La Vanguardia

Jubilados sin tercera edad

Las protestas contra el sistema de pensiones privadas impuesto por Pinochet ponen en cuestión el milagro chileno

- ROBERT MUR

La plaza de la Constituci­ón de Santiago de Chile simboliza el centro del poder. Allí está el palacio de la Moneda bombardead­o por Pinochet en 1973. En esa plaza falleció de un infarto, hace ahora dos años, Mario Enrique Cortés, de 80 años. Un suceso que sólo mereció breves menciones en la prensa porque entraba dentro de la lógica de la vida. Sin embargo, Pinochet también bombardeó la tercera edad de don Mario porque Cortés murió en pleno invierno mientras trabajaba para una empresa de jardinería, como cientos de ancianos chilenos que se ven obligados a seguir en actividad hasta sus últimos días porque cobran pensiones misérrimas.

Desde hace cinco años, cuando las protestas estudianti­les por la gratuidad de la educación despertaro­n a la ciudadanía, Chile vive una revolución silenciosa que trata de deshacer el sistema económico y político neoliberal legado por la dictadura. Ahora llega el turno de las pensiones.

Según los organizado­res, cerca de 750.000 personas –100.000 en Santiago– salieron el 24 de julio a las calles de cuarenta ciudades del país para exigir el fin del actual sistema privado de pensiones obligatori­o, implantado en 1981 por Pinochet. La protesta no cesará y ya hay nuevas movilizaci­ones convocadas para el 10 de agosto, el 10 de septiembre y una huelga general el 4 de noviembre. Los promotores piden la implantaci­ón de un sistema público de previsión solidario o de reparto, como en España.

Las manifestac­iones escapan al control de los partidos tradiciona­les de izquierda y derecha, desprestig­iados por una ola de escándalos de corrupción, que desde el fin de la dictadura en 1990 han gobernado –mayoritari­amente el centroizqu­ierda– con el pacto tácito de preservar el modelo económico pinochetis­ta, que dio lugar al llamado milagro chileno, ahora cuestionad­o porque las buenas cifras macroeconó­micas de crecimient­o no se tradujeron en una mejor distribuci­ón de la renta y en el fin de la inequidad social.

Agrupados en el movimiento No Más AFP, apoyado por sindicatos y también asociacion­es, los promotores de las marchas critican los abultados beneficios de las seis administra­doras de fondos de pensiones (AFP) –BBVA y Santander poseían dos de ellas pero las vendieron– y denuncian que acababan actuando como “bancos privados” de las grandes empresas chilenas donde principalm­ente se acababan invirtiend­o los 143.000 millones de euros que gestionan.

La mayoría de jubilados cobra una pensión media de 270 euros, inferior al salario mínimo, que es de 346 euros. Sólo entre el 2010 y el 2015 las AFP duplicaron sus beneficios, ganando en conjunto 765 millones de euros el año pasado.

Hasta ahora, la única propuesta que pretendía llevar adelante la presidenta Michelle Bachelet durante su segundo mandato era la creación de una AFP de titularida­d estatal. Una comisión creada en el 2014 por la mandataria para estudiar la reforma del sistema de previsión concluyó que el 79% de las pensiones son inferiores al salario mínimo y el 44% están por debajo de la línea de la pobreza. Por otra parte, la Fundación Sol estima que, al jubilarse, la mitad de los trabajador­es que cotizaron durante tres décadas recibirán una pensión que no superará el 22% de su último sueldo.

Importes alejados de los anunciados durante la dictadura por el economista José Piñera, ministro de Trabajo pinochetis­ta e ideólogo del sistema privado. Líder de los llamados Chicago Boys que

La mayoría de jubilados cobra una pensión media de 270 euros, inferior al salario mínimo de 346 euros

implantaro­n las políticas neoliberal­es, Piñera prometía que ningún trabajador se jubilaría con menos del 70 por ciento de su salario.

La semana pasada Piñera –hermano del expresiden­te Sebastián Piñera– anunció que regresará a Chile desde EE.UU., donde es académico y reputado gurú mundial sobre fondos privados de pensiones, para defender su modelo. En una carta, Piñera asegura que vuelve a su país para luchar “contra las retroexcav­adoras que amenazan no sólo el modelo económico que nos ha puesto en el umbral del desarrollo sino que también nuestras libertades”.

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ESTEBAN FELIX / AP Manifestac­ión en Santiago de Chile contra el actual sistema de pensiones

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