Homenaje al viejo ciclismo
Nairo Quintana recupera el liderato con un gran ataque en los Lagos de Covadonga
Antes de que existiesen el Angliru o la Bola del Mundo, puertos de rampas espectaculares, rozando el 20%, en las que casi no se puede atacar sino que los ciclistas se retuercen, estaban los Lagos de Covadonga. Los Lagos son el Alpe d’Huez de la Vuelta. La cima asturiana era el Mortirolo patrio que todos los escaladores esperaban que llegase. Antes de empezar a subir el puerto, en un hotel de Cangas de Onís, se bajó de la bicicleta Miguel Indurain en 1996 para retirarse. Quizás ahí, hace 20 años, se acabó el viejo ciclismo y empezó el moderno: el de los vatios, los platos ovalados, los pinganillos, los equipos controladores y los anglosajones dominantes. Hasta que ayer en los Lagos Nairo Quintana resucitó el ciclismo de la antigua escuela con su imponente victoria y su liderato firme.
Se acabaron las escapadas permitidas que llegan y se llevan la etapa. Se esfumaron los líderes que en realidad son gregarios y que no molestan como el sabadellense David de la Cruz, al que nadie regaló nada pero que estaba de paso. Se guardaron las calculadoras. No se esperó a los últimos tres kilómetros para moverse. Se olvidaron del miedo. Se corrió como antes.
Porque el colombiano del Movistar se dejó guiar por sus sensaciones y está pletórico. Y también porque Alberto Contador (Tinkoff) siempre se deja la piel y corre para ganar, aunque vaya magullado y quizás por la edad haya dejado de ser factible su lema de querer es poder.
El ataque del madrileño fue una invitación en toda regla que Nairo no desaprovechó. Entonces Chris Froome ya iba cortado desde casi cuando se pasó por el Santuario de la Virgen de Covadonga. El británico se rodeó de los suyos para no pasarse de revoluciones. “No quería cebarse y ha decidido coger nuestra marcha, como si fuéramos nosotros los líderes y marcásemos el ritmo”, explicó David López, uno de los que se quedó con Froome, junto a Kennaugh. Como hace siempre en el Tour. Como si ellos fueran los fieles Poels y Geraint Thomas.
En la Huesera aceleró Contador en busca de reverdecer sus laureles. Fue un demarraje serio, de los de verdad, de los que destrozan al grupo de favoritos. Y delante sólo se quedaron él y Quintana, que dio continuidad al ataque. Primero el de Pinto apretó los dientes y le aguantó. Después reventó.
Hay dos formas de subir un puerto. Está la imperial de Quintana cuando está bien, mirando al frente, sin girar jamás la cabeza, comiéndose el horizonte en cada pedalada. La que corre con el corazón. “Me llena de ilusión dejar mi nombre en esta montaña tan bonita”, dijo el ganador, mitómano, en la cima, donde ya ganaron sus compatriotas Lucho Herrera y Oliverio Rincón antes de dedicar el triunfo a su madre, “que siempre ora por mí para que todo vaya bien”, brindó.
Y, en el polo opuesto, los que suben con la cabeza, como Froome, que nadie sabe si va bien o mal, si está en crisis o es una táctica, con la cabeza gacha, con los ojos puestos en el suelo y la rueda, en los números que salen del cuentakilómetros del manillar. Ambas son válidas, ambas se cruzaron ayer y ambas triunfaron. Porque, regulando al principio y con el molinillo después, fue recuperando posiciones, cogiendo a rivales y sobrepasando sus cadáveres: De la Cruz, Chaves, Valverde y hasta Contador. Sólo cedió con Quintana. El jefe del Sky sabe sufrir, sabe llevarse al límite y tiene un respeto inmenso por la Vuelta. Así que no se rinde por estar a un minuto en la general.
Y eso hace temblar a Nairo. “Hay que alejarlo más. Si le dejamos a ese tiempo sigue siendo el máximo favorito”, dice el líder pensando en la crono de 37 kilómetros de la antepenúltima etapa. “Para estar tranquilo quiero tener tres minutos”, adelantó el colombiano, antiguo pese a sus 26 años, que teme al ciclismo moderno que domina el Tour y quiere la Vuelta.
ANTES DE LA CONTRARRELOJ El colombiano se olvidó del miedo y se guió por sus sensaciones, pero aún quiere ganar más tiempo
NO SE RINDE Froome, a su ritmo, con sus vatios, recuperó posiciones y atrapó a todos excepto al nuevo líder