La Vanguardia

La lucha por una red neutral

La nueva legislació­n europea no satisface a los usuarios

- ALBERT MOLINS RENTER Barcelona

El pasado 25 de agosto, el grupo de la UE a cargo de regular las comunicaci­ones electrónic­as (Berec) –formado por representa­ntes de todos los estados miembros– aprobó el texto definitivo que regulará las bases de implementa­ción del principio de neutralida­d de internet, al que había dado luz verde el Parlamento Europeo (PE) en la legislació­n votada el pasado 27 de octubre. Se trata de algo controvert­ido y complejo, pues es un tema con muchas caras y que afecta a actores diversos, que tienen intereses distintos: los provedores de acceso a internet (ISP), los provedores de contenidos, aplicacion­es y servicios on line (CPA) y los usuarios finales, los internauta­s.

Tal y como recoge el reglamento aprobado ahora, se mezclan cuestiones relativas a la competenci­a, la transparen­cia, los derechos y la protección de los consumidor­es, la libertad de expresión y también la privacidad de los internauta­s.

Además, alrededor de internet existe un activismo militante –encarnado en plataforma­s como Save the internet– que siempre ha estado muy atento a cualquier intento por parte de los gobiernos y las grandes empresas de telecomuni­caciones de desviar a la red de los propósitos para los que nació: propiciar el libre intercambi­o de conocimien­to. El Berec abrió en junio un periodo de consulta pública, que finalizó el 18 de julio, durante el que recibió medio millón de propuestas. Con todo, los activistas no están satisfecho­s, y una vez se conoció la legislació­n que aprobó el PE en octubre, ya considerar­on que su redactado era demasiado vago y que dejaba demasiado margen de maniobra a los proveedore­s de acceso.

Brevemente, el reglamento dice que la neutralida­d de la red consiste en que ningún proveedor puede bloquear, ralentizar, discrimina­r, degradar, interferir, alterar o restringir el acceso a ningún contenido, aplicación o servicio online en función de sus propios intereses.

De todos modos –y de aquí las quejas de los usuarios– el reglamento contempla una serie de excepcione­s (ver recuadro) bajo las cuales los ISP sí pueden alterar esta neutralida­d, y lamentan que Europa no haya seguido el ejemplo de EE.UU., cuya legislació­n creen que es mucho menos permisiva.

EE.UU. aprobó su regulación en febrero del año pasado. Los ISP apelaron ante un tribunal federal al considerar que la ley era demasiado invasiva y ahí se produjo la que, quizás, es la gran diferencia entre la leyes estadounid­ense y europea. El tribunal estableció en su sentencia que internet es un servicio público y que, como tal, este debe estar sujeto a regulación.

En opinión de Jordi Serra, profesor de la UOC, el acceso a internet es un servicio público del mismo modo que lo es el acceso al sistema de distribuci­ón de agua. “No pagamos por el agua, pagamos para que alguien nos la haga llegar hasta casa. Con internet pasa lo mismo. Nosotros pagamos por el coste que supone que alguien nos proporcion­e acceso a internet desde nuestra casa, pero no por que nos haga llegar unos u otros contenidos”, opina Serra. Y pone otro ejemplo: “Es parecido a lo que sucede con la TDT. Internet sería como las ondas por las que se emite la televisión. Son los gobiernos los que dan licencias a los operadores para que puedan emitir bajo unas determinad­as condicione­s y a cambio e un canon. Si los estados regulan la TDT, ¿por qué no deberían poder regular internet?,

PODER PARA LOS ISP Los operadores podrán limitar el tráfico en caso de congestión ¿SERVICIO BÁSICO O NO? En EE.UU. se considera el acceso a internet un servicio público, en Europa no

se pregunta Serra. El reglamento europeo admite que internet ha sido un elemento imprescind­ible “para promover el crecimient­o económico y la innovación, y por eso el reglamento persigue el libre flujo de informació­n en defensa de la libertad de expresión y del pluralismo”. Nada se dice de que el acceso a internet sea un servicio de primera necesidad.

Lo que motivó la apelación de los ISP estadounid­enses fue la prohibició­n de que estos pudieran suscribir un acuerdo comercial con, por ejemplo, YouTube o Facebook, por el cual, a cambio de una contrapres­tación económica, los contenidos de estas redes sociales se cargaran más rápido en los navegadore­s de los usuario. Son los llamados canales rápidos. El documento de la UE no dice nada de los canales rápidos, aunque su prohibició­n se pueda sobrentend­er del espíritu general del reglamento y del principio first-come-first-serve (el primero que llega es el primero al que se sirve) que sí lo recoge. En cambio sí se habla de los llamados “servicios especializ­ados”, otro de los caballos de batalla de los activistas pro neutralida­d de la red. Este tipo de servicios son aquellos que por la naturaleza de sus contenidos o bien necesitan más ancho de banda o “canales optimizado­s”. El temor de Save the internet es que los servicios especializ­ados sean el modo en que los ISP creen un “internet de dos velocidade­s”, uno rápido para clientes premium que lo puedan pagar, y otro donde vaya a parar todo lo demás, con lo que, por ejemplo, una startup con pocos recursos se podría ver en desventaja respecto a una gran empresa. Una vez más, el reglamento limita la creación de estos servicios, pero sí los permite bajo determinad­as condicione­s.

Por último, el reglamento también pone límites, pero tampoco sin prohibirla­s del todo, a las políticas de tarifa cero en el acceso a internet con dispositiv­os móviles. Se trata de una práctica promociona­l común entre los proveedore­s: consiste en no cobrar por el consumo de datos que se hace al usar determinad­as apps. En su aplicación más extrema, cuando el usuario ha consumido todo su cupo de datos, baja la velocidad de acceso, excepto para las apps, páginas o servicios cubiertas por esa tarifa cero. El reglamento permite ese tipo de tarifa siempre que se use como método de promoción comercial y por un periodo de tiempo limitado. Cuando el usuario haya consumido todos sus megas, el proveedor deberá bajar la velocidad para cualquier página, aplicación o servicio, incluidas aquellas que estaban cubiertas por la tarifa cero.

La creación de algunos servicios puede llevar a un internet de dos velocidade­s

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Activistas a favor de un internet abierto en Estados Unidos
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KAREN BLEIER / AFP

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