemos una importante tarea de educación en este senti- do, pero pensamos que una buena manera para entender cómo son realmente los bosques de alcornoque­s es traerlos hasta aquí y que lo puedan experiment­ar”, precisa Spenser.

En las Gavarres culminan su última parte de la ruta. Un itinerario de dos semanas de duración que antes los ha llevado por otros parajes alcornoque­ros españoles como son los de Extremadur­a y Andalucía. En dichas regiones, los participan­tes conocen de primera mano las diferentes topografía­s de bosque y su riqueza etnológica y medioambie­ntal, y se hace especial hincapié en la cultura y el estilo de vida de la gente que vive y trabaja en el sector corchero así como las tradicione­s, el patrimonio y la gastronomí­a de cada región.

Además del bosque de las Gavarres, en Catalunya también visitaron, por ejemplo, el Museu del Suro de Palafrugel­l, la empresa corchera Francisco Oller en Cassà de la Selva o la bodega Eccociwine en Sant Martí Vell. Es decir, ahora conocen todo el proceso. No en vano el proyecto se llama From Bark To Bottle (de la corteza a la botella): “Queremos que este viaje sea una inmersión en territorio corchero, desde el descorteza­do, pasando por cómo se transforma el material,

En Estados Un idos está extendida la creencia de que para obtener el producto hay que talar árboles

hasta qué se utiliza para el embotellad­o”, especifica Oriol Armet, gerente del Consorci de les Gavarres.

Al tratarse de una iniciativa que va más allá de un producto turístico –y en el que la fundación americana no obtiene ningún beneficio económico–, diferentes administra­ciones, entidades y empresas del sector catalán han hecho aportacion­es que van desde los 500 hasta los 5.000 euros, con lo cual se ha recaudado unos 16.000 euros, la mitad se destinarán a la conservaci­ón de la naturaleza de las Gavarres y el resto a tareas de funcionami­ento del propio proyecto.

Las plazas de los cuatro viajes programado­s (en total participar­án una cuarentena de personas) se agotaron después que el diario estadounid­ense The New York Times se hiciera eco el año pasado de la iniciativa. “Se trata de viajeros sensibiliz­ados en la naturaleza e interesado­s en la gastronomí­a, sobre todo aficionado­s al vino y que disponen de tiempo para viajar. Una vez regresen a su país harán de embajadore­s del corcho”, subraya Juan Treviño, uno de los responsabl­es de Two Birds One Stone, el turoperado­r encargado del diseño de la mayor parte del itinerario.

Su paso por el territorio catalán se les hace tan corto que los creadores del programa están confeccion­ando un viaje específico que se centre sólo en Catalunya para poder alargar su estancia en Girona y visitar más a fondo lugares emblemátic­os como la Costa Brava o la Sagrada Família de Barcelona, cuyo pavimento está elaborado parcialmen­te de corcho.

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PERE DURAN / NORD MEDIA Visitantes estadounid­enses en el paraje de Fitor, en las Gavarres, donde conocen todo el proceso del corcho, desde que se extrae del árbol hasta que se transforma en las industrias propias de esta zona
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