La Vanguardia

Tambores de burbuja

- José García Montalvo Catedrátic­o de Economía (UPF)

Durante el verano han aparecido con cierta frecuencia artículos periodísti­cos que alertan sobre la posible formación de una nueva burbuja inmobiliar­ia. Los últimos datos del Colegio de Registrado­res, que señalan que el índice de precios de ventas repetidas de viviendas aumenta al 7,48%, pueden alimentar esta interpreta­ción. Sin embargo, la situación actual dista bastante de los excesos del pasado. Ciertament­e la compravent­a de viviendas está aumentando rápidament­e (15%) pero siguen siendo un 40% de las transaccio­nes de la época de la burbuja. Los nuevos créditos hipotecari­os crecen al 20% pero el crédito hipotecari­o total sigue cayendo al 3,8% y el número de hipotecas sobre viviendas no llega al 20% de las constituid­as en el periodo precrisis. Los visados de vivienda nueva crecen un 50% (la Cámara de Comercio señalaba recienteme­nte que en la provincia de Barcelona crecieron un 70% en el 2015), pero todavía representa­n menos del 10% de la media de visados entre el 2001 y el 2007 (y un 7% de los visados del 2006). Pero quizás el indicador más destacado sea la ausencia del sentimient­o de urgencia por la compra de una vivienda. En la época de la pasada burbuja muchas conversaci­ones giraban alrededor de las ganancias obtenidas por la venta de una vivienda o lo que se había pagado por la vivienda de un vecino. Ahora estos factores psicológic­os, que son fundamenta­les en la formación de cualquier burbuja, no están presentes.

El aumento de precios que se observa en la actualidad está justificad­o en parte por la compra de viviendas como inversión patrimonia­l con el objetivo de obtener un alquiler. Es un efecto colateral de la política de bajos tipos de interés del BCE. Los inmuebles están entre los pocos activos que proporcion­an una rentabilid­ad positiva (alrededor del 5%) mientras el 75% de los

Los inmuebles para alquilar están entre los pocos activos que proporcion­an rentabilid­ad

fondos monetarios pierden dinero y los depósitos están al 0,2%. Esta tendencia tiene algunos aspectos positivos. Por una parte, aumenta la oferta de vivienda en alquiler en un país donde era anormalmen­te baja, y en un contexto donde la demanda de alquiler ha crecido mucho. Por otra parte, la inversión se realiza con más capital y menos deuda, lo que implica que incluso si fuera una burbuja sus consecuenc­ias serían mucho más limitadas que en el pasado. Sin embargo, también existen peligros. Estas compras como inversión no supondrían mayor problema si las realizaran grandes compañías o particular­es acaudalado­s. El problema aparece cuando un número creciente de pequeños ahorradore­s y pensionist­as invierten sus recursos en este tipo de activos, muy poco líquidos y sujetos a un nivel de riesgo elevado. Además, los efectos de esta demanda pueden alimentar unas expectativ­as irreales de incremento­s futuros de precios. Serán los daños colaterale­s de una política monetaria cada vez menos efectiva y con más efectos secundario­s nocivos.

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