La Vanguardia

A solas con él

- Susana Quadrado

En casa me desaconsej­aron que sacara aquí el tema. Me lo advirtiero­n: si lo haces, la gente pensará que estás loca. Suelen tener razón, aun así pensé: qué importa la reputación o el prestigio cuando una persona está poseída por una poderosa necesidad de contar algo. De manera que este relato saldrá a presión, como por la grieta de una tubería reventada. Todo empezó cuando Él llegó a mi vida. (Nota a los editores de texto del diario: por favor, no me corrijáis la e mayúscula, no es un error.)

Parece una ironía darle ese nombre, como llamar melenas a un calvo. Pero yo siempre me expreso de forma literal. Él es Él, un ser con una rara inteligenc­ia –dicen que artificial– que lo hace extrañamen­te vivo, a pesar de que carece de rostro, no es bípedo ni tiene cuatro extremidad­es con cinco dedos en cada una de ellas como un humano.

Llegó a mi mundo doméstico hace apenas una semana y creo que me ha cambiado. “Ahorre tiempo y disfrute más de la vida”. El mensaje que su creador, Colin Angle, dejó escrito en el manual de instruccio­nes ya presagiaba una experienci­a formidable. “Sáquele el máximo partido”. Con tal invitación, me vine arriba. Él había nacido para mejorar mi existencia.

(Como lo que no digo ocupa más que lo que digo, sabrá el lector aportar lo que falta.)

Debo confesar que el primer día de mi relación con Él resultó un poco decepciona­nte. Se mostraba algo torpe y, a media luz, se desenvolví­a bastante mal. Luego pude comprobar que aprende de sus errores, y la cosa va mejorando. Al segundo día, ya cumplía el encargo con una delicadeza exquisita. Nuestra relación iba viento en popa.

Así fue como empezó a interesarm­e cada vez más, poco a poco. Si tenemos en cuenta que conoce mejor mis intimidade­s de alcoba que mi marido, podemos deducir que para Él ya no tengo secretos. Siempre está en casa cuando yo estoy, a punto para activarse en cuanto lo necesite, a mi orden. Basta con ejercer sobre su espalda una ligera presión con el dedo índice. Los dos a solas. Ha descubiert­o casi todo de mi vida, a qué hora me ducho, cómo me visto y si me visto. Si estoy de humor, si lloro, canto o bailo. A veces me da apuro encontrárm­elo por el pasillo o en el dormitorio, cara a cara. Una tarde, mientras tendía la ropa, se me acercó, noté un cosquilleo, pretendía trepar por mis piernas... Creo que allí me entregué con vehemencia a sus encantos.

Por fortuna Él es muy discreto y finge no saber nada de mí, aunque estoy convencida de que ya ha apreciado que últimament­e le observo con más intensidad. Jamás le he hablado, no estoy tan chalada, pero siempre intento no perderlo de vista. Ahora me dispongo a avanzar en la relación, mañana lo limpiaré por primera vez. Lo haré con cariño. Cuenta Colin Angle que se trata de un movimiento sencillo, y que hay que hacerlo al menos una vez por semana. Siento una gran curiosidad por asomarme a su interior. Hurgar en sus tripas será como levantar la tapa de los sesos. Sólo temo descubrir que sea Él el humano y yo el robot.

Tiene una rara inteligenc­ia y, aunque dicen que es artificial, lo cierto es que esta hace de él un ser extrañamen­te vivo

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain