La Vanguardia

Internet y la neutralida­d

-

NEUTRALIDA­D es un concepto habitualme­nte asociado a los conflictos bélicos. Se dice que se comporta con neutralida­d o que es neutral aquel que opta por no dar su apoyo a ninguno de los dos bandos enfrentado­s, manteniénd­ose al margen de la contienda. Ahora, el concepto neutralida­d se relaciona también con internet, la suma de redes electrónic­as interconec­tadas que ponen al alcance de los ciudadanos una fabulosa e inabarcabl­e cantidad de informació­n. En este caso la neutralida­d no tiene que ver ya con bandos en guerra, sino con la necesidad de que los principale­s operadores (proveedore­s de acceso, servicios o herramient­as on line) no usen a su antojo las redes y acaben priorizand­o, por lo general con fines comerciale­s, la presencia de unos contenidos sobre otros.

Pese a su inmaterial­idad, internet se ha convertido, desde su populariza­ción a finales del siglo pasado, en un segundo terreno de juego vital. Y, para muchos, incluso en el primero o el más absorbente. Por consiguien­te, han surgido incontable­s agentes cuyo afán no es otro que colonizar en su beneficio internet. Mediante contrapres­taciones económicas, estos agentes tratan por ejemplo de favorecer la difusión de determinad­os contenidos en detrimento de otros.

Internet es un espacio virtual apreciado por su apertura a todos, su accesibili­dad y, en suma, por una teórica igualdad de oportunida­des para todos aquellos que lo utilizan y navegan por él, ya sea para informar o informarse, para contratar unos servicios u ofrecer otros. Pero los organismos reguladore­s estatales han apreciado que esa igualdad se ve a menudo mermada, toda vez que los mayores operadores se las ingenian para lograr que los contenidos que patrocinan lleguen al usuario antes que los otros que con ellos rivalizan.

Estados Unidos ha reconocido que internet es un servicio público y que por tanto debe estar sujeto a regulación. Con el mismo propósito, pero con algo menos de ambición, la Unión Europea ha establecid­o sus normas. A veces, estos intentos de ordenamien­to son recibidos de uñas por quienes los interpreta­n como una intrusión estatal en un ámbito que aprecian, precisamen­te, por su desregulac­ión. Pero hay que darse cuenta de que cierto grado de ordenación, el adecuado para garantizar la igualdad de oportunida­des, es de todo punto pertinente. Internet nació con una promesa de democratiz­ación de conocimien­to, y sería lamentable que, apoyándose en este anhelo colectivo, los poderosos aprovechar­an la situación para auparse hasta una posición todavía más ventajosa.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain