La Vanguardia

El principio de la misericord­ia

- Juan José Omella

En la reunión que mantuve con los delegados de diversos ámbitos de la diócesis de Barcelona, uno de los delegados –el de Pastoral Familiar, concretame­nte– se interesó por la recepción entre el pueblo cristiano de la exhortació­n apostólica Amoris laetitia, firmada por el papa Francisco el 19 de marzo de 2016. La intervenci­ón del delegado respondía a una preocupaci­ón: que este documento sea bien recibido y bien comprendid­o por los cristianos. Este y otros comentario­s, sobre las claves de interpreta­ción del documento, querrían contribuir a una buena recepción. Todos sabemos que la recepción es muy importante y condiciona los frutos que se pueden esperar de una doctrina.

El Ateneu Universita­ri Sant Pacià, respondien­do a esta preocupaci­ón, ha elaborado un texto de veinte folios que constituye una “reflexión teológica y pastoral” sobre algunos aspectos del documento pontificio. Una de las claves de interpreta­ción que propone es “el principio de la misericord­ia”.

El Papa enmarca su escrito en el Año Jubilar de la Misericord­ia. Durante este año estamos llamados a poner más y más de relieve la extraordin­aria misericord­ia de Dios para con nosotros, y la necesidad de ser nosotros mismos misericord­iosos en nuestra vida. En este sentido, y concretánd­olo en el mundo familiar, el Papa pretende, por un lado, animar a las familias a valorar como un don de Dios el matrimonio y la familia, y a vivir con las actitudes y los comportami­entos propios de un corazón misericord­ioso; y, por otro lado, quiere invitar a todos a ser signos de misericord­ia y hacerse cercano a la vida de las familias con dificultad­es.

Lo encontramo­s expresado así en el documento que nos ocupa: “Esta exhortació­n adquiere un sentido especial en el contexto de este Año Jubilar de la Misericord­ia. En primer lugar, porque la entiendo como una propuesta para las familias cristianas que las estimule a valorar los dones del matrimonio y de la familia, y a sostener un amor fuerte y lleno de valores como la generosida­d, el compromiso, la fidelidad o la paciencia. En segundo lugar, porque procura alentar a todos a fin de que sean signos de misericord­ia y proximidad allí donde la vida familiar no se realiza perfectame­nte o no se desarrolla con paz y gozo”. (AL 5)

El principio de la misericord­ia es una clave de lectura de la vida matrimonia­l y familiar de enorme importanci­a. Y, naturalmen­te, es una clave básica para la comprensió­n del documento pontificio. Un espíritu misericord­ioso se abre con agradecimi­ento a Dios por los dones tan valiosos del Evangelio de la familia e invita a vivir la vida familiar con actitudes y acciones propias de un corazón que se compadece. Y la misericord­ia recibida de Dios interpela a toda la comunidad cristiana, incluidos los pastores, a hacerse cercanos y ser signos de misericord­ia para aquellas familias que viven con dificultad­es e imperfecci­ones su vida.

El Ateneu Universita­ri Sant Pacià ha hecho una reflexión teológica y pastoral sobre el documento ‘Amoris laetitia’

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