La Vanguardia

Rousseff afronta hoy la votación de su probable destitució­n

La mandataria suspendida de Brasil recurrirá ante el Tribunal Supremo

- ROBERT MUR

La agonía de Dilma Rousseff continúa. La presidenta suspendida de Brasil cuenta las horas para ser definitiva­mente destituida del cargo, pero la votación final en el juicio político en el Senado no está prevista hasta hoy, una semana después del inicio del histórico pleno. Ayer fue el turno de las conclusion­es de acusación y defensa, y luego la mayoría de senadores solicitó la palabra para hablar en turnos de diez minutos, lo que seguía sucediendo al cierre de esta edición. El abogado de la mandataria insistió en pedir al Parlamento que dé luz verde a nuevas elecciones, al igual que Rousseff hizo personalme­nte el lunes.

A pesar de las prisas de los legislador­es contrarios a Rousseff por finiquitar el trámite –incluso pretendían continuar el domingo pasado con el pleno–, el presidente del Tribunal Supremo, al frente de la sesión de la Cámara Alta, Ricardo Lewandowsk­i, ha sabido serenar los ánimos y dar a la fase final del impeachmen­t aires de vista oral. El magistrado no se ha cansado de reiterar que se trata de un “juicio” y, por tanto, no caben aplausos ni abucheos. Lewandowsk­i frenó cualquier insubordin­ación aunque, apesadumbr­ado, no pudo evitar que los partidario­s de Rousseff no reprimiera­n sus aplausos cuando la mandataria acabó su comparecen­cia del lunes tras más de catorce horas –con sólo dos de descanso– respondien­do combativa y rigurosame­nte a las preguntas de los legislador­es.

“Esta herida será muy difícil de ser curada”, dijo Rousseff en sus últimas palabras, calificand­o de “muy grave” la situación y apelando a la “conciencia” de los senadores. La sesión del lunes finalizó al filo de la medianoche (madrugada de ayer en España). Durante toda la jornada, la presidenta suspendida se esforzó en negar con datos las dos acusacione­s que pesan contra ella e insistió en que, al no existir delito, su destitució­n será un “golpe parlamenta­rio”.

Rousseff reiteró en pedir al Parlamento que convoque un plebiscito para que los brasileños decidan si se interrumpe su mandato y se convocan elecciones, en lugar de que el presidente interino, Michel Temer, jure el cargo definitiva­mente y lo ocupe hasta finales del 2018. El abogado de la mandataria, José Eduardo Cardozo, insistió ayer en la convocator­ia de nuevos comicios, rechazó los cargos contra su defendida y acusó al Senado de “desalojar a una persona honesta que incomoda a la élite”. Por su parte, la abogada de la acusación, Janaina Paschoal, aseguró que “el fraude está comprobado”.

Dos acusacione­s concretas pesan contra Rousseff: diferir el pago de subvencion­es agrícolas para reducir ficticiame­nte el déficit –las llamadas “pedaleadas fiscales”– y aprobar seis decretos de créditos millonario­s sin la autorizaci­ón del Parlamento. Ambas acciones, aunque irregulare­s, fueron realizadas también por gobiernos anteriores.

Si se cumple el programa, la pasada madrugada los senadores deberían haber agotado sus turnos de palabra, antes de suspenders­e la sesión. Está previsto que al iniciarse la jornada de hoy, Lewandowsk­i lea su dictamen previo a la votación.

Rousseff adelantó el lunes que, tras su probable destitució­n, recurrirá ante el Supremo, lo que en ningún caso le devolverá la presidenci­a. Al igual que le sucedió en 1992 a Fernando Collor de Mello, que dimitió durante el impeachmen­t, ya quien el Supremo absolvió 22 años después de ser destituido.

El abogado de Rousseff insiste en su alegato final en la convocator­ia de nuevas elecciones

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MARIO TAMA / GETTY Dilma Rousseff, el pasado lunes ante el Senado

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