Preocupación en el delta del Ebro por la masificación turística
Más de 350.000 visitantes anuales pasan por las playas del espacio protegido
Mediodía de finales de agosto sobre la arena de la barra del Trabucador, el espacio natural del delta del Ebro con más visitantes y más presión humana: 360.000 personas disfrutan cada año de sus playas vírgenes, incluido un valioso y frágil ecosistema dunar. La mitad de los visitantes del parque natural pasa por aquí. Una caravana de vehículos, muchos coches, pero también un alud de furgonetas y autocaravanas, transitan libremente entre la arena, el mar y la bahía, en un espacio natural protegido.
Avanza la mañana y los visitantes buscan a su antojo un lugar para aparcar junto a las dos larguísimas playas vírgenes de seis kilómetros cada una, no vigiladas: una interior, en la bahía de los Alfacs, de aguas cálidas, tranquilas y poco profundas, y otra exterior, enorme y salvaje, a mar abierto. Muchas de las autocaravanas se sitúan a apenas cinco metros de la bahía, para aprovechar la sombra de los toldos de sus vehículos y pasar el día tocando el agua. Otros penetran en la playa marina o pisan las dunas.
“Del Delta nos gusta todo”, dice la familia Martín Pereira, de Torredembarra, a punto para el almuerzo. Cuando llega la noche, a partir de las 21 horas, está prohibido estacionar en el Trabucador y pernoctar. En los últimos años la presión policial, con campañas de los Mossos, ha permitido acabar con las acampadas ilegales. Pero, a pesar de las sanciones y los controles diarios, en la madrugada del domingo La Vanguardia contó en la zona una treintena de vehículos, incluidas una decena de caravanas.
El respeto de la mayoría de los visitantes, enamorados de un entorno natural único, donde se respira por lo general buena convivencia, no evita problemas de incivismo, sobre todo por la basura y la ocupación anárquica del espacio. Se trata de una zona bajo la tutela legal de la dirección general de Sostenibilidad de la Costa y del Mar (Ministerio de Medio Ambiente), ya que está en espacio marítimo terrestre. El enclave está protegido además en el Plan de Es- pacios de Interés Natural (PEIN), por lo que el parque natural del Delta de l’Ebre, competencia de la Generalitat, participa también en su gestión.
La tercera administración competente es el Ayuntamiento de Sant Carles de la Ràpita (Montsià), que acaba de presentar el proyecto para crear una base náutica para “la ordenación, promoción y gestión sostenibles de las actividades turísticas”. El plan prevé “el control de vehículos para la temporada del año con más afluencia” en el único punto de acceso terrestre a la barra de arena. El Consistorio estudia ahora cómo se regulará el acceso, si se establecerá un número máximo
NECESIDAD DE ORDENAR El proyecto presentado por el Ayuntamiento de la Ràpita, bien visto por Costas y parque natural ESPACIO NATURAL ÚNICO Cerca de la mitad de los 700.000 visitantes anuales del Delta pasan por el Trabucador
de coches y caravanas y si se hace pagar por entrar con vehículo en el Trabucador. “Cuando algo cuesta, se respeta. En muchos parques naturales se hace pagar; será un precio simbólico”, adelanta Rosa Anglès, concejal de Turismo. Se delimitará el aparcamiento, con una zona específica para los turismos y otra para las autocaravanas detrás de la base náutica, “para minimizar los perjuicios sobre los espacios naturales y el ecosistema dunar”.
Aunque aún no se ha concretado el número de plazas, una vez cubiertas se restringirá el acceso. “Será compatible con un turismo sostenible”, dice Anglès. Un informe de la Universitat Rovira i Virgili (URV) cifra en 1.600 los vehículos que transitan, 800 aparcados, en un día de máxima afluencia (julio, agosto y Semana Santa). El estudio de la URV ha identificado el Trabucador como el recurso turístico más visitado del Delta. Sobre el terreno el éxito es indiscutible: se multiplican los bañistas, que conviven con los pescadores y los kitesurferos. Por sus características, con aguas poco profundas en una zona de viento, se ha convertido en una de las mejores localizaciones de Europa para el aprendizaje del kitesurf, una variante del surf con la tabla impulsada por una cometa. “Se requiere de una infraestructura que permita el fomento de las actividades turísticas responsables con el medio ambiente y garantice la seguridad de los usuarios, haciendo compatible la conservación de un espacio único con el fomento de un destino turístico tan especial y la generación de un beneficio económico y social”, dice Josep Caparrós, alcalde de la Ràpita.
El proyecto, que reaprovechará la plataforma de madera ya existente para minimizar su impacto, ha sido bien recibido tanto por la dirección de Costas, que debe dar la autorización, como por el parque natural, que comparte la necesidad de reforzar la ordenación. Es la única vía, dicen los expertos, para huir de una masificación que acabe con la esencia de una experiencia poco usual en la costa catalana: disfrutar de la playa y los deportes náuticos en un entorno virgen y sin aglomeraciones. “Últimamente la masificación hace que haya problemas de compatibilidad de usos –deportivos, familiares...– en el Trabucador; se deberían regular espacios y horarios. El aparcamiento es complicado, se aparca por todo el espacio, es necesaria una regulación y se debe hacer bien para que sea aceptada” , dice Francesc Vidal, director del parque natural.
Sobre la arena ya resuenan los planes de regular el Trabucador. De entrada, y por lo general, provoca rechazo o desconfianza entre los turistas, especialmente entre los que viajan con caravana. Los turistas han adoptado y transformado a su medida una práctica arraigada entre los vecinos del Delta, pasar todo el día en el Trabucador. “Nos lo están poniendo muy difícil, los Mossos vienen un día tras otro. Somos independientes y autónomos, y no necesitamos ir a ningún camping para nada”, sostiene Lola Delgado, turista de Zaragoza, plácidamente estirada bajo el toldo de su autocaravana, a cinco metros escasos del agua, mientras su marido pesca en la misma bahía.
En uno de los extremos del Trabucador, sobre la playa, pero ya en el término municipal de Amposta (Montsià), se ha instalado desde hace dos veranos un chiringuito, rara avis en el Delta. “Si ponemos decenas de chiringuitos estas playas perderán su encanto”, destaca Dani Forcadell, edil de Medi Natural i Pagesia del Ayuntamiento de Amposta. Con cinco kilómetros de litoral en su municipio está la playa de Eucaliptus, una de las más visitadas. “Es un equilibrio muy delicado, pero bien conseguido e imprescindible entre una decena de actividades distintas. No queremos ser un Salou o un Lloret; las actividades de afluencia masiva son muy golosas, pero estas son playas semivírgenes, hay que mantener estos valores, masificar el Delta no es deseable”, dice el concejal Forcadell.
“El Delta no está preparado para absorber mucho turismo. Y en Semana Santa, sobre todo, se desborda”, dice Pep Carles, guía turístico,
REINVERTIR EN LA GESTIÓN El aparcamiento, con un precio simbólico, se dedicaría a mejorar los servicios y la limpieza VIRGEN Y SIN MASIFICAR Los ayuntamientos y el parque natural quieren preservar el encanto del Delta CONSERVACIÓN La protección del espacio natural y de su fauna y flora es la gran prioridad
al frente este mediodía de un grupo de jubilados de Castellón que han aparcado el autobús en el Trabucador. Pasen y vean.
Hasta cuatro empresas, incluida la propia estación náutica de la Ràpita, ofrecen clases de kitesurf. “El Ayuntamiento está demasiado encima, se tendría que permitir acampar de noche”, critica Domingo Santiago, quien junto a su hermano Pedro José gestiona la Central del Kite, que abre también de mayo a octubre el único chiringuito del Trabucador. “Quien viene repite, es un lugar único, vienen aficionados al kite de todo el mundo, un sábado o un domingo de agosto viene mucha gente, parece el paseo marítimo de Coma-ruga, pero el ambiente es tranquilo y la convivencia buena, no hay ningún problema”, dice Santiago. El embarcadero es un lugar muy fotografiado por la belleza de los atardeceres. Sobre la nueva base náutica se muestra escéptico: “¿Cuántos años han necesitado para quitar los palos de la luz?”. El Ayuntamiento de la Ràpita quiere que el proyecto sea una realidad el próximo verano.
En algunos foros especializados los aficionados al kitesurf debaten si la creación de una base náutica, con servicios ahora inexistentes, supondría una mejora o un lastre. “Creo que es una buena idea siempre que respetemos el medio ambiente”, opina uno. “Voto para que pongan la barrera y hagan pagar a todo el que quiera entrar. De 20.000 domingueros me aventuro a que se reduciría a la mitad”, dice otro. Algunos expresan su recelo y prefieren seguir a sus anchas. “Viento, cometa y mar. Los ayuntamientos sobran”, reivindican.
La línea eléctrica sigue marcando el paisaje del Trabucador, pero tiene los días contados. La nueva red submarina entró en uso y el Ministerio de Fomento desmantelará los viejos postes en otoño. Aunque el tiempo parece transitar a otra velocidad en el Delta, realidades durante décadas inalterables empiezan a cambiar.