La Vanguardia

Hombres pájaro, saltos mortales

La siniestral­idad en los vuelos con el traje con alas se dispara: 13 fallecidos este agosto

- ESTEVE GIRALT

Las cifras además de frías son en este caso escalofria­ntes. Sólo este agosto, cuando se realizan más saltos aprovechan­do el buen tiempo en grandes mecas de este deporte como Suiza, Noruega o Francia, han fallecido 13 saltadores base. Es el acrónimo de building, antenna, span y earth, por los puntos fijos desde donde originaria­mente se saltaba con paracaídas, aunque ahora la mayoría de saltos se hacen desde lo alto de una montaña. Casi todos los accidentes mortales son de saltadores equipados con un traje con alas (wingsuit) que estaban practicand­o el proximity flying, la modalidad con diferencia más peligrosa y lo más parecido al sueño humano de poder volar. Con medios propios, el cuerpo y un vestido, se sobrevuela sobre la cresta de una montaña, a ras de suelo en una valle o a pocos metros de los árboles.

Es el caso de dos de los últimos

HOMBRES PÁJARO AL LÍMITE fallecidos, dos saltadores muy experiment­ados, pero también muy populares por sus saltos extremos: los italianos Uli Emanuele y Alexander Polli, de 34 y 31 años, famoso por su salto en la Roca Foradada (Montserrat). El éxito de este deporte extremo, cada año más al límite, más conocido y con más practicant­es, es uno de los factores del incremento de los accidentes, según los expertos. “Cada día hay más gente practicand­o y, a más saltadores, más accidentes”, resume Paula Silva, campeona del mundo de salto base. “Pero si hace diez años fallecían saltadores con poca experienci­a, ahora son los más experiment­ados. La veteranía hace que des un paso adelante y bajes la guardia. Algo estamos haciendo mal. No me lo explico”, advierte Silva.

Antes de llegar al wingsuit se deben realizar cientos de saltos en paracaídas. Y antes del proximity se debe aprender a dominar el traje con alas. La elevada mortandad está haciendo tambalear los cimientos de una modalidad deportiva admirada en todo el mundo, con saltadores de todas las nacionalid­ades y millones de seguidores que siguen en YouTube los mejores saltos. No parece casual ni es un fenómeno aislado. En lo que va de año han perdido la vida 29 saltadores base; el pasado año fueron 25 y en la última década, que ha coincidido con la eclosión del wingsuit, han fallecido hasta 210 basejumper­s, la mayoría con traje con alas, según la lista que sirve a los saltadores de todo el mundo para conocer y analizar las circunstan­cias de cada accidente.

Las muertes se están sucediendo justo en un momento en el que el wingsuit está experiment­ando su mayor progreso técnico, gracias también a la evolución de los vestidos con alas, hasta llegar a una dimensión que ni habían imaginado los propios saltadores. Los vestidos cada vez permiten mayor control y precisión de vuelo, y los vuelos son cada vez más prolongado­s. Los accidentes están afectando justamente a muchos de los grandes referentes, los mismos que apareciero­n antes en vídeos alucinante­s.

La lista de cracks del salto base fallecidos en los últimos dos años es larga y por ahora imparable. El perfeccion­amiento de los vestidos con alas está permitiend­o evoluciona­r los saltos, pero no frenar la siniestral­idad. El desafío, las sensacione­s de vuelo, incomparab­les según los saltadores, y la transforma­ción de una modalidad surgida del paracaidis­mo pero que se ha acabado mezclando con la escaldada para coger su propio camino, están atrayendo a la mayoría de saltadores base hacia el proximity. Ejecutado como se está haciendo ahora habría parecido ciencia ficción hace muy pocos años. “No me lo habría creído, me hubiera parecido una película de ciencia ficción pero mala. Es algo intrínseco del deporte, querer ir más lejos. Está evoluciona­ndo muchísimo, tienes la sensación de estar volando, es incomparab­le. Pero no hay margen de error, si te equivocas, mueres. El paracaidis­mo evolucionó así y ahora las muertes han descendido radicalmen­te, y es más seguro que muchos deportes que hacemos en familia”, sostiene Santi Corella, uno de los saltadores base más experiment­ados, también en la modalidad más extrema.

La ecuación parece demasiado simple y también macabra: evolución incesante del proximity, más

El ‘proximity’, la modalidad extrema del ‘wingsuit’, detrás de la gran mortandad

CIFRAS ALARMANTES En los últimos diez años han fallecido 210 saltadores base, 126 con el traje con alas

APRENDIZAJ­E O SINSENTIDO Los aficionado­s comparan su situación con los pioneros del paracaidis­mo

saltadores en todo el mundo, más expertos y con mejores trajes igual a más saltos llevados hasta el límite y, al final de cada año, más muertes. “El que no está saltando ahora con proximity se está preparando y aprendiend­o porque quiere poder hacerlo”, vaticina Corella.

A pesar de la estadístic­a, espeluznan­te, los pocos centenares de saltadores base que están volando con el traje con alas y haciendo

proximity en todo el mundo no son ninguna panda de zumbados temerarios. Todo se analiza y estudia, hasta el último detalle. Cada salto se prepara con esmero, gracias también a los avances tecnológic­os, para prever el recorrido sobre el terreno y la línea de salida, vital para poder acabar desplegand­o el paracaídas. También se estudian las circunstan­cias meteorológ­icos y se buscan los mejores emplazamie­ntos.

La preparació­n va ligada muchas veces a un exceso de riesgo, a la voluntad de parte de los basejumper­s de querer intentar superar sus límites y los del propio deporte, en continuada evolución y transforma­ción. “Cuando empezaron los primeros a saltar en paracaídas había muchos accidentes y muchas muertes”, recuerda Corella, que ha visto como amigos suyos como Álvaro Bultó (2013) o Darío Barrio (2014) fallecían saltando a su lado.

El asunto, muy delicado, incomoda a parte de los saltadores. Algunos referentes del proximity han expresado, no obstante, la necesidad de abrir un período de reflexión y dar un paso atrás si es necesario para frenar la elevada mortalidad. Algunos cracks, como los españoles Armando del Rey, el escalador Carlos Suárez o el noruego Jokke Sommer, estrella internacio­nal del salto base, han decidido abandonar el proximity. Sommer, de 29 años, ha anunciado recienteme­nte que a partir de ahora sólo saltará “en el cielo azul”, después de ver cómo fallecían 30 saltadores y amigos. “Quiero tratar de cambiar algunos de los malos hábitos que han estado creciendo en este deporte y arruinándo­lo en lugar de hacer que sea divertido”, explica Sommer en una entrevista en Wingmen. “El

proximity es la evolución pero a la vez la caída de este deporte, ¿qué podemos hacer más para hacerlo más espectacul­ar?”, alerta Silva, con su hijo Tiago, de 18 años, convertido en el instructor de túnel de viento más joven de Europa. “Si me dice que va a hacer salto base no me va a gustar, pero no se lo voy a prohibir. A mi madre tampoco le gustaba”, añade.

A pesar de la autocrític­a y reflexión, abierta hace un par de años cuando las muertes se empezaron a disparar, tras la muerte de Álvaro Bultó, entre muchos otros, la mortalidad no se ha frenado. Los saltadores no quieren oír a hablar de prohibicio­nes. “Mi esperanza es que los saltadores den varios pasos atrás”, destaca Mick Knutson, responsabl­e de actualizar la lista de accidentes. “Aún tiene que evoluciona­r mucho más, tenemos mucho que aprender, pero en mucho tiempo creo que no van a disminuir los accidentes”, vaticina Corella.

Una pregunta resuena en la cabeza de los mejores saltadores del mundo: qué hacer para parar la sangría. No se vislumbran soluciones. “Tendría que haber control de los saltos, reglas, como las que hacen seguro el paracaidis­mo, con zonas de saltos bajo supervisió­n. Pero esto es imposible, es un deporte libre, tú te marcas tus propios límites. Se salta en las montañas, ¿quién vas a poner ahí para controlar? No va a cambiar, y no irá a mejor”, advierte Silva.

El progreso técnico de los vestidos con alas, hechos a medida por cuatro fabricante­s en todo el mundo, a 1.800 euros la pieza, ha permitido ir más allá, avanzar en el desarrollo de los vuelos y aproximars­e más a la naturaleza, como hace un pájaro cuando se aproxima hacia su presa o se desplaza por la montaña. Los más experiment­ados aprovechan cada vez más la caída, que dura normalment­e un par de minutos, para planear durante más tiempo y lo más cerca posible de la naturaleza, incluso junto a edificios o monumentos. Los hombres pájaro.

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 ?? ASCENT XMEDIA / GETTY ?? Más afición. Cada día hay más gente practicand­o y, a más saltadores, más accidentes
ASCENT XMEDIA / GETTY Más afición. Cada día hay más gente practicand­o y, a más saltadores, más accidentes
 ?? YOUTUBE ?? Más allá del límite. El vídeo de Alexander Polli atravesand­o la Roca Foradada acumula 14 millones de visionados. El italiano, de 31 años, murió hace pocos días en un salto en los Alpes
YOUTUBE Más allá del límite. El vídeo de Alexander Polli atravesand­o la Roca Foradada acumula 14 millones de visionados. El italiano, de 31 años, murió hace pocos días en un salto en los Alpes
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YOUTUBE Quién da más. Uli Emanuele, italiano de 34 años, es una de les 13 víctimas mortales de este agosto, el peor de la historia. Uli también se hizo famoso por sus vídeos de saltos extremos
 ?? YOUTUBE ?? En grupo. Los saltadores experiment­an cada vez más saltando con el traje con alas en la modalidad proximity y además en grupo. En este vídeo saltan juntos 13 basejumper­s
YOUTUBE En grupo. Los saltadores experiment­an cada vez más saltando con el traje con alas en la modalidad proximity y además en grupo. En este vídeo saltan juntos 13 basejumper­s

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