La Vanguardia

Músculos desvelados

Afganistán elige su míster del culturismo, una práctica muy popular en el país

- ISABEL RAMOS RIOJA Barcelona

Ni siquiera los talibanes pudieron del todo con él. El culturismo estuvo de fiesta en Kabul el pasado día 24 cuando eligieron al undécimo míster Afganistán ante un público entusiasta entre el que había algunas mujeres. Mientras ellas tenían que llevar velo, ellos lucían minúsculos slips que dejaban la mitad de sus glúteos al aire. Contradicc­ión obliga.

En el 2002 el Comité Olímpico Afgano se hizo cargo de la organizaci­ón, que delegó en la Federación de Culturismo y Fitness de Afganistán, fundada en los años cincuenta. La última edición del concurso contó con la participac­ión de 435 hombres que representa­ban a la mayoría de las provincias del país, según informó Mélanie Kominek, de Radio France.

Hay detrás horas y años de entrenamie­nto en gimnasios abarrotado­s, donde tan pronto se levantan kilos y kilos de pesas como se extiende la alfombra del rezo para orar en medio de los aparatos. El premio será más honorífico que suculento y abundante.

Contar con un entrenador personal, seguir la dieta que requiere esta práctica –comer al menos la clara de ocho huevos al día, proteína animal, complement­os alimentici­os y esteroides–, comprar los aceites y maquillaje­s que se aplican por todo el cuerpo antes de salir a escena y encontrar tiempo para prepararse no resulta fácil en Kabul. Menos aún en las provincias en las que los talibanes siguen imponiendo su ley, Helmand y Kandahar a la cabeza, que contaron con representa­ntes en competicio­nes como la del 2007-2008.

En los lugares más castigados por las prohibicio­nes y la violencia los gimnasios son, para los hombres, uno de los lugares en los que sentirse libres. Aprovechan para relacionar­se los fines de semana con música estadounid­ense, india o afgana de fondo.

Al son de la música pop occidental adoptan las posturitas propias de la disciplina en los campeonato­s, algunas obligatori­as y otras de cosecha propia para dejar bien a la vista su musculatur­a y las venas a punto de reventar.

Los carteles de Arnold Schwarzene­gger y otros culturista­s extranjero­s no sólo cuelgan de las paredes de los gimnasios sino que compiten en las calles con los de los líderes milicianos o políticos locales. Este año participó también en el concurso un estadounid­ense.

En tiempos de los talibanes, de 1996 al 2001, los participan­tes tenían que cubrirse con pantalones hasta la rodilla. Contravení­an, a pesar de todo, la norma islámica según la cual el hombre debe llevar también el torso cubierto. De haberla seguido habrían podido enseñar gemelos y brazos.

Aunque no llegaran a prohibirlo, uno de los campeones pasó un tiempo en la cárcel por dedicarse a esta actividad.

En tiempos más lejanos el deporte nacional era, y sigue siendo, el buzkashi, además de distraerse con peleas de todo tipo de animales, desde codornices y perdices hasta camellos. La fortaleza del hombre y su habilidad como jinete se demostraba en este juego practicado en toda el Asia central. Consiste en hacerse con el cadáver de un ternero o, en su defecto, de una cabra –a veces, rellenado de arena–, y llevarlo de un punto del campo al llamado círculo de la justicia. Los jugadores van a caballo provistos de una fusta para azuzar a su montura o para zurrar a sus contrincan­tes. Omar Sharif protagoniz­ó una memorable competició­n de buzkashi en Orgullo de estirpe.

Los talibanes no consiguier­on eliminar la práctica, aunque un antiguo campeón pasó un tiempo encarcelad­o

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WAKIL KOHSAR / AFP Dos de los participan­tes en el concurso Míster Afganistán 2016, en plena exhibición

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